Diario de León

Juan Manuel Rodríguez Castañón, Obispo de Tui

No resulta fácil de abordar el estudio de la vida de don Juan Manuel Rodríguez Castañón si previamente no se incardina su figura en unas circunstancias muy particulares que concurren en su lugar de nacimiento: Lois. La descripción de Lois más

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MARTA PRIETO SARRO
León

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El lugar, declaran, es de realengo y todos sus vecinos pertenecen al estado noble, aspecto nada extraño en el contexto leonés y que ha sido ya bien estudiado. Forman parte del Concejo de Aleón, Merindad de Valdeburón y su territorio limita con los de los concejos de Anciles, Pallide, Acebedo y Ciguera, lugar este último que es, a efectos eclesiásticos, anejo de Lois. Los vecinos ascienden a 50 sin incluir al párroco, más siete viudas, y las casas habitables son 51, a las que hay que sumar la casa rectoral y la vivienda que ocupa el preceptor de gramática, «que está aneja a la fundación del estudio». Hay, además, once solares, diez establos y 30 hórreos de los que, como curiosidad, no queda absolutamente ninguno en la actualidad. Ninguno de los vecinos es pobre de solemnidad. Tampoco hay negocios como taberna, carnicería o panadería aunque dos vecinos son roperos «esto es, proveedor en quatro meses de verano de pan cocido a los pastores de ganado fino». La mayor parte de los vecinos son labradores u obtienen de la labranza sus ingresos. No obstante hay en el lugar un escribano numerario del concejo de Aleón, un cerrajero, un herrero, dos roperos, un comprador de reses mayores, un maestro, un preceptor de humanidades y, por supuesto, un cura: Pedro Getino. Se desprende la existencia de algún otro oficio, como barbero o cirujano, aunque probablemente estos serían compartidos con otros lugares, y también de algún pastor, pues constan los diezmos de sus soldadas.

Lois a finales del siglo XVII

Por entonces hay en Lois 7 molinos harineros y dos batanes, todos de una rueda (consta haber habido otros dos molinos y un pisón más, ya arruinados) y 24 pies de colmenas. Recogen trigo, centeno, cebada, lino, linaza, hierba, legumbres y alguna hortaliza además de aprovechar los puertos para pastos y los montes. Existe un despoblado, el de San Martín, cuyo término, ahora de Lois, se siembra cada segundo año y se diezma aparte pues ese beneficio no lo tiene el cura del lugar sino un beneficiado que, en ese momento, era don Francisco de la Torre, canónigo de la catedral de León.

El lugar tiene escuela de primeras letras, fundada por Pedro Rodríguez Castañón, penitenciario de la catedral de Valladolid, quien además tiene establecida una beca de estudiante, y una preceptoría de gramática fundada por Jerónimo Rodríguez Castañón. Se diezman el trigo, el centeno, la cebada, las legumbres, el lino, las hierbas de los puertos arrendados, la lana fina y la genitura, los corderos y cabritos, los cerdillos, pollos, vino, queso y manteca fresca así como las verduras, las maderas y las soldadas de pastores. De los diezmos se hacen tres partes, correspondiendo dos al párroco y una al obispo de León. Por lo que atañe al beneficio de San Martín, se diezman, cuando toca, trigo, centeno y cebada. De las tres partes que se hacen, una es para el obispo, otra para el párroco y la tercera para el beneficiado.

Por numerosos e importantes documentos que conservamos, no hay razones para pensar que la situación del pueblo fuese muy distinta a finales del siglo XVII, cuando nace D. Juan Manuel Rodríguez Castañón. Salvo en el hecho de que entonces no existían aún ni la escuela de primeras letras (fundada en la primera mitad del XVIII, en ningún caso antes de 1715) ni la cátedra de gramática (cuyo establecimiento data de 1740), creadas ambas por dos miembros de la familia Rodríguez Castañón emparentados, obviamente aunque en grados diferentes, con él.

Su partida de bautismo, en cuyo margen izquierdo y encabezamiento se hizo constar posteriormente su condición de Obispo de Tui, dice así: En diez i nuebe de mayo de mill stos [seiscientos] i nobenta y cinco bautizó de mi licencia solengmente el ldo [licenciado] don Frco Gssº [González] cura de Liegos a Juan Manuel hijo lexitimo de D Bartolomé Rsz [Rodríguez] Castañón y de Dª Cathalina Gssº Castañon sus padres lexitimos fueron sus padrinos D Carlos Rodrg Castañón y madalgna de Canseco testigos Alonsso Rodrg [Rodríguez] Llamacares i Silbestre Rodrg [Rodríguez] y por verdad lo firmé ut supra. Mathías Álvarez Azevedo.

El asiento de bautismo, claramente manipulado en algunas palabras tiempo después de haberse realizado, nos ofrece otro dato para la historia del lugar en el apellido del párroco que realiza el asiento: Álvarez Acevedo.

Tres potentes mayorazgos

Una de las particularidades más llamativas de Lois es que desde principios del siglo XVII convivían en el lugar tres potentes mayorazgos, algunos de cuyos miembros -“y no pocos- alcanzarían un alto estatus: el de los Álvarez, el de los Álvarez Acevedo y el de los Rodríguez Castañón. No nos consta el momento exacto en que se constituyen (salvo el primero, que por documentos fidedignos sabemos que fue creado en 1594) pero sí sabemos que aparecen en los primeros años del XVII.

Los Álvarez Acevedo saldrán de Lois para incardinarse, fundamentalmente, en la administración del Reino mientras que los Rodríguez Castañón alcanzarán su espacio y especial relevancia en el estamento eclesiástico. Como ejemplos se pueden aducir los de Antonio Rodríguez Castañón, obispo de Ciudad Rodrigo (1662-1667) y posteriormente de Zamora, donde murió en 1668, y el de Francisco Rodríguez Castañón, obispo de Orense (1663-1667) y después de Calahorra donde murió en 1669. E igualmente, los de los hermanos Alonso y Pedro Rodríguez Castañón, el primero catedrático de la Universidad de Alcalá, fiscal de la Real Audiencia de Sevilla y Académico de la Lengua, y el segundo penitenciario de la catedral de Valladolid y fundador de la escuela de primeras letras de Lois así como de una beca de estudio.

Del tronco principal de los Rodríguez Castañón se desgajó un mayorazgo secundario a mediados del siglo XVII creado por Domingo Rodríguez Castañón, rector de Quintanilla, que heredó su hermano Pedro. A este mayorazgo pertenecerían Juan Rodríguez Castañón (colegial en Salamanca y canónigo en Oviedo que murió electo de Toledo), Jerónimo Rodríguez Castañón, capellán de Reyes Nuevos de Toledo y fundador del Estudio de Gramática) y el propio Juan Manuel Rodríguez Castañón, con el que el mayorazgo se extinguiría retornando los bienes (salvo la casa) al tronco principal que habitaban lo que en Lois se conoció siempre, tal como demuestran los documentos, como el Palacio.

Resulta evidente, aunque no siempre conste documentalmente, que los Rodríguez Castañón se abrían camino unos a otros. Así, sabemos que Juan Rodríguez Castañón tuteló a su hermano Jerónimo tal como este afirma en el Memorial de fundación del Estudio de Gramática incorporado a su testamento cuando afirma que a él «debió ser político» y por el mismo documento nos consta que Jerónimo crió a su sobrino Juan Manuel desde los dos años.

Una larga peripecia vital

Sus estudios primeros los realiza en Alcalá de Henares, en el Colegio de los santos Justo y Pastor que había sido fundado en 1620 por Juan García de Valdemora, obispo de Tui, razón por la cual fue conocido siempre como Colegio de Tui. Tenía solamente facultades de Artes, Teología y Cánones y en este último alcanza el grado de bachiller en 1714. Tres años después incorpora el grado en la Universidad de Valladolid y en esta obtiene el de bachiller en Leyes donde es profesor extraordinario y profesor sustituto en las cátedras de Instituta y Decretales Menores.

En 1721 Tomás Crespo Agüero (Rucandio, 1668-Zaragoza, 1742), que por entonces es canónigo magistral del arzobispado de Sevilla, es nombrado obispo de la diócesis de Ceuta y escoge a Juan Manuel Rodríguez Castañón, que solamente tiene 26 años, como provisor y vicario general de la misma. No se explica bien el nombramiento, pensamos, si no se tiene en cuenta que Tomás Crespo había sido colegial en el Mayor de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá donde forzosamente tuvo que haber coincidido con los hermanos Pedro y Alonso Rodríguez Castañón, nacidos en 1665 y 1669 respectivamente.

La relación entre ambos, obispo y provisor, sería, en cualquier caso, fructífera. Pues trasladado Tomás Crespo a la archidiócesis de Zaragoza en 1727, Juan Manuel Rodríguez Castañón le acompañará con el mismo empleo al que pronto añadirá los de visitador de la ciudad y juez eclesiástico y de apelaciones.

En 1730 obtiene beca en el Colegio Mayor San Ildefonso de Alcalá y pasados los siete años de la misma, en los que muy probablemente se licencia y doctora en Cánones, obtiene por oposición la canonjía doctoral de Zaragoza. El propio Tomás Crespo le propone como su obispo auxiliar, dignidad que le es concedida el 4 de mayo de 1739 con el título de Utina in partibus infidelium . Tras la muerte del arzobispo en 1742, continuará su labor en Zaragoza. Renuncia al obispado de Jaca pero aceptará el de Tui, que vaca en septiembre de 1751. Las bulas se expiden el 20 de marzo de 1752 y, de camino para su diócesis, consta que pasa por la ciudad de León donde en el mes de junio consagra obispo de Mondoñedo al leonés Juan Manuel Escobar Carrera (morirá el 27 de julio inmediato) y en el convento de San Marcos ordena de presbítero a Francisco Rodríguez Campomanes, hermano del que, años después, será ministro de Hacienda.

Tui y el Obispo Castañón

No hay mayor elogio de Juan Manuel Rodríguez Castañón que el que realiza Enrique Flórez, riguroso contemporáneo, en su España Sagrada (Vol. XXIII, páginas 87 a 96). Allí deja patente el grado de austeridad de su vida, su humildad, moderación y obras de caridad. Y, además de las virtudes estrictamente cristianas, nos proporciona unas notas sobre su condición intelectual cuando afirma que manejó «con experiencia y ciencia» las causas eclesiásticas que conserva «por medio de tres grandes volúmenes escritos de su mano» y refiere que «su librería no es como la de otros, cuyos libros los tienen solamente los estantes» sino que numerosas «observaciones y notas originales de su mano ilustran casi todos los libros de su biblioteca.» Curiosamente, en el retrato que se conserva en la iglesia de Lois se le ve junto a unas estanterías llenas de libros entre los que pueden apreciarse cinco tomos de los Padres Salmanticenses ; tres del célebre canonista italiano Próspero Fagnano (que han de ser el Ius canonicum seu comentaria absolutissima in quinque libros Decretalium) y dos tomos del bávaro Johann Georg Reinffestuel, que escribió una Theología Moralis (1692) y Ius canonicum universum (1700)].

La memoria que se conserva de Juan Manuel Rodríguez Castañón en la diócesis tudense viene a corroborar la imagen que de él nos proporciona E. Flórez. Pues en varios lugares de la diócesis (Pexegueiro, Celeiros, Oliveira) y en la ciudad hay obras suyas de gran envergadura.

Juan Manuel Rodríguez Castañón mandó construir la actual capilla de San Telmo (bendijo y puso la primera piedra y murió inmediatamente después), precioso y extraordinario ejemplar de barroco portugués. Se levantó sobre una capillita que existía desde el siglo XV en el lugar donde la tradición quiere que viviera y muriera el dominico Pedro Telmo (finales XII-XIII), santo patrón de la diócesis, cuyos milagros se pintaron en las pechinas de la cúpula.

También es obra suya el Hospital de pobres y peregrinos, hoy sede del Archivo Diocesano, que reedificó en 1756 a sus expensas sobre un hospital del que hay noticias desde 1181 y que ya había sido rehecho por el obispo Diego de Torquemada en 1569. Puso la obra bajo el patrocinio de la Virgen del Pilar cuya imagen puede verse en su fachada.

Es obra de Juan Manuel Rodríguez Castañon la reforma de la capilla de San Andrés o del Santísimo, consagrada en abril de 1769. Posee un magnífico retablo barroco, obra de Francisco Fontela, en el que se colocaron las imágenes de bulto de santo Toribio de Mogrovejo, san Juan de Sahagún y santo Tomás de Villa-

nueva. En el tímpano del arco de la puerta nueva de la capilla pueden verse las armas en forja del obispo, semejantes a las que aparecen en el grabado inserto en las Constituciones Sinodales del Obispado que mandó reimprimir en 1761 y que conocemos también por el cuadro al óleo anteriormente citado y por la representación que de ellas se puede ver en el ábside de la iglesia de Pexegueiro cuya capilla mayor reedificó en 1765.

Fiel a la devoción absoluta que profesaba a la Virgen del Pilar desde su estancia en Zaragoza, mandó construir también un altar en el que luce un espléndido retablo con su imagen policromada, y donó a la iglesia tudense una preciosa talla en plata de la misma que puede verse en el Museo Catedralicio.

Juan Manuel Rodríguez Castañón murió el 12 de julio de 1769 a las 9 de la mañana y sus vísceras se enterraron en la capilla de San Andrés mientras que su cuerpo se depositó en el altar mayor, en donde los canónigos, de manera totalmente excepcional, le concedieron sepultura por el gran aprecio que le profesaban. No se conserva su lápida cuyo texto, sin embargo, conocemos por haberse descrito en la Oración Fúnebre pronunciada en sus exequias por el franciscano Fr. Josef Antonio Romero y que se publicó en 1770 gracias al interés de Ramiro de Robles, natural de San Feliz de Torío, arcediano de Miñor y, hasta su muerte, su secretario de cámara.

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