EXPOSICIÓN
El mejor ejemplo del expresionismo del barroco español se expone en Valladolid
Gregorio Fernández y Martínez Montañés crearon iconografías convertidas en iconos de la historia del arte
La Junta de Castilla y León inauguró el 12 de noviembre una muestra única que ha hecho posible por primera vez el diálogo entre dos genios: Gregorio Fernández, heredero de Alonso Berruguete y Juan de Juni y máximo exponente de la escuela castellana de escultura, y Juan Martínez Montañés, figura cumbre de la escuela sevillana de imaginería. Ambos maestros, pertenecientes a una misma generación y dentro de unas mismas coordenadas de pensamiento, llevaron el arte escultórico a uno de sus momentos más brillantes, impulsando el paso desde la estética del manierismo final, al barroco naturalista en las décadas iniciales del siglo XVII.
La exposición consta de 68 piezas de ambos autores y se articula a través de un preámbulo y seis bloques temáticos que acercan al visitante a las biografías, los trabajos, los talleres y al legado de estos artistas coetáneos, que marcaron un antes y un después en el arte escultórico del Siglo de Oro español y cuya fama es extendió por toda Europa y hasta América.
Comisariada por René Payo y Jesús Palomero, catedráticos de Historia del Arte de la Universidad de Burgos y de la Universidad de Sevilla, respectivamente, la muestra pone de manifiesto los rasgos comunes que comparten ambos maestros, que provienen, en gran medida, de los criterios ideológicos y estéticos impuestos por la Contrarreforma, pero que cada uno plasmó con una impronta propia. Así, se podrá apreciar el carácter de estos dos artistas para profundizar en las diferentes formas de manifestación de lo sagrado en Castilla y León y en Andalucía.
Más allá de ese diálogo entre las obras de ambos, la muestra rastreará las influencias heredadas de sus maestros y las derivadas de su magisterio. Con ese fin, también se exhibirán piezas de sus maestros, Pompeo Leoni y Francisco del Rincón, para Fernández; y Pablo de Rojas, para Montañés, así como de sus discípulos y continuadores, Solanes o Juan de Mesa.
Santonja: "Este es un acontecimiento cultural de primer nivel"
El consejero de Cultura, Gonzalo Santonja, recuerda que esta muestra, además de suponer un acercamiento a estos dos genios del arte, contribuirá a dinamizar social y culturalmente la ciudad de Valladolid y a Castilla y León. El visitante podrá apreciar los caracteres definitorios de cada uno de estos dos artífices y profundizar en las formas que cada uno de ellos tiene para enfrentarse a la plasmación de lo Sagrado en madera desde la más profunda espiritualidad. Para lograrlo, los comisarios argumentan la exposición con una cuidada selección de obras de muy alto nivel, que son integradas en un itinerario para el que se ha diseñado un montaje sobrio aunque innovador. Una arquitectura efímera proyectada para dar sentido al relato y acoger las obras que le dan forma, adaptándose a su vez los espacios del templo.
La exposición comienza aportando un contexto biográfico de los dos artistas. Una de las características que comparten es que ninguno de ellos nació en las ciudades en las que posteriormente acabarían triunfando. Gregorio Fernández nació en Sarriá (Lugo) mientras que Montañés lo hizo en Alcalá La Real (Jaén). Sus vidas en Valladolid y Sevilla fueron una oportunidad para ambos escultores no solo para emprender su carrera sino para tener la oportunidad de conocer otros maestros, estilos y técnicas. El traslado de la Corte a Valladolid propicia la llegada de grandes artistas y la Corona, la nobleza y el clero impulsan las creaciones a través de su mecenazgo. Sevilla es la ciudad con más esplendor artístico de todo el sur de España, con referencias capitales llegadas incluso de colecciones arqueológicas. Estas circunstancias hicieron avanzar a los artistas en sus estilos, derivándolos hacia el Naturalismo, del que serían punta de lanza. Destacan los comisarios que son Gregorio Fernández y Juan Martínez Montañés artistas que reflejan en sus dilatadas carreras los temas y formas de representación propiciados por el Concilio de Trento. Este capítulo está secuenciado en tres subcapítulos (Historia de la Salvación, La grandeza de María y Modelos de santidad) que abordan las representaciones que ambos hacen de escenas de los textos sagrados, la iconografía de María, que tanto auge cobra en este periodo barroco y aquellos santos que, además, son estéticamente fundamentales en las trayectorias de los escultores.
Uno de los capítulos de la exposición sirve para comprender y valorar el gran papel de los policromadores de las tallas de los escultores protagonistas. Son profesionales que, además de realizar esta labor, desarrollaron una prestigiosa carrera como pintores. Diego Valentín Díaz o Francisco Pacheco fueron alguno de los que trabajaron estrechamente en los talleres de los maestros, pero no fueron los únicos. Con el tiempo, su influencia se fue extendiendo y dejando una huella imborrable que trascendió en el territorio más allá de sus ciudades.