Diario de León

FILANDÖN

Historias que ponen voz a los niños albinos

Ana Cristina Herreros publica relatos de la tradición oral de Mozambique, donde tiene un proyecto solidario. Había una vez una escritora leonesa a la que le gustaba escuchar relatos tradicionales africanos. Así Nació ‘Los cuentos del conejo’, tercero de una serie que permite financiar proyectos solidarios en senegal, Sáhara y mozambique «Matan y despedazan con total impunidad a los albinos, porque no son considerados humanos» «Muchas mujeres albinas tienen sida porque los enfermos creen que ellas lo curan y las contagian»

Imágenes de Kike Carbajal tomadas en Mozambique.

Imágenes de Kike Carbajal tomadas en Mozambique.

León

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La vida en África no vale nada. Y menos aún para un albino. En Mozambique son considerados fantasmas, gente que ya murió y se quedó en el mundo de los vivos. Así era hasta que llegaron los traficantes de órganos. Desde entonces, es aún peor. «Los traficantes convencieron a los hechiceros de que los albinos dan buena suerte. Los narcotizan y los despedazan. Con los miembros hacen amuletos y los traficantes se llevan los órganos. Nada queda de ellos tras su muerte. Todo se vende con total impunidad porque no son considerados seres humanos», cuenta la escritora leonesa Ana Cristina Herreros, que ha ido a Mozambique para escuchar los relatos de niños albinos. A la vuelta escribió Los cuentos del conejo y otros cuentos de la gente albina, ilustrados por Daniel Tornero, con prólogo de Alejandro Palomas, el último Premio Nadal, cuya madre también es albina.

Cuando la escritora leonesa publicó hace dos años El dragón que se comió el sol inició una aventura literaria con Libros de las Malas Compañías para recuperar la memoria oral en las comunidades negras. Cada una de las publicaciones está conectada a un proyecto solidario africano. Así, El dragón que se comió el sol es también la historia de un curso de alfabetización para las mujeres de la Baja Casamance y el suministro de libros a la biblioteca municipal de Oussouye (Senegal). Con Los cuentos del erizo y otros cuentos de las mujeres del Sáhara apoyan a la red de profesores que enseñan español y la alfabetización de las mujeres sarahauis.

Su viaje a Mozambique empezó en el barrio madrileño de San Bernardino. Una amiga de la escritora leonesa le contó la historia de una niña albina de aquel país que había venido a España «para morir con dignidad». Tenía un cáncer de piel, en principio, ya demasiado extendido. Sin embargo, el hospital Gregorio Marañón consiguió que saliera adelante. «Hoy vive en Madrid y se ha casado». Su amiga le habló sobre la terrible situación de los niños albinos en Mozambique. Ana Cristina Herreros hizo las maletas y viajó a la antigua colonia portuguesa acompañada por el dibujante Daniel Tornero y el fotógrafo Kike Carbajal, que expone ahora en Madrid su serie sobre los albinos mozambiqueños. En el país africano se alojaron con las monjas mercedarias, que tienen un proyecto de apoyo a los niños albinos.

La escritora leonesa se sentó con ellos a escuchar sus cuentos, historias de espíritus, de la importancia de no decir mentiras y por qué el gato y el ratón son enemigos, como le contó Rut Xalana, una niña de 12 años. De ahí salió Los cuentos del conejo, un libro con 28 relatos que Herreros ha rescatado en localidades como Maputo, Matola y Massaca. Un texto en el que abundan las historias sobre conejos, porque «es un animal pequeño, sin garras, que sobrevive por su inteligencia».

A los albinos les encantan estos relatos de conejos, porque se identifican con ellos y tienen los ojos enrojecidos como los suyos. Al menos, hasta que llegó la escritora leonesa, quien gracias a Nivea y a la ong África Directo, llevó un gran cargamento de cremas solares y gafas. «Los albinos, que carecen de melanina en los ojos y en la piel, soportan sin protección el duro sol africano y creen que el cáncer lo produce el pescado». Muchas mujeres albinas tienen sida porque los enfermos creen que ellas pueden curarlo, las violan y acaban contagiándolas.

Ana Cristina Herreros le preguntó a Susana Xambule qué necesita. «Sentir que le importo a alguien», contestó a ella. Yo dije: «Como las mujeres mayores de Chamberí». Así fue como se le ocurrió el proyecto solidario vinculado a Los cuentos del conejo. Lo ha llamado Una máquina para coser la esperanza, porque un grupo de mujeres que acude a los centros de mayores del distrito de Chamberí (Madrid) ha donado sus máquinas de coser —alrededor de 70— a las mujeres mozambiqueñas con albinismo. Las máquinas han viajado en un contenedor a Matola y ya están allí funcionando a pleno rendimiento. Esto les permitirá a estas mujeres poder alcanzar un salario digno, en un proyecto que ha unido a las mujeres de uno y otro continente puntada a puntada. Máquinas cargadas de historia, con las que las mujeres de Chamberí han cosido las vidas y los trajes de sus familias.

Xambulé, que tiene cáncer y sida y hace carbón vegetal para mantener a su familia, le contó muchas historias a Ana Cristina Herreros, que en su faceta de cuentacuentos adopta el pseudónimo de Ana Griott. Para ilustrar los relatos, Daniel Tornero realizó talleres de collage con los niños, que se colocaron sobre telas que las madres usan como falda o como chal: las coloridas capulanas. Los cuentos de los albinos son importantes también, según la escritora leonesa, porque prueban que son «humanos» y no espíritus, porque tienen literatura.

Ana Cristina Herreros piensa que «la Humanidad sobrevivió cuando en la hoguera paleolítica alguien tomó la palabra y contó un cuento». Ella nació en León y su abuela callaba cuentos. Estos dos hechos, aparentemente irrelevantes, determinaron su destino. Por si fuera poco, se llama Ana, Anita, y le gustaba escuchar historias fantásticas.

Filóloga y especialista en literatura tradicional, ha indagado en La asombrosa y verdadera historia de un ratón llamado Pérez y en La asombrosa historia del Hombre del Saco, también llamado Papa Noel.

Empezó recorriendo los pueblos, hablando con los viejos, y luego escribía sus relatos. Considerada una de las grandes expertas españolas en la literatura popular y oral, Griott ha desmontado algunos cuentos clásicos, como el de la Ratita presumida o el de Caperucita Roja. Editora durante 25 años en Siruela, en 2009 recibió el Premio Nacional al Libro Mejor Editado por su Libro de Monstruos españoles; y dos años después, por su Geografía mágica.

Ana Cristina Herreros con Susana Xambulué. KIKE CARBAJAL

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