Hay mucha energía

No se conforma con lo que ha aprendido. Y menos, dice, en el mundo de la ingeniería, «donde todo evoluciona tan deprisa». Pablo López Díez mira de cara al futuro. Este alumno brillante de la Universidad de León, Premio Extraordinario al Mejor Expediente Académico, investigador de un sistema de control avanzado de compostaje en Bydt, la empresa de investigación y desarrollo de energías renovables y medio ambiente en la que está como becario, e ingeniero electrónico industrial hace un máster en energías renovables que —no es por llevarle la contraria al Gobierno de Rajoy, empeñado en poner impuestos al sol— cree que es «el futuro energético».

Tanto, que su proyecto de compostaje es una de las comunicaciones presentadas en el II Congreso Internacional de Tecnologías Limpias que se acaba de celebrar en Bogotá.

Pablo López tiene apenas 23 años y las ideas claras. Se propone seguir aprendiendo «incluso en temas con los que uno nunca pensó que iba a estar relacionado» para convertirse en un buen profesional, aprender algún idioma más —habla inglés y francés— para «poder viajar con más libertad», sueña con desarrollar un proyecto para instalar paneles fotovoltaicos en la cubierta un párking para abastecer de energía a los coches eléctricos y a las instalaciones, y no le asusta enfrentarse a nuevos retos.

«Si surge la oportunidad de trabajar en un proyecto del que en un principio tienes poca idea debes ponerte las pilas, aprender del tema y no dejar pasar ninguna oportunidad», dice como reflexionando en voz alta.

Cree que ha tenido mucha suerte. «Mis estudios me han servido para encontrar trabajo y encima un trabajo en el que puedo poner en práctica lo aprendido en los estudios, sin embargo pienso que en el mundo laboral prima la experiencia por encima de los estudios que tengas, lo cual dificulta mucho la inserción laboral de los recién titulados».

«No voy a descubrir nada nuevo si afirmo que el mercado laboral está complicado en España hoy en día. Lo cierto es que a cualquier persona que termina la carrera universitaria o el máster le resulta muy difícil en primer lugar encontrar alguna posibilidad, y en caso de encontrarla le resulta muy difícil que la empresa en cuestión deposite su confianza en ti», añade.

De momento, este jovencísimo ingeniero se las ingenia para aprovechar al máximo las oportunidades que le brinda la vida.

«La amplia mayoría de personas de mi generación en un principio estuvimos acostumbrados a que nos lo diesen todo hecho, en esto les doy la razón a muchos de los profesores que tuve a lo largo de la carrera, de tal forma que cuando salimos al mundo real nos damos un castañazo bastante grande. Lo bueno es que pese a ese defecto somos una generación a la que la idea de ser ciudadanos del mundo no nos asusta», reflexiona.

Tiene confianza en lo que debe venir — «parece ser que España está remontando en estos últimos meses en todos los sentidos, de lo cual deduzco que las posibilidades de quedarse en España tanto para mí como para muchos estudiantes se van a incrementar»— y le gustaría trabaja en su país pero... «vivimos en el siglo XXI y tenemos que ser conscientes de que nos encontramos en camino hacia una economía global». Con todo lo que implica.

A él no le falta energía.