Diario de León

Un alegato novelesco contra las fronteras

l Pedro Sorela critica los límites impuestos por el hombre en el libro ‘Banderas de agua’. BANDERAS DE AGUA Pedro Sorela Fronterad, Madrid, 2016. 184 páginas

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Publicado por
carmen siGüenza
León

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U n día los tiburones decidieron establecer fronteras en el mar». Así comienza la nueva novela de Pedro Sorela Banderas de agua , un alegato metafórico y simbólico contra el establecimiento de fronteras, contra la imposición limites geográficos al ser humano, con el mar como escenario.

Publicada por la editorial Fronterad, la novela del escritor, periodista y profesor de la Complutense Pedro Sorela (Bogotá, 1951) es una intensa reflexión sobre un tema central que gravita en todo el mundo. Una propuesta, como metáfora del mundo, envuelta en una bella ficción escrita por «un viajero empedernido», por un nómada.

«Escribí estas ideas en clave de narración porque, como narrador que soy, me parece un lenguaje más atractivo, más claro, y espero que más eficaz. Y estoy cansado de que a los escritores se nos pida que hablemos como teóricos, que es lo que no somos. Como decía Graham Green, no somos ‘intelectuales’, sino ‘emocionales’», argumenta Sorela en una entrevista.

El autor de títulos como Viajes de niebla o El sol como disfraz , es hijo de un español y una colombiana, viajeros ambos también, circunstancia que marcó que el escritor se sentiría «un extranjero, un migrante desde el principio de su vida, muy consciente de las fronteras. «O mejor de su ausencia —precisa—, pues tuve la enorme suerte de que mis padres jamás se las tomaron demasiado en serio y, en la medida de sus posibilidades, se sentían en casa en muchos sitios», añade.

Así con estos mimbres en el ADN, el punto de partida de Banderas de agua fue la detención en Alemania de una alumna de doctorado del escritor, una joven colombiana, que, «a causa de un visado torpe y mal diseñado, fue detenida dos días y corrió el riesgo de ser deportada y perder todos sus esfuerzos y sus estudios», relata Sorela.

Esta experiencia, sumada al atentado que sufrió el hermano del escritor en Colombia, a causa del cual éste pasó diez años con su familia exiliado en el Europa, como ya contó Sorela en su libro Yo soy mayor que mi padre , fueron los dos hechos que inspiraron al escritor para poner en marcha este relato, que ahora toma cuerpo de libro.

«Soy alérgico a las fronteras por convicción pero si se quiere también por biología, soy mestizo, hijo de español y colombiana, y ambos me hicieron llevar una vida más bien nómada desde que tenía meses de edad», explica.

«Además —continúa— mi abuelo español era además un marino, luego explorador y más tarde diplomático consagrado, entre otras cosas, a combatir la esclavitud, que también viene a ser una cárcel muy estrecha».

«Tengo la intuición de que en realidad todo el mundo pertenece a todos los humanos, sin distinción, y que nadie debería tener el poder de decir ‘esto es mío y aquí no entra más que quien yo diga’», subraya Sorela, e incide: «Ya me hago cargo de que estas ideas son utópicas, pero para eso estamos los escritores: para escribir ideas a las cuales tender».

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