Diario de León

La originalidad de Laguna de Negrillos

Cientos de visitantes disfrutaron ayer, pese al mal tiempo, de una celebración que cuenta con la declaración de Interés Turístico Regional El origen de la fiesta, hace cuatro siglos

El espectáculo de los bailarines tampoco faltó en la jornada de ayer

El espectáculo de los bailarines tampoco faltó en la jornada de ayer

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S. Suárez - laguna de negrillos
León

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La procesión del Corpus Christi de Laguna de Negrillos reunió ayer en esta localidad a cientos de visitantes que disfrutaron, un año más, de una de las fiestas más originales de la provincia, en la que lo religioso y lo pagano se entremezclan. Aunque se celebra en honor al Santísimo Sacramento, su verdadero protagonista fue San Sebastián, capitán de bandidos. A pesar de la amenaza de lluvia, esta figura pagana desfiló con indumentaria militar napoleónica, retando a la Iglesia hasta que después de un largo recorrido se arrepintió y huyó corriendo, según informa la agencia Ical. Con puntualidad británica y al son del tamboril y la dulzaina, danzantes, birrias y varios representantes de la Cofradía del Señor Sacramentado partieron a las 11.40 horas en busca del mayordomo y de San Sebastián, al que acompañaron hasta la iglesia para después recibir a los distintos miembros de la Corporación Municipal de Laguna de Negrillos. El cortejo estuvo protagonizado por San Sebastián, representado por el joven de 22 años Alberto Rebollo, un vecino que durante un mes ha dedicado dos o tres horas diarias a ensayar su actuación. Desfiló ataviado el uniforme de marino de la escuadra española en Filipinas, con el bicornio de emperador, con una careta y con un mantón de Manila, cuyos flecos bailaban al son de su taconeo. También portó, como es tradición, en la mano derecha una saeta y en la izquierda una espada envainada, como armas de defensa de la fe y símbolos de su martirio. Le seguían San Juan Bautista, once apóstoles (todos excepto Judas Iscariote), el diablo y ocho danzantes vestidos de blanco y con faldas almidonadas que simbolizan a los ángeles. Posteriormente, la comitiva partió de la iglesia de San Juan Bautista con San Sebastián a la cabeza que con paso firme daba muestras de desprecio a los signos religiosos. Tras el oficio de la eucaristía, San Sebastián se arrepintió de los errores cometidos, se quitó la careta y huyó avergonzado, para después incorporarse a la procesión como un devoto más.

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