Diario de León

poesía

Nunca se vuelve

wendy Marta Asunción Alonso Premio de Poesía Joven RNE, Pre-Textos, Valencia, 2015. 108 páginas.

Publicado por
josé enrique martínez
León

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E n 2011 el poemario Detener la primavera venía avalado por un premio de poesía joven; ahora Wendy , título alusivo a la popular heroína de Peter Pan, recibe otro premio de poesía joven, pues Martha Asunción Alonso, nacida en 1986, lo sigue siendo. No es extraña esta cosecha de estos y otros premios, pues la poeta disfruta de intuición poética, de sabiduría constructiva y de especial capacidad para trasladar al lector el efecto emotivo. El libro mismo es como un edificio que planta los cimientos en el primer poema para cerrar el tejado en el último. «Hoy quisiera volver», dice aquel; «No se puede volver» constata el epílogo. De este modo se sugieren algunos ejes temáticos que cruzan el poemario: la memoria que recrea el pasado y la fugacidad temporal. «Sol fugit» se titula la primera parte, ambientada en el entorno familiar. Cobran vida ficticia abuelos, tíos y padres, pero no para trazar el árbol genealógico, sino para ser depositarios de una emoción, para anclar un momento del pasado o para evocar palabras que encierran belleza y sabiduría doméstica: «Hay pedazos de vida / que son / sueños enteros». La poeta eleva la anécdota a poesía: «En mi familia no hay poetas», comienza un poema, que termina: «En mi familia / no hay poetas / malos». En ese mundo familiar hay figuras llenas de atractivo, como la tía Clara, que vivió a contracorriente, y que, por cierto, «solamente una vez volvió a León para cantar, vestida con una fada blanca de baiana, en el entierro de su padre minero». No es la única vez que aparece el abuelo silicótico, pues hay otras alusiones, como la que dice que «íbamos en el coche al hospital de Ponferrada» o la que se refiere a «los coches de línea que traen al practicante de Bembibre».

En la segunda parte asoma la ironía. «Ciencia exacta», por ejemplo, constata la ignorancia de las leyes matemáticas; a cambio, «sé que mi amor tiene las manos grandes y calientes»; pero ese canto al amor se resume así: «Soy hija de la LOGSE. / Y de letras, encima. / No conozco más ciencia exacta que mi amor». Ironía y gracia. Pero también hay versos de unción amorosa: «Poder decir bajito, con las manos, a oscuras, / el nombre de quien amo». En la parte última, lo relevante es el canto al hecho de ser y estar mujer, con rabia y con fuerza, acompañada de un admirable «Equipaje» de mujeres artistas y poetas.

«Nunca se vuelve», escribe finalmente la poeta. Los lectores, en cambio, volvemos siempre a la buena poesía.

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