Diario de León

Retablo leonés | enrique alonso pérez

El muérdago que nos protege

La Navidad vuelve a poner de actualidad la planta sagrada de los druidas, con sus leyendas, que primero fue sustento de las costumbres de los celtas y formó parte la mitología de este pueblo

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Son muchas las vivencias que se agolpan en la memoria cuando suenan los clarines navideños. La galanura con que se adornan pueblos y ciudades; abetos guirnaldados; papanoeles acogidos en un contexto que no fue suyo; el entrañable nacimiento heredado de la cristiana Italia, depositaria de las esencias que vinculan al apóstol clavero con el Maestro; la recuperada puesta en escena de nuestro ramo leonés. Todo ello adobado con las inevitables connotaciones gastronómicas, regalos cruzados y esa música de fondo que nos transporta a Belén a través de los villancicos, conforman el escenario que durante un mes soportan nuestros oídos y cuñas publicitarias, nuestros estómagos, y, sobre todo, nuestros bolsillos.

Pero... y ¿qué tiene que ver toda esta parafernalia navideña con el muérdago que da titulo a nuestro apunte?.

Pues bien, aunque nos salgamos de nuestra Era Cristiana para remontar los tiempos celtas, hay que seguir la secuencia completa de las virtudes, tanto naturales como mágicas que nuestros antepasados celtas atribuían a esta planta semi parásita que hoy invade nuestros mercados y hogares buscando esa protección que se le atribuye para el año que comienza.

Siglos antes de Cristo, en pleno vigor de la cultura celta, los druidas y sus sacerdotisas eran los poseedores de los conocimientos que iban desde la sanación, la astronomía, las religiones... y también hacían las funciones de Maestros y Jueces. En conjunto eran personas de gran influencia y los líderes religiosos de los clanes celtas.

Para los druidas celtas su templo para la transformación estaba en la naturaleza, donde las montañas, los ríos y los valles se vuelven sagrados. Como rito iniciático, el druida se apoya en la simbología de la planta sagrada del muérdago de roble, el cual recogían vestidos de blanco en el sexto día de la luna y que cortaban con una hoz de oro. A partir de este punto el druida se conecta con los ritmos biológicos vegetales a través del símbolo del muérdago y es entonces, cuando el druida percibe los universos paralelos.

Dice la mitología celta, que el dios de la Paz, Balder, hijo del poderoso Odín, y odiado por su hermano gemelo, Hodur, fue víctima de una trama urdida por los seguidores de su celoso hermano, y descubrieron, con sus malignos poderes, que sólo con una flecha de muérdago podrían matar al dios Balder, información que pusieron en práctica dando muerte al hijo preferido de Odín.

Muchas son las manifestaciones que a lo largo de la Historia, ha tenido como protagonista al muérdago. Una de las más conocidas está contenida en la ópera Norma de Vicenzo Bellini, estrenada el 26 de diciembre de 1831 en el Scala de Milán, cuando la sacerdotisa druida, Norma, en el bosque sagrado corta el muérdago con una hoz de oro, alzando la vista hacia la luna, dentro del aria considerada una auténtica excepción del bel-canto La Casta Diva . Hasta el celebrado guionista Goscinny, con el inigualable dibujante Uderzo, en la tercera entrega de las aventuras de Astérix, La Hoz de Oro sitúa en su aldea gala al druida de la tribu, entristecido porque se le ha roto la hoz de oro y no puede asistir a la asamblea anual de los druídas en el bosque sagrado y cortar el muérdago mágico para sus pócimas secretas. Contratiempo que se apresuran a remediar Astérix y Óbelix acudiendo a la ciudad de Lutecia para comprar una al herrero áureo.

En fin, que nuestra dicha planta, que superó la gran travesía del desierto que le impuso el cristianismo, desterrada de nuestras costumbres ancestrales al asociarla a los ritos paganos y trató de sustituirla por el acebo y el olivo, ha recuperado su fuerza como talismán secular y luce su apagado verdor oliváceo en las puertas de las entradas a las casas. Y según la romántica leyenda que adorna sus virtudes, los enamorados que se besan debajo de ella, consolidan su amor de por vida. Lástima que la violencia de género, y la creciente ola de separaciones que sufre nuestra sociedad, den al traste con esos bonitos mitos y leyendas que perviven a través de los siglos.

Por eso creemos, que las navidades, tan idealizadas en el contexto de la paz, pero tan propensas a las trifulcas familiares, por la forzada convivencia, bien merece ese buen ramillete de muérdago que alivie las tensiones del momento y sea un buen augurio del año que entra.

tracking