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Carmen Clara Balmaseda publica ‘Donde se queman los hombres’

Imagen de la escritora Clara Balmaseda

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Publicado por
Antonio Paniagua
Madrid

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La escritora Carmen Clara Balmaseda explora la culpa y la necesidad de redención entre los militares rebeldes que participaron en la matanza de Badajoz

¿ Qué pasa después de una guerra? ¿Qué ocurriría si un legionario tuviera un hijo homosexual que además sintiera aversión por la milicia? ¿Cómo reaccionarían los vecinos de un matarife cuando se esfuma la ley del silencio que impone la dictadura de Franco? A todas estas preguntas ha tratado de dar respuesta la novelista Carmen Clara Balmaseda, que acaba de publicar Donde se queman los hombres (ADN), una historia de aliento galdosiano en el que indaga en el devenir de los ganadores de la contienda de 1936.

«He escrito una novela negra en la que lo negro no está en el morbo, sino en los personajes, el ambiente y el tipo de sociedad», asegura la escritora. Graduada en Filología Hispánica, Carmen Clara Balmaseda (Badajoz, 1995) ha escrito una novela sobre la culpa, para lo que se sirve de una forma muy libre de los resortes de las historias criminales, la denuncia social y la literatura histórica. De niña escuchaba los relatos de sus abuelas sobre la Guerra Civil, relatos que eran discrepantes y hasta contradictorios.

«Mi abuela paterna, que estaba en el bando ganador, contaba unas cosas muy alejadas de la realidad. Para ella todo parecía un juego en el que se lo pasó pipa, la guerra era un suceso sobre el que se podía frivolizar incluso. Mi abuela materna, a quien le tocó el bando de los perdedores, tuvo que empezar a trabajar de costurera desde muy joven, pasó hambre y penurias. Ello demuestra que la realidad es objeto de múltiples visiones», asegura la escritora, que firma su segunda novela. La autora aborda uno de los episodios más cruentos de la Guerra Civil, la batalla de Badajoz, en la que participaron los regulares del Ejército de África en el verano de 1936 y que dio lugar a una matanza atroz, con asesinatos, saqueos y violaciones por doquier. La plaza de toros y las calles se convirtieron en un improvisado patíbulo.

El periodista estadounidense Jay Allen observó cómo las tropas sublevadas montaron en el ruedo una fábrica de matar. «Después de la primera noche se creía que la sangre llegaba a un palmo por encima del suelo», rezaba la crónica de Allen, amigo y compañero de Hemingway. Balmaseda se inventa dos legionarios que protagonizan la trama, Eusebio Vegas y José Antonio Expósito, que intervienen en el asedio a la ciudad. Este trance dará lugar a la unión indisoluble entre las familias de uno y otro, una unión que se perpetuará a través de sus descendientes. «José Antonio Expósito, que evita la pena de prisión alistándose en la Legión, mata para no ser matado. Cuando le toca participar en el pelotón de fusilamiento, porque el teniente coronel Yagüe no quería hacer prisioneros ya que le suponían una carga, reconoce a algunos de sus vecinos, lo cual le atormenta toda su vida. Al pasar los años, estará obsesionado con la forma como le miran».

El hijo del legionario

La escritora recrea las vicisitudes de Julián Expósito, homosexual, hijo del legionario y hombre que reniega de las armas. Balmaseda, en vez de fijarse en los perdedores de la contienda, pone el foco sobre los ganadores, y se pregunta si la violencia es una pulsión innata que brota cuando la ocasión lo propicia. «Si me preguntan si la guerra sigue condicionado nuestras vidas, de primeras diría que sí. Pero soy profesora de instituto y compruebo a diario que las nuevas generaciones no saben lo que fue este acontecimiento ni dónde lo venden».

Balmaseda, admiradora de Galdós, ha querido emular al autor de los Episodios Nacionales y urdir un tapiz de historias con personajes que saben del dolor infligido por los remordimientos. Al estilo de que lo que hacía Almudena Grandes, ha trenzado biografías ficticias y personajes que sirven para aflorar conflictos y evocar hechos olvidados de la historia. «Ahora es más fácil rebelarse porque no estamos en una dictadura, pero ¿qué hubiera pasado si alguien lo hubiera hecho? Estamos aquí porque hubo gente valiente que se sacrificó para abrirnos el camino». Pese a su pasión por la historia, Balmaseda evita quedar atrapada por un género. «No quiero repetir la misma novela», zanja.

«Mi abuela paterna, que estaba en el bando ganador, contaba unas cosas muy alejadas de la realidad»

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