Diario de León

El cerezo de Ángel González

El exilio de su hermana le salvó la vida. Llegó con ella y con su madre a Páramo del Sil desde su Oviedo natal con el frío de la guerra en las entrañas. Con su padre muerto cuando él apenas contaba año y medio, uno de sus hermanos ejecutado y el otro, en el exilio, Ángel González arribó a León enfermo de tuberculosis, a punto de morir. Pero el Bierzo le salvó la vida y se convirtió en el crisol de su obra poética

Portada del libro Ángel del Sil, que forma parte del proyecto BiblioSil.

Portada del libro Ángel del Sil, que forma parte del proyecto BiblioSil.dl

Publicado por
Cristina Fanjul
León

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Para que yo me llame Ángel González/ para que mi ser pese sobre el suelo/ hombres de todo mar y de toda tierra/ fértiles vientres de mujer y cuerpos/... El club Xeitu junto a Prodigioso Volcán acaba de presentar BiblioSil, un proyecto multidisciplinar con el que celebran el centenario del nacimiento del poeta Ángel González. Víctor del Reguero a los mandos ha alumbrado una iniciativa cultural con el ayuntamiento de Páramo del Sil que recuerda el paso del escritor asturiano por las localidades de Páramo y Primout y el poso que ambas dejaron en su producción lírica. El plan consta de un libro —Ángel del Sil—, varios podcast en los que se intercalan autores que han hecho del Alto Bierzo su morada literaria, y una ruta que discurre por el viejo camino que comunicaba ambos pueblos, siguiendo una serie de hitos en los que los versos de Ángel González se fusionan con el paisaje, con vistas a las sierras de Ancares y de Gistredo, dos de las joyas medioambientales de la Cordillera Cantábrica.

El proyecto recupera y pone en valor el vínculo que mantuvo con la zona el escritor asturiano. Con el propio curso del río Sil como Virgilio natural, /fue necesario un ancho espacio/ y un largo tiempo: y más cuerpos, fundiéndose incesantes/ en otro cuerpo nuevo/ la pretensión es acercar al público no solo la obra inmensa del autor sino también la lectura, los libros y los autores locales así como la belleza apabullante de la naturaleza. Para lograrlo, el equipo ha puesto en marcha distintas acciones, como la colocación de varios puntos para el intercambio público de libros, la edición de un libro y una serie de pódcast, cuyo contenido será accesible en el territorio a través de códigos QR. Asimismo, se han organizado talleres de lectura y actividades con los alumnos del CRA de Páramo del Sil con el fin de hacerles partícipes del universo del escritor.

La iniciativa ha contado con el apoyo de la viuda del poeta, Susana Rivera, y reúne a distintas personas de la zona vinculadas al mundo del libro, la música o la fotografía, como el músico José Manuel Sabugo o la fotógrafa Cristina Velasco. En una zona, el Alto Sil, que cuenta con los mayores reconocimientos ambientales, la iniciativa encumbra el paisaje y los valores naturales de Páramo, su cultura local, tradicionales e historia. Dentro de ella, tienen protagonismo la presencia de la minería del carbón y el recuerdo del ferrocarril Ponferrada-Villablino, pero también aspectos como la pesca, el papel de la mujer o los usos que a lo largo del tiempo se ha dado al agua. /Solsticios y equinoccios alumbraron/ con su cambiante luz, su vario cielo/ el viaje milenario de mi carne/ trepando por los siglos y los huesos/... Y es que en este edificio cultural se han involucrado numerosos protagonistas de la zona. Es el caso de José Manuel Sabugo «Sabu» y Luis Senén Fernández, artífices de la música principal y arreglos de la versión musical del poema Yo mismo de Ángel González, de Marta Tascón, Rocío Aller, Fernando Tascón, que ponen las voces a los pódcast y a Yolanda Álvarez Feito e Isabel Menaza, que realizan las lecturas en patsuezo. Asimismo, involucra a los niños del Colegio Rural Agrupado de Páramo, que han leído los poemas. Completa este tapiz literario Javier Molina Marcos y la fotógrafa Cristina Velasco. A partir de la recuperación de varios libros y autores locales, se genera una propuesta de lectura que combina nuevas tecnologías, medios tradicionales y presencia en el territorio, con varios puntos de intercambio público de libros y acceso mediante código QR a los contenidos del proyecto, junto con la edición de un libro y una serie de pódcast, nueve en total. Los autores de sus textos — Guzmán Álvarez, Manuel Bartolomé Cossío, Severiano Álvarez, Eduardo Fra, Víctor del Reguero, Ana Isabel Álvarez, Vicente Fernández Vázquez, Walter M.?Gallichan y Pablo Andrés Escapa— deleitan las emociones del lector, del paseante que con ellos se sumerge en las aguas cristalinas que moldearon la poesía del premio Cervantes. La página desde la que se llega al proyecto muestra además dos videos en los que el propio Ángel González explica su relación con Páramo y Primout. Son fragmentos del documental Ciudad cero, emitido en 2001, en el que el poeta recorre estos dos escenarios vitales. El proyecto cuenta con la colaboración de Susana Rivera, viuda de Ángel González, que destaca el amor que el poeta sentía por Páramo del Sil y Primout: «La imagen que con más nitidez se le quedó grabada en la pantalla de la memoria es la de un hermoso cerezo que vio tres veces florecer lentamente desde la cama, donde él, también lentamente, se recuperaba. Ese cerezo, heraldo de la primavera, llegó a ser el símbolo de su propia primavera (...) Es muy significativo que el último regalo que me hizo, el Día de Reyes del 2008, seis días antes de fallecer, fueron unos pequeños pendientes con dos cerezas que yo he convertido en mi símbolo personal de la eterna primavera que esos casi treinta años con Ángel significan para mí. Pienso en Páramo del Sil siempre que me adorno con ellos. Me imagino al cerezo que veía desde la ventana como testigo de la creación de otras flores, las «flores de la pluma» como dijo Unamuno, o sea, los primeros versos de Ángel González con los que plantó la semilla de lo que sería el árbol de su vida». El resultado de todo este trabajo es un poema en movimiento envuelto por la atmósfera mágica de un territorio que, como destaca Víctor del Reguero, «es como un verso interminable y encierra el misterio y la certeza de las cosas: todo es como un río que va, pero que no vuelve». Las palabras en el idioma original, en patsuezo, forman parte de este legado que, aere perennius, ha convertido el medio físico en eterno con voces que, como chaguazu, banzáu, diviachus, trieme o pímpanu, conducen hasta los sonidos ancestrales del hombre. /De su paisaje lento y doloros/ de su huida hasta el fin, sobreviviendo/ naufragios, aferrándose/ al último suspiro de los muertos/

Y es que Ángel González vivió durante tres años en Páramo del Sil, entre 1944 y 1947. Durante el primer año y medio, en cama, sin apenas moverse. La lectura fue en todo ese tiempo su vía de escape y aquí –reconocería él mismo– descubrió a los que iban a ser sus poetas esenciales: Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, la generación del 27. Y germinaría su vocación de poeta. Algunos de los poemas de su primer libro, Áspero mundo, que se publicaría al cabo de una década, fueron escritos en esta localidad berciana. Además, en 1947 ejerció durante dos meses como maestro en Primout. Entre marzo y mayo, reemplazó a la maestra anterior hasta que la escuela quedó sin alumnos porque cada primavera, los niños abandonaban las clases para ir a trabajar al campo. Él mismo lo recordaba para TVE: «Para mí el encuentro con esta pequeña comunidad metida entre montañas fue verdaderamente sorprendente y emocionante por muchas razones. En realidad, yo nunca había trabajado, fue la primera vez que sentí que me ganaba mi propia vida. Y, en segundo lugar, el contacto con el paisaje, con las gentes, con las formas de vida, que eran para mí absolutamente sorprendentes e inéditas», decía. /Yo no soy más que el resultado, el fruto/ lo que queda, podrido, entre los restos/ Subraya Del Reguero que el proyecto es una mirada colectiva, tanto de espacios reconocibles, seres reales y hechos ciertos, como de otros míticos y legendarios, en torno al río Sil. Por eso, entremezclado en la corriente del libro, aparecen notas manuscritas de Ángel González y poemas del escritor, imágenes en blanco y negro como vida detenida, oxímoron de la ontología del río. /Esto que veis aquí/tan solo esto/ un escombro tenaz que se resiste/ a su ruina, que lucha contra el viento/que avanza por caminos que no llevan a ningún sitio. El éxito/ de todos los fracasos. La enloquecida/ fuerza del desaliento/...

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