El mejor Javier Marías

N o es fácil adentrarse en el sentido de esta novela de Javier Marías, crónica sui géneris de la España de posguerra y de los ochenta. Así empieza lo malo es una novela de personajes, entre los que no faltan tipos reales, como el académico Francisco Rico, amigo de Juan de Vere, narrador de la obra.

Escrita en primera persona, Juan de Vere recuerda en estas páginas distintas relaciones humanas de personajes turbulentos, de trayectoria siempre sinuosa y dramática. Desde el momento en que Eduardo Muriel, prestigioso director de cine, contrata a Juan de Vere como secretario, para que indague en la vida de su amigo el doctor Jorge Van Vechten, todo cambia. Va a conocer de forma directa el presente de una España moderna y el pasado oscuro de la posguerra vivido por Van Vechten. Entre ambos, la presencia de Beatriz Norega, esposa de Muriel, se yergue como un elemento desconcertante y misterioso. Desgraciadamente, Juan de Vere descubre algo esencial: «Pero es verdad que siempre se llega tarde a la vida de las personas, y a todo». Confuso ante las vidas que está descubriendo, recurre al Vidal Secanell, un joven y brillante pediatra, amigo de confianza. A partir de ese momento, todo lo descubierto por Juan de Vere tiene un significado diferente, pero tal vez sea demasiado tarde para él. Se ha comprometido con excesiva intensidad y no descubre realidades dramáticas, las comparte. Por ello, esa suerte de epílogo que comienza en la p. 529 es un testimonio desolador: aunque lo confiese («Pero no fui Muriel entonces, ni lo soy ahora») nada ha cambiado en la vida del narrador ni en esa España que le ha servido a Javier Marías para trazar una apasionante visión de la posguerra y del momento actual. Todo ello sin renunciar a la brillantez de su retórica, más accesible que en otras obras.