El dueño de la colección del Museo del Botijo quiere trasladarla a La Rioja
La muestra, la más importante del mundo, propició la creación del museo en 1999, y el propietario la cedió por un periodo de cinco años, que ya han expirado
El propietario de la colección del Museo del Botijo, que se exhibe en el Palacio de los Guzmanes, el abogado riojano Jesús Gil Gibernau, manifestó el pasado viernes su deseo de que la muestra, que fue cedida al Ayuntamiento de Toral durante cinco años, fuera trasladada a La Rioja, su tierra natal. Gil Gibernau expresó su intención al presidente de La Rioja, Pedro Sanz, durante la inauguración de una muestra en las bodegas Altanza de Fuenmayor, en la que durante un mes se exhibirá la colección de Toral, considerada la más grande del mundo de botijos españoles.
Ante la oferta del coleccionista, Pedro Sanz aseguró que una bodega es un buen lugar para albergar la muestra de forma definitiva, según informó la agencia Efe.
La colección propició la apertura en 1999 del Museo del Botijo, que desde entonces exhibe las más de tres mil piezas de distintas épocas y alfarerías de origen español. La muestra, que fue cedida durante cinco años por el propietario al Ayuntamiento de Toral, está incluida en el libro de Récord Guiness y ha sido adquirida en el transcurso de los años por Gibernau, aficionado a las antigüedades, a través de subastas en Internet.
Las delicadas condiciones de conservación necesarias para mantener estas piezas de alfarería en buen estado hacen del Palacio de los Guzmanes un lugar óptimo para albergar el museo, según reconoció en su día Gil Gibernau.
La muestra que estos días se exhibe en La Rioja está compuesta de más de doscientos botijos de adorno, todos ellos centenarios, y cuarenta de ellos con motivos alusivos al vino, procedentes de varias zonas del país y que recorren la historia de España desde el siglo XI.
Durante la inauguración, el propietario de la colección aseguró que entre las piezas expuestas, también se pueden admirar botijos con motivos infantiles porque, en definitiva, «el español de antaño acostumbraba a sus hijos» a lo que era un botijo. También cuenta con unos moldes originales fabricados por escultores, algunos de ellos italianos, y que datan de finales de 1800, ha detallado el coleccionista.