Diario de León

Isabel Alba. ‘Tortugas’, la gran novela de formación

Isabel Alba, autora de ‘Tortugas’ (Acantilado), es fotógrafa además de escritora.

Isabel Alba, autora de ‘Tortugas’ (Acantilado), es fotógrafa además de escritora.DL

Publicado por
Agencias

Creado:

Actualizado:

Recreando con maestría y viveza la realidad de la que está hecha la vida de los más jóvenes, Isabel Alba urde una novela de formación rica en voces y emociones. Se trata de Tortugas, su nueva novela, editada con Acantilado.

A través de las notas de voz de Sofía, estudiante de secundaria, y de sus intercambios con Luna en Instagram, vamos adentrándonos en la vida de esta adolescente cuyos pilares afectivos son su abuela Estrella, bióloga, y su madre Blanca, médica de Urgencias. Escuchando a Sofía descubriremos sus pensamientos e inquietudes en un mundo dominado por el negacionismo y los discursos de odio, así como los sinsabores de una vida cotidiana en la que se proyecta la oscura sombra del acoso escolar. Pero también se nos revelará el secreto que comparten Blanca y Estrella, cuyo descubrimiento distanciará a Sofía de su madre cuando más la necesita. Recreando con maestría y viveza la realidad de la que está hecha la vida de los más jóvenes, Isabel Alba urde una novela de formación rica en voces y emociones.

Isabel Alba es fotógrafa, guionista y escritora. Licenciada en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, reside en Donostia. Ha publicado dos ensayos sobre narrativa cinematográfica y cinco novelas: Baby spot (2003), La verdadera historia de Matías Bran. El recinto Weiser (2011)—con la que fue finalista del Premio Euskadi de Literatura—, 65% agua (2014) y, en Acantilado, La danza del sol (2018), La ventana (2022) y Tortugas (2024).

En Tortugas, Isabel Alba inicia su relato en primera persona: Estoy metida en una cueva, como la que tanto me gustaba cuando era pequeña, ¿te acuerdas? Nos escondíamos jun- tas, al despertarnos, por la mañana temprano, siempre que me quedaba contigo, cuando la luz empezaba a entrar por las rendijas que te empeñabas en dejar en la persiana. La cueva es el hueco oscuro que forman la sábana y tu man- ta. Me he quedado con tu manta. Huele bien. Como hue- les tú. Me gusta tu olor. Me recuerda a ti. A tu cuerpo y a tu jabón. Siempre odiaste las colonias. Y los ascensores, don- de se acumulan los olores de otras personas, eso decías. En realidad, fuera de nuestra cueva, nunca te gustó estar en- cerrada en ninguna parte. Hablo bajito, espero que me of- gas bien, es por no despertar a mamá. Aunque sería difícil. Como todas las noches desde que no estás, se ha sentado en el sofá, ha puesto la tele y ha suspirado mirando al infi- nito en lugar de a la pantalla. No ha querido cenar ni me- terse en la cama. Sólo, al ver que me iba a mi cuarto, me ha pedido un vaso de agua para tomarse su pastilla, ya sabes, la que usa por el insomnio desde la pandemia. Le he dado la que quedaba en la nevera porque ya habían cortado la del grifo. Sigue en el sofá. Se ha dormido sentada, tiesa, lis- ta para levantarse de un salto cuando le suene la alarma del móvil. Ya no se oye la tele. La he apagado yo. Antes, si alguna vez se quedaba encendida, la apagabas tú.

tracking