Diario de León

Existen los libros que te acompañan

Creo que mis primeros libros estaban recogidos en una colección preciosa de películas de Walt Disney. Mis favoritos eran Dumbo (la ternura de su mamá y sus amigos), Bambi (¡cuántas veces, cuántos lloros por aquel final tan trágico!) , La Dama y el Vagabundo (años después tendría mi propia Dama), Alicia en el País de las Maravillas (desobediencia, el afán de descubrir) y, por supuesto, Peter Pan. Peter Pan sigue conmigo. ¿Quién quiere crecer?

Pablo Neruda, Juan Gelman, Mario Benedetti. «Por su sensibilidad, por su amor, por su compromiso no pueden faltar».

Pablo Neruda, Juan Gelman, Mario Benedetti. «Por su sensibilidad, por su amor, por su compromiso no pueden faltar».

Publicado por
DÉSIRÉE PIÑERO
León

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Más adelante me veo con mis primos y nuestra pandilla de la calle intercambiándonos todos los de Enid Blyton y Agatha Christie. Eran épocas de misterios, nombres en clave, cabañas en el río, primeros amores, grandes secretos y grandes pactos.

Mi primera lectura clásica fue Coplas por la Muerte de su Padre de Jorge Manrique. Me marcó profundamente. Mi abuelo acababa de morir rodeado de todos los suyos, también. La pasión contagiosa de aquella profesora. Todo contribuyó —supongo— a que yo lo recuerde, todavía.

A partir de aquí diría que siempre he sido intuitiva. Leo lo que me sorprende, lo que me gusta, lo que me sugieren mis amigos. Por eso me encanta ir de librerías o a la biblioteca a la caza del tesoro. No tengo ningún problema en abandonar aquello con lo que no disfruto. Tampoco creo que existan los libros que uno tiene que haber leído. No. Existen los libros que te acompañan, a los que vuelves, los que entran en tu vida y se quedan para siempre… Por eso los libros de mi vida serán una lista ecléctica y nunca cerrada. Mi lista. Dentro de unos meses recordaré algunos de los que me he olvidado, sin querer.

Y aquí entra Mafalda , otra vieja que, al igual que Peter Pan , nunca se ha ido de mi casa y siempre tiene algo que decir. Mafalda para mí es hoy sonrisas y guiños con mis hijos en aquellas cenas «literarias» que nos traíamos entre manos, mofletes y risas a raudales.

Imposible olvidar

Sigo con Hispanoamérica. En poesía, imposible olvidar a Neruda por, al menos, 20 razones. Por su sensibilidad, por su amor, por su compromiso no pueden quedar fuera Benede-tti, Gelman y Gioconda Belli.

En novela, yo elegiría dos: Travesuras de la Niña Mala, de Vargas Llosa y El Amor en los Tiempos del Cólera, de García Márquez. A unque sólo fuera por esa deliciosa página de cierre a la que vuelvo una y otra vez, aquel ir y venir del carajo que duraría toda una vida —de García Márquez .

Tengo dos novelas siempre al alcance de mi mano desde hace muchos años: Rayuela de Cortázar y El Túnel de Ernesto Sábato. Forman parte de la misma época de mi vida. Son libros eternos, como lo son los personajes de la Maga o María Iribarne. Mujeres a las que querer, sin condiciones, sin resquicios, sin tiempo.

De aquella misma época y de diferentes partes del mundo rescataría: El Lobo Estepario de Herman Hesse, por su oscuridad, por su dolor, por su magnetismo. Y, por supuesto, Camus en L´Étranger : «Aujourd´hui, maman est morte. Ou peut-être hier, je ne sais pas». Sin olvidar a Scott Fitzgerald en El Gran Gatsby, con el que aprendimos a no criticar a nadie, aunque tuviéramos motivos para ello. Nadie ha tenido las oportunidades que nosotros tuvimos, parafraseando un gran consejo del libro. Y en el otro extremo, por su ternura, colocaría a Truman Capote en El Arpa de Hierba, u no de los libros más conmovedores que yo haya descubierto nunca. Sin olvidar nunca a Virginia Woolf en Una Habitación Propia. Con ella generaciones de mujeres aprendimos la importancia de los espacios propios y de la independencia económica a la que debíamos aspirar. Bradbury en Farenheit 451 me impresionó muchísimo. La resistencia, las bibliotecas quemadas, los hombres-libro. ¡Qué final más maravilloso!

También presente en mi vida

La literatura francesa también ha estado presente en mi vida. Hoy me quedaría sólo con Le Petit Prince, aunque sólo fuera por el capítulo XXI. Y, de reciente aparición en mi vida, la novelista Anna Gavalda: Quisiera que alguien me esperara en algún lugar , Peligrosamente Juntos. Todas muy recomendables. La placidez de su estilo, la ternura de sus emociones, todo me ha merecido la pena desde que descubrí a esta mujer.

En literatura española nunca olvidaría a Ángel González. Siempre está en el equipaje Palabra sobre Palabra . Y tampoco me permitiría olvidar a García Montero en Completamente Viernes . Autores compartidos, vividos y disfrutados intensamente.

Entre los libros de mi vida, dos de mis novelistas favoritas serían Carmen Martín Gaite y Almudena Grandes. Sus personajes femeninos son mujeres que hablan, que sufren, que ríen, que se apasionan, que viven. También a Juan José Millás en El Desorden de tu Nombre y La Soledad era esto . Aquí encontré yo dos de los mejores retratos femeninos escritos por un hombre. Salvando y respetando absolutamente todas las distancias con los intocables de las novelas europeas. De Sampedro, absolutamente todo. Mis favoritas: La Sonrisa etrusca , Congreso en Estocolmo y La Vieja Sirena . No podría olvidarme de Javier Marías: Todas las Almas, Corazón tan Blanco, Mañana en la Batalla Piensa en Mí, Los Enamoramientos . Es un autor denso, difícil, apasionante.

Tampoco merecería un despiste Arturo Pérez Reverte. Obviaría la serie de Alatriste y me quedaría con sus primeras novelas: El Club Dumas , La Tabla de Flandes, La Carta Esférica, La Reina del Sur … Descubrí a Luis Leante en Mira si yo te querré. Me encantó el título. Esperé con ilusión la publicación de La Luna Roja y ambas son ahora dos novelas muy queridas para mí.

Creo que es el momento de ir concluyendo. Dentro de unos meses, o tal vez de unos años, la lista se incrementará o se irá vaciando para ir quedando ligera de equipaje. Pero estoy segura de que estos libros se mantendrán y no me decepcionarán: llevan años y años en rincones muy queridos de mi casa. Vamos envejeciendo a la vez. Es agradable.

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