Diario de León

Huyendo del estigma de víctimas

l Alejandro Pedregosa publica con Planeta ‘Hotel Mediterráneo’. Filandó n el escritor se sumerge en el universo terrible de la violencia machista a través de un grupo de personas con la música de serrat de fondo

El escritor Alejandro Pedregosa vuelve a publicar con la editorial Planeta

El escritor Alejandro Pedregosa vuelve a publicar con la editorial Planeta

Publicado por
carlos mínguez
León

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P oeta, novelista, autor de relatos en prensa y profesor universitario, Alejandro Pedregosa tiene nueva «criatura» en las librerías, Hotel Mediterráneo , una novela con personajes «singulares», como singulares «somos todos los seres humanos». «Dentro de cada uno de nosotros —sostiene el autor— hay una novela. Si no por la vida real que llevamos, por lo que hacemos a diario, nuestra fachada, sí por lo que llevamos dentro, casi siempre una gran historia». Alejandro Pedregosa (Granada, 1974) va más allá en su argumentación. «Podemos —dice— haber tenido la vida más aburrida del mundo, el pasado más aburrido, pero una existencia fascinante en la imaginación, en deseos».

Singulares, atípicos, peculiares... son pues los habitantes de este Hotel Mediterráneo (Planeta): dos mujeres obligadas a huir por la violencia terrorista, una tercera que también huye, en su caso de la violencia machista, un pianista obsesionado con la música de Serrat y un político corrupto escapado de la justicia. Hombres y mujeres con algo en común, la huida de algo o de alguien, y con una «mochila» a sus espaldas que en todos ellos va cargada de sufrimiento. «Todos —recalca Pedregosa— cargamos con nuestra propia mochila».

Si atípicos son sus habitantes, no lo es menos ese Hotel Mediterráneo, ubicado lejos del mar, en plena montaña, en un lugar «donde la civilización empieza a difuminarse». Un establecimiento en el que encuentran cobijo y consuelo mujeres víctimas de la violencia de género. Hasta allí llegará Tamara huyendo de un hombre que la muele a palos. Es una mujer joven, silenciosa y melancólica que, «aun estando enamorada, no sabría mantener una relación equilibrada y sana» con otro hombre, escribe Pedregosa. «Ni puede dar amor ni sabe, de momento, recibirlo».

Algo que se empeñará en cambiar Francesc, el narrador de esta historia, con una pizca de misterio y final abierto, un joven con un pasado familiar difícil, enamorado de Tamara y de la música de Serrat, que interpreta al piano durante las cenas que se sirven en el restaurante del hotel. ¿Por qué Serrat para poner banda sonora a esta novela? «Serrat —destaca Pedregosa— ha triunfado por muchas razones, pero sobre todo porque los personajes de sus canciones tienen una trascendencia humana que los hace casi arquetipos. Son trascendentes. Eso hace que todo el mundo guarde en su memoria una canción suya».

Hace unos días, una lectora le decía a Pedregosa, ganador en 2004 del Premio de novela corta José Saramago, que Hotel Mediterráneo le había parecido «como un caramelo de limón y miel», con un lado amargo y otro dulce. Amargo, por las historias relacionadas con el terrorismo, la corrupción y la violencia machista que los personajes llevan en sus «mochilas» personales, y dulce por cuanto hay en todos ellos de esperanza.

Pedregosa es consciente de transitar en esta novela corta, de apenas 180 páginas, por un camino complejo y delicado, el de la violencia machista, una tragedia sobre la que se documentó antes de ponerse a escribir, hablando con víctimas y verdugos, con psicólogos, y leyendo libros y estudios sobre esta lacra. Ahora bien, la historia violenta de Tamara, el maltrato, es un eje de la novela, pero no el único. «No me he atrevido —reconoce su autor— a hacer una novela estrictamente sobre este problema, porque es muy complejo desde el punto de vista psicológico». «Hay mujeres que son como ese tronco hueco en el que siempre va a anidar alguna colmena de avispas. Y otras que no, que afortunadamente superan su tragedia y logran quitarse de encima ese episodio de violencia, y al trascenderlo dejan de ser víctimas y pueden, incluso, ayudar a otras mujeres».

El final de su novela es un final abierto, deliberadamente. «No quería cerrarlo con un ‘chimpún’. A veces pienso que podría tener continuidad. Nunca había pensado en hacer de esta historia una saga, pero, sin embargo, la idea se mueve ahora en mi cabeza», reconoce este escritor y profesor universitario que vive a caballo entre Madrid, Granada y Pamplona.

A la hora de sentarse a escribir, si hay algo que busca por encima de todo es que «cada palabra ocupe su sitio» en la narración y sorprenderse a sí mismo. «La historia es como un faro entre la niebla. Yo no veo el faro (el final), pero sé donde está la luz, sé en la dirección que debo ir. Si no fuera así, sería un aburrimiento».

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