Diario de León

Yuval Noah Harari historiador

«Los algoritmos lo van a elegir todo»

«En un futuro no muy lejano, la convivencia entre la inteligencia artificial y el hombre será lo común»

El israelí Yuval N. Harari, autor de ‘Homo Deus’

El israelí Yuval N. Harari, autor de ‘Homo Deus’

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daniel roldán
León

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Y uval Noah Harari (Kyriat Atta, Israel, 1976) sonríe cuando se le pregunta por las películas de Terminator . En ellas, el hombre debe luchar contra las máquinas para tener el control sobre el planeta. Un error de base, según este historiador lanzado a la fama cuando Mark Zukenberg recomendó su libro Sapiens , porque el ser humano les concede «conciencia y emociones» a las máquinas. Pero en un futuro no muy lejano, la convivencia entre la inteligencia artificial y el hombre será lo común. Eso es lo que plantea en Homo Deus (Debate), donde el ser humano se plantea otros retos.

—Hombres y robots van a convivir. ¿Como iguales en todo?

—No. Muchas veces se confunde inteligencia artificial con conciencia artificial. En los últimos cincuenta o sesenta años ha habido un desarrollo extraordinario en la inteligencia de los ordenadores pero desarrollo cero en su conciencia. No hay ninguna indicación de que vayan a a desarrollar sentimientos. Mirándolo todo desde una perspectiva más amplia, podemos decir que los mamíferos ha evolucionado a través de la conciencia, es decir, nuestra inteligencia se basa en las emociones, en nuestras sensaciones. Creemos que cualquiera inteligencia superior tiene que estar basada en sentimientos y emociones, pero no es así. Uno puede desarrollar una inteligencia basada en ordenadores sin pasar por la conciencia. Este mismo año, un software llamada AlphaGo derrotó al campeón del mundo de un juego chino llamado go. Cuando los expertos analizaron la partida de la máquina, concluyeron que ya no hay ninguna posibilidad de que los humanos puedan ganar al go. Los ordenadores son más inteligentes que los humanos en este juego. No obstante, este programa tiene cero conciencia. No sentía miedo ni alegría.

—Usted comenta que en el último siglo se ha avanzado en derechos más que en toda la historia. Pero también advierte de que se pueden acabar este siglo.

—En el siglo XX creíamos que la autoridad suprema eran los sentimientos. El cliente siempre tiene la razón y la ética se resume en sentimientos. Pero en el siglo XXI la autoridad es probable que cambie y pase de los sentimientos a algoritmos. Estamos creando algoritmos que nos conocen mejor de lo que nos conocemos nosotros, que entienden los sentimientos mejor que nosotros. Esos algoritmos van a tomar más decisiones en nuestro nombre, en el día a día. Si quieres ir de aquí a a la estación de trenes no te fías de tus sentimientos, sino de Google Maps. Dentro de veinte o treinta años te vas a fiar de Google para que te diga qué estudiar en la universidad, dónde trabajar, con quién te vas a casar o a quién debes votar. Todo con un índice mayor de acierto que si se dejara libre.

—¿No es una domesticación absoluta del hombre?

—Sí. De alguna manera se trata de saber en quién reposa la autoridad. Ya no la tiene el ser vivo, sino esa serie de algoritmos. Esa red de alfortimos recoge y analiza datos de forma constante y eso no puede hacerlo cualquier ser humano.

—¿Es posible evitar ese futuro?

—Es posible pero la mayor parte de la gente no quiere evitar ese futuro porque no está siendo creado por un gobierno dictatorial sino por todos nosotros. Uno decide seguir a Google Maps y decide dar a Google muchos datos sobre ti. Uno decide tener o no tener cuenta de Facebook y le das mucho datos. En veinte años, si quieres contratar a alguien como periodista, publicas un anuncio y se te presentan diez personas. Hoy en día haces alguna prueba y eliges a cinco y les haces una entrevista personal. Intentas fiarte de tu intuición para saber si va a ser un buen periodista. Dentro de veinte años les vas a decir: no quiero vuestro currículo, enviadme el DNI. No quiere que vengáis a la entrevista. En su lugar quiero que mi algoritmo tenga acceso a vuestra cuenta de Facebook. El algoritmo va a analizar tu cuenta de Facebook y te va a decir si es un buen periodista o no. Puede decirse en todas las profesiones. Y esto, por supuesto va a crear muchos problemas en cuanto a la discriminación. Hoy en día, en una entrevista personal si estás condicionado contra los africanos o los musulmanes, decides que no les das el trabajo porque es africano. Eso es ilegal. Si se discrimina a las personas, pueden demandarte. Pero en veinte años cuando el algoritmo elija a esa persona, tú no sabrás ni siquiera por qué lo ha hecho. Al algoritmo no le ha gustado algo de tu ADN, algo que solo tienes tú, por lo que es una discriminación contra ti, no contra las mujeres o los africanos.

—¿Pueden aumentar las diferencias de clases?

—Uno de los resultados posibles es el aumento de las desigualdades. Tanto porque dejas mucho poder en manos de estos algoritmos y porque mucha gente pierda su trabajo. No necesitaremos taxistas porque tendremos coches autónomos. No necesitaremos médicos porque tendremos médicos con IA e incluso periodistas. Hay algoritmos que escriben. Necesitaremos algunos. Lo mismo pasa con los intérpretes. Para traducir a Cervantes necesitas a una persona, pero para traducir el manual de una lavadora fabricada en Alemania lo haremos con algoritmos. Tendremos una clase de personas inútiles y no podremos hacer nada.

—¿Se puede decir cuándo comenzó el ‘homo deus’?

—No hay una fecha concreta. Es un periodo continuado. La idea de ‘homo deus’ es que los humanos están adquiriendo destrezas que se aplicaban a las divinidades. En muchas religiones antiguas los dioses debían vigilar por las buenas cosechas. El Antiguo Testamento, por ejemplo, dice que si te portas bien, dios velará por la agricultura con lluvia y sol y se asegurará de que no haya plagas. Esto se consideraba una destreza divina. Ahora, no. Los seres humanos lo hacemos mucho mejor. En el siglo que viene vamos a poder ver que los hombres adquieren destrezas aún más increíbles.

—¿Cómo ve ese futuro?

—No se puede poner freno al avance tecnológico, pero sí puedes determinar el camino. Las tecnologías se pueden usar de determinadas maneras. Es un debate que será más visible, como en la genética.

—¿Cuándo lo veremos?

—La gente joven de hoy va a ser testigo de grandes revoluciones, mucho más grandes que otras revoluciones de la historia.

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