Lo más íntimo de nuestras vidas

A la muerte de un marido, un padre y un hermano, un hombre como Dios manda: tanta muertes en un solo hombre». A raíz de esta pérdida se articula el desarrollo de esta deliciosa novela. Una historia de cuatro mujeres —Gloria, Dolores, Natalia, Ángela— y de otros personajes que, por las relaciones de ellas derivadas, se incorporan con naturalidad al relato, con el acento de la familia «viviendo en los márgenes de la felicidad»: intimidad, amor, sentimientos, pasiones, dudas en los amores cruzados, vacíos que unos y otros dejan, reproches, inseguridades, celos, contradicciones, confidencias… se suceden de forma despiadada y natural conformando un cuadro humano y literario de una forma excepcional. Emoción e intimidad como propuesta que supera los límites de lo personal para hacerse universal. Emerge entre todas, a mi juicio, la figura de Dolores, «que no sabe con quién volcar su amor, un amor que ha quedado intacto, que sintió por su hermano y, de alguna manera, siente por su cuñada y sus sobrinas, pero éste es otro, un amor que sólo le pertenece a ella». Un mundo femenino desbordante —«la mujer y su mundo interior, lazos familiares y la poesía de lo cotidiano»— que parece convertirse en una especie de norma escrita que capta la intuición o la sicología. No se olvide que «hay muchas maneras de ser mujer, aunque no lo parezca». Si ese buceo en lo íntimo y cotidiano se alza como una referencia de maestría, la deliciosa forma de contarlo, de sugerir, de indagar incluso, es el apoyo necesario para la conclusión de encontrarnos ante un magnífico texto en que tiene personalidad propia la riqueza de la prosa, limpia y fluida, de una potencia e intensidad realmente extraordinarias. No olvide el nombre de Jenn Díaz.