Diario de León

EL CLUB MAKER

La gran fábrica de ideas

Cualquier proyecto puede hacerse realidad en el Club Maker, gracias a la tecnología, la suma de conocimientos y el trabajo en equipo

Óscar Alonso, en la sala del Club Maker. El joven coordina la fabricación de un avión de forespán con radiocontrol. RAMIRO

Óscar Alonso, en la sala del Club Maker. El joven coordina la fabricación de un avión de forespán con radiocontrol. RAMIRO

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pilar infiesta | león
León

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Dicen que descubrir algo significa mirar lo mismo que está viendo todo el mundo, pero percibirlo de manera diferente, y los integrantes del nuevo Club Maker de la Universidad leonesa poseen esos ojos llenos de curiosidad e ilusión tan necesarios para aportar soluciones al mundo que les rodea. Con unas ganas tremendas de fabricar cosas colaborando unos con otros, los setenta miembros de esta nobel asociación de universitarios, quieren romper la barrera de los típicos cerebritos aislados en su laboratorio para aprovechar las mentes de cada uno y las habilidades de todos en un trabajo en equipo. Y funciona. Ya han creado drones ultraligeros capaces de surcar el aire a 200 kilómetros por hora dirigidos por unas gafas FPV (First Person View), que aportan «una sensación de volar increíble», asegura Gabriel Rubio, uno de los coordinadores del proyecto. También un curioso robot, en forma de araña, al que ponen a ‘soñar’ para que sea capaz de pensar cómo podría llegar a caminar, gracias a la inteligencia artificial. «De momento ha soñado, aunque no mucho», reconoce su creador Guzmán González, «porque es complicado de programar para que su algoritmo genético le permita sacar una conclusión de cómo empezar a moverse, pero si las personas podemos, intentamos plasmar esa capacidad en la tecnología». La ULE les acaba de conceder 1.000 euros para que desarrollen un prototipo que puede cambiar ‘la mala racha’ de las estaciones de esquí leonesas al provocar nieve. ¿Cómo? Con unos cohetes pequeños y biodegradables que alcanzarían las nubes y ocasionarían el enfriamiento necesario para que haya precipitaciones, en colaboración con el grupo de Meteorología de la Universidad. Tienen que estudiar el tipo de nubes a ‘atacar’, su altura, las condiciones atmosféricas, el motor que impulsa el artefacto...

Un dron ultraligero de competición con cámara delantera. RAMIRO

El robot que aprenderá a andar por sí solo con inteligencia artificial. RAMIRO

Una cortada por hilo y un cohete de datos creadas en el Maker. RAMIRO

El alma mater del Club Maker es una joven estudiante de Ingeniería, Laura González Llamazares, de 21 años, apasionada por el mundo aeroespacial y por llegar a fabricar satélites. Tras una estancia en Sidney (Australia), donde participó en una de esas asociaciones gigantesca (1.000 personas) y muy activa, decidió importar la idea a la Universidad leonesa. «Trabajábamos en multitud de proyectos y si alguien no sabía cómo funcionaba la electrónica, se lo explicaba un estudiante de esa rama. O si alguien dedicado a la danza quería hacer un espectáculo con proyección de luces, recurría a un ingeniero que le diseñaba una placa de arduino», recuerda entusiasmada. Esa emoción de crear y colaborar, de sumar, es la que intentó plasmar en León. Primero con una decena de amigos, después más organizados con una sala en la facultad que posee ordenadores, una impresora 3D y una fresadora. Enseguida construyeron una máquina de corte por hilo de nicrom (una aleación de níquel), que ejerce su función al calentarse mediante corriente continua y es muy precisa. «En Australia, el Club estaba financiado por empresas y muchas de ellas pedían que desarrollarámos proyectos e ideas que necesitaban. Era una conexión muy interesante a la que aspiramos», reconoce Laura González. De momento, el Maker leonés se autofinancia con cuotas de 10 euros de los socios para comprar el material que necesitan para sus inventos. El objetivo de esta asociación universitaria es dar la oportunidad de aprender habilidades prácticas mediante el desarrollo de proyectos colaborativos. Priman valores como compartir el conocimiento y la cooperación para que cualquier persona pueda fabricar (casi) cualquier cosa.

La actividad del Maker Club León tiene tres focos: proyectos, actos semanales y eventos. Aunque la mayoría de los asociados pertenecen a la facultad de Ingeniería, son una «comunidad abierta a cualquiera, con conocimientos técnicos o no, pero con ilusión y ganas de aprender, crear y compartir», indican. De hecho quieren expanderse como una gota de aceite a todas las disciplinas de la ULE para enriquecer sus creaciones.

Actualmente trabajan en un cohete, un robot automotriz, un cañón de Gauss, un equipo de quads de carreras de competición, un coche autónomo, un avión radiocontrol y un cajón de arduino. En esos proyectos, grupos de estudiantes de distintas ingenierías trabajan juntos, aprendiendo electrónica, diseño, impresión 3D, habilidades de trabajo en equipo o gestión de recursos.

«Además, nos gusta difundir nuestra pasión por la tecnología, y por esto participamos en eventos y organizamos el Flyfest Los Oteros, la primera carrera de drones de Castilla y León, con una asistencia de más de mil personas». Entre las actividades semanales celebran charlas de profesionales o talleres, en los que algún miembro de la asociación enseña al resto lo que sabe. «De esa forma todos vamos aprendiendo de todos, compartiendo conocimientos, ideas e inspirándonos unos a otros. Además, realizamos visitas a grupos de investigación y departamentos de la Universidad de León, y estamos abiertos a todo tipo de colaboración con cualquier organización», insisten. La promotora explica bien la esencia del Club. «Todos hemos tenido alguna vez una idea genial que se podría convertir en un interesantísimo proyecto, y quizá no hayamos sido capaces de llevarlo a cabo por la falta de recursos, contactos, conocimientos o apoyo. Maker Club León pretende crear, en una ciudad con pocas oportunidades para el aprendizaje y la innovación, una comunidad activa de personas con ilusión y ganas de fabricar cosas, mediante el trabajo en equipo y basándonos en el ‘aprender haciendo’». Para ello, se centran en el uso las nuevas tecnologías y promueven la cultura maker. «Hacemos especial hincapié en compartir los avances, ya que este es el principal motor de la evolución de la sociedad. Los llamados ‘makers’ son los artesanos del siglo XXI, los que además de las técnicas tradicionales de fabricación hacen uso de las nuevas tecnologías para pasar de los bits a los átomos», asegura. Esa cultura respaldada por una enorme comunidad a nivel mundial está poco desarrollada en España, «y por ello desde el club queremos hacerla accesible. Impresoras 3D, cortadoras láser, electrónica, programación… todo al alcance de cualquiera que tenga las ganas e ilusión para perseguir sus sueños». Motivación y juventud no falta en esta nueva asociación que desafía al imposible

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