Diario de León

POESÍA

Volar sin agitar las alas

POESÍA COMPLETA César Simón Pre-Textos, Valencia, 2016. 456 pp.

Publicado por
JOSÉ ENRIQUE MaRTÍNEZ
León

Creado:

Actualizado:

L a generación del medio siglo cuenta con nombres canónicos (Ángel González, Gil de Biedma, etc.), pero otros han estado más desamparados por antólogos y críticos. A su rescate acudió, entre otros, Vicente Gallego en El 50 del 50 (2006), antología de seis poetas entre los que figuraba César Simón (Valencia, 1932-1997), un caso curioso, pues su obra, poco atendida fuera del país valenciano, ha concitado allí intereses intelectuales en forma de tesis y otras investigaciones, así como la fascinación de lectores que se califican como ‘simonistas’. Uno de ellos es el citado coterráneo y también eminente poeta Vicente Gallego, que ha preparado la edición de la Poesía completa de César Simón presentándola con un prólogo de setenta páginas en el que brilla el reconocimiento y el acierto, además de la amistad y el afecto. Otra simonista es Begoña Pozo, autora de una tesis doctoral y una monografía sobre César Simón, la cual añade a la Poesía completa una bibliografía total del y sobre el poeta. Para Gallego, la obra de César Simón es la de un clásico «porque está más allá de las modas y de los gustos». Pero fue además un poeta amigo cuya personalidad traza con no disimulado cariño por aquel temperamento ensimismado y meditativo, que buscó una escritura sobria, ajena al exceso retórico y emocional. No es extraño que sintiera la cercanía de Azorín y algunas reticencias hacia el otro paisano grande, Gabriel Miró.

La obra lírica de César Simón la componen no más siete poemarios. El centro de la misma puede ser Templo sin dioses (1997), del que dimos cuenta oportunamente en Filandón. Pero ya en Pedregal (1970) asomaba un poeta despierto al mundo de las sensaciones. Estaba también presente ya una forma de expresión fundada en el sustantivo y en el verbo como formas sustanciales, huyendo del mero adorno adjetival. Acaso se deba al camino meditativo de toda su obra. Meditar es sobre todo, según indica, «ascender y volar sin agitar las alas», pues «hay un sabor más alto que la inteligencia, / un ligero fervor silencioso y musical..., / un acorde discursivo de palabras mudas».

El campo de meditación es la vida, la existencia, con la «convicción de encontrarnos esencialmente solos en el mundo y aceptarlo» y no lamentarse por la nada que somos. Bien es verdad que el vivir es un enigma no resuelto, un algo indefinible, pero hondamente sentido y perseguido. Como se ve, merece la pena acercarse a una obra que toca algunas de nuestras fibras más sensibles.

tracking