Diario de León
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MARTÍN MARTÍNEZ
León

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QUERIDO HERMANO: Cuando recibas ésta andaré con lazarillo. A pesar de la pertinaz sequía -ya ves- en el izquierdo, único útil, se asentaron juntas las del Niágara e Iguazú como torrente incontrolable. Todo cristo me da ánimos y esperanzas, así que ando a la espera de esos resultados, también esperanzado, aunque un poco mosca. Preocupado y mosqueado me han traído los rosales del Buyeiro, que no pasan de media docena; mustios han estado y al final algunos han muerto sin responder a los tratamientos habituales. Estos días me han dado la clave con eso del fuego bacteriano que mandan a hacer puñetas los manzanos y perales de la Cepeda; leo que tal fuego ataca a las rosáceas y me ha despejado la incógnita. Tendré que llamar a Fidentino que me aconseje el método a seguir que será el arranque, digo yo. Me duele lo de esas manzanas autóctonas de Quintana y Villamejil, tan ricas ellas. Pero más mosqueado, hermano, anda Nolete. Dice que ahora, cuando ya se han ido esos que ellos mismos, pomposamente, se autodenominan de la diáspora, es tiempo de recapacitar, de convocar un concejo abierto, dar cuenta de medio tino de escabeche y un par de cuartillas mientras se decide. Es, en definitiva, el mosqueo que se agarra cada verano, que le dura hasta el Adviento para rebrotar en las Navidades. Dice Nolete que está harto de redentores, de ingenieros agrícolas de asfalto, de programadores de internet que parece no saben que la cabra necesita ramonear en el monte, que la leche sale del forraje y que el agua, por su natural, corre hacia el hondón. Sobre todo, dice Nolete, que no soporta a sus cuñados; que vienen los tíos de Barcelona el uno, de Bilbao el otro y un tercero de Móstoles pero siempre dice Madrid. En el pueblo nacieron, se acogieron de mocosos a una congregación, hicieron sus carreras, dijeron adiós a las sotanas y ahora predican más que fray Gerundio; trigo no dan. El catalán hasta ha escrito un libro en el que encuentra soluciones a la recesión económica de la comarca, informa de cómo hay que frenar la despoblación de la misma; apunta técnicas agrarias que quiere experimente el sobrino, más mosqueado que Nolete con sus tres tíos, y pontifica sobre el cuidado que hay que dar a la Naturaleza, al medio ambiente y el ambiente entero, los sistemas de ordeño en los lirones caretos y el abandono del método tradicional para castrar los borregos; como escapó de la miseria tan niño no tuvo tiempo de conocer el método del mandilón de saco que se colocaba a los marones para que no empreñaran a las ovejas a destiempo. Y dice Nolete, en el punto más álgido de su mosqueo: Los muy cabronazos huyeron como conejos cuando quedamos cuatro pelaos en la sementera; ahora llegan con el 4x4 a toda pastilla, un chandal de colorines que tira patrás, predican que ni el padre Peyton aquel, no dan ni un grano de trigo; eso sí comen los chorizos a velocidades de vértigo que no veas como tragan. En Navidades vuelven a catar las chichas , llevarse el mejor lomo, que la suegra esta tola, y arramblan con lo que quepa en el maletero, hasta dos repollos de berzas, cebollas y una arroba de patatas; te esquilman. Repiten en Semana Santa para comprobar como va la cura en los varales y hasta el verano que retornan con la misma cantinela. Acosejan fijar población, que debe ser la panacea, pues hasta los políticos se agarran a ella. Eso sí, hermano, ni uno se queda definitivamente en el pueblo, ni deja al hijo pijo de adidas y nike, porque su vida ya está en otra parte y claro confunden la remolacha con las lechugas y sólo distinguen el lechón del lechazo en el plato. De hablar y aconsejar no paran; el mosqueo mayúsculo.

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