Diario de León

el territorio del nómada |

Cometa de su vuelo

EL JUEVES 13 DE DICIEMBRE SE CUMPLIERON 30 AÑOS DE LA MUERTE DE MARÍA TERESA LEÓN (1903-1988), UNA ESCRITORA QUE VIVIÓ SU ÚLTIMO QUINDENIO SUMIDA EN LA NIEBLA DEL ALZHÉIMER . divergente

María Teresa León, con Rafael Alberti, en una foto de juventud

María Teresa León, con Rafael Alberti, en una foto de juventud

Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

Creado:

Actualizado:

A Partir de sus últimos años en el exilio romano, al que había llegado en 1963 huyendo de la persecución de una fluctuante Argentina, los sueños de María Teresa León para su retorno definitivo a España se estrellaron en el sumidero de los espejismos. Ningún caballo blanco la llevaría a cruzar la puerta de Alcalá, después de un exilio demasiado largo que pobló de sombras su maltratada memoria. Quizá como piadoso alivio para ignorar las patéticas aventuras de un Alberti desnortado, que en sus postreros años romanos se apasiona con Beatriz Amposta, joven catalana a la que el poeta lleva en ocasiones a su casa de Vía Garibaldi, confiado en que las nieblas que se han apoderado del cerebro de María Teresa le impidan darse cuenta del atropello. Porque el poeta no tuvo la cautela de aguardar a que cuajara el paisaje de sombras de María Teresa al iniciar su aventura en 1972, a la vez que los primeros huecos iban apareciendo en la memoria de su compañera de vida, quien le había llegado como «la aurora cubriendo un alto mar de primavera». Cuando Alberti conoció a María Teresa León, en 1929, «penaba en la entrada más profunda de una cueva sin aire y sin salida». Después de aquel deslumbramiento, iba a dormir y despertar sabiendo que no penaba «porque habías al fin aparecido». Hija de un coronel habituado a pedir traslado cada vez que una ciudad le empezaba a molestar, María Teresa nació en Logroño y vivió sucesivamente en Madrid, Burgos y Barcelona, «donde bailó con Alfonso XIII en una fiesta de Capitanía». En Madrid compartió con su prima Jimena Menéndez Pidal tardes de estudio y paseo adolescente. Sus madres eran hermanas. Ángel León y Oliva Goyri tenían frecuentes desavenencias y ella influyó para que el coronel solicitara traslado a Burgos, donde esperaba sentirse más arropada por el ambiente familiar ante las reiteradas infidelidades del marido. El coronel moriría en Barcelona de una angina de pecho cultivada durante años con su afición a los habanos. Pero antes, en el paso por aquel Burgos acogedor para la madre, María Teresa había conocido a Gonzalo Sebastián Alfaro, quien se ocupaba de los negocios familiares, entre los que estaba El diario de Burgos, dedicando su tiempo sobrante a salir y divertirse. Años más tarde, después de la guerra, sería compañero de batidas etílicas del célebre Pepín Bello, recalado en Castañares al cuidado del negocio peletero de su hermano. María Teresa tuvo en 1921 a Gonzalo, su primer hijo, y muy pronto abandonó el domicilio conyugal. El padre hizo rehén al hijo y María Teresa tuvo que implorar que se lo dejaran ver apenas durante un par de horas. Muy pronto vuelve a casa, incapaz de soportar aquel desgarro. Pero en el retorno ya no renuncia a escribir, expresándose con un seudónimo dannunziano: Isabel Inghirami. En 1925 nace Enrique, su segundo hijo, y en un viaje de negocios del marido a Buenos Aires, entre 1927 y 1928, los celos de Gonzalo y los dispendios de María Teresa hacen naufragar la convivencia, dejando a los niños en Burgos con el padre. En Burgos verán la luz también sus dos primeros libros de relatos: Cuentos para soñar (1929), que reproduce la estructura medieval de los relatos dentro de otro relato, donde personajes como Blancanieves o la Bella durmiente juegan con Merlín; y La bella del mal de amor (1930), cuyas seis historias muestran el sino contrariado de otras tantas mujeres para quienes el amor queda en un anhelo truncado por el ambiente. En Madrid, María Teresa se refugia en la casa familiar de Menéndez Pidal y sale adelante trabajando como vendedora de coches, entonces auténtico artículo de lujo. En la capital, María Teresa León entra en contacto con el mundo intelectual y conoce a Alberti en casa de una amiga. Alberti había concluido ya su relación con la pintora Maruja Mallo y seducido por la belleza de María Teresa pasan unos días juntos en la casa que tiene Menéndez Pidal en la sierra de Madrid. De allí, marchan una semana a Mallorca, desatando el chismógrafo madrileño. En especial, de Salinas, que cuenta la fuga a Guillén calificando a María Teresa como bella dama y mala literata. Durante 1933, se divorcia en julio de Gonzalo Sebastián y se casa en octubre con Alberti. Son años de viajes y experiencias compartidas. Una beca de la Junta de Ampliación de Estudios les permite conocer Europa con el pretexto de estudiar sus corrientes teatrales. En Moscú contactan con Pasternak y Elsa Triolet, en Berlín con Rosa Chacel y Rosenblat, en París con Picasso, Carpentier y Aragón, además de Chagall, cuyo universo pictórico inspira uno de los cuentos de Rosa-fría, patinadora de la luna (1934), ilustrado por Alberti, donde vincula las hadas infantiles con recursos vanguardistas, a veces escorados hacia lo onírico. Tanto la época republicana como la guerra civil asisten a un despliegue de actividad militante de María Teresa León, en el que descuellan su viaje con Alberti de 1935 por el continente americano, para explicar los sucesos de la revolución de Asturias, las guerrillas del teatro, sus Cuentos de la España actual (1935), «tierno testimonio de una República en manos de burgueses». La guerra sorprende a la pareja en Ibiza, en una aventura rescatada por el relato de Antonio Colinas. Las obras más importantes de León ven la luz en el exilio: los relatos de Fábulas del tiempo amargo (1962), las novelas Contra viento y marea (1941), Juego limpio (1959) y Menesteos, marinero de abril (1965), cuatro biografías, el viaje complaciente a la China maoísta Sonríe China (1958), y Memoria de la melancolía (1970), obra cumbre que da testimonio de su vida.

tracking