Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Tiempos estelares

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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POSIBLEMENTE no nos damos cuenta de los tiempos que nos corresponde contemplar, gozar o sufrir: León, señoras y señores de la sala, se dispone a protagonizar una de las etapas históricas más plenas y a la par más interesantes de la historia contemporánea de la Legio VII. Silenciosamente, al modo de la zorra que con el rabo se borra las huellas, los leoneses asistimos al relevo de toda una corporación municipal, de cuya maniobra se esperan muy notables cambios o en todo caso, si estos no fueran posible, que se produjera el milagro de Fátima y nos quedáramos como estábamos, como somos, como podemos estar. El periódico desde el cual muy ilustrados, sagaces y atentos profesionales anuncian que como si se tratara de una manifestación propia del relevo municipal, también en esta santa Casa, que es la de todos, se han producido variantes que sin duda resultarán sensibles para el ejercicio de la comunidad y el que fuera conquistador de la opinión a través de un medio de comunicación, D. Antonio Vázquez Cardeñosa, entrega las llaves del invento y discretamente se retira por el foro. Y Antonio Pereira, cumple como buen cristiano los primeros ochenta años de su gloriosa vida, con la esperanza garantizada de que superará con creces cualquier otro cálculo vital que se le oponga. Y desde el día 21, jueves, ardiente, del mes de Junio, la Ciudad arde en fiestas. Repasamos el programa, tan estricto, tan modestito, tan dejado de la mano experta, y nos parece que se repite el programa aburrido, presumidamente popular y decididamente chabacano, de todos los años anteriores. Teniendo en cuenta que el novísimo señor alcalde sigue tomando tierra y ocupando presidencias, como la de la Fundación de Vela Zanetti, en colaboración con el Corte Inglés, que viene a ser como aquel Padre Javier que estaba en todas las procesiones y con las asistencias de este mismo Diario que nos acoge hasta que la muerte nos separe, patronean o patrocinan el ya famoso Concurso al aire libre de la pintura rápida, que viene a ser como la demás pintura sosegada y despaciosa, pero en la calle, ilustrando de este modo la fría y descarnada tela en blanco de la Catedral, a cuyo beneficio se monta el invento. Para aquellos que desde los tiempos de La Tarasca sospechaban que León se hundía en su propia pereza mental, filosófica y festiva, el tal o cual programa de fiestas permitía conocer que seguíamos manteniendo alegremente las verbenas y las sopas y las chicas en concierto y en braga. Y que para el padre y los niños, se mantenían las Cabalgadas y las cabalgatas. Un tiempo en fin para el jolgorio y la buena mesa, mientras España, España, España balompédica transfuguista consigue contratar, por la insignificante cantidad de unos trescientos millones de euros, que en las antiguas pesetas deben ser la tira, a un inglés diestro en darle patadas al esférico y Rodríguez Zapatero, el hombre en el cual tenemos o tienen o teníamos depositadas todas nuestras esperanzas, está triste, como la princesa de Rubén, porque dos de sus fieles les han salido más infieles que Sadam Hussein. Y en alguno de los encuentros o entrevistas que se vienen haciendo para calcular los grados de temperatura política que León soporta, se declara que las líneas programáticas de este o del otro grupo, según el lugar y el color del cristal, pasan, pasarán, si el tiempo lo permite por la erradicación del paro obrero obligatorio, por la dotación de una vivienda a cada uno de los jóvenes alucinados que decidan formar una familia estable y por decretar una política de economía doméstica tanto en el Concejo, que debe más que Alemania después de la guerra del catorce y en la Diputación, que también cambia de mano. También se trató o se tratará con el tiempo de Cultura, pero esa es otra historia.

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