Diario de León

Peugeot. 200 años ... después del molinillo

En 1810 Peugeot firmaba un molinillo de café, en 1891 su primer automóvil La invención del coupé-cabriolet, otros espléndidos roadster, el liderazgo en motores diésel, el desarrollo del filtro de partículas y la popularización de innovadoras te

Firmado por Pininfarina, El 203 Cabrio (1948) destapó el tarro de las esencias en Peugeot.

Firmado por Pininfarina, El 203 Cabrio (1948) destapó el tarro de las esencias en Peugeot.

Publicado por
JAVIER FERNÁNDEZ
León

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Con el «ADN» a cuestas. Cuando en 1810 Jean-Pierre y Jean-Fréderic Peugeot transformaron el molino de grano de Sous-Carter en fundición de acero-¦ arrancaban las pistonadas de una compañía que ha llegado a convertirse en referente automovilístico a caballo entre la innovación y la democratización de tecnologías que han marcado hitos.

En este par de centenarios-¦ aperos agrícolas, máquinas de coser, molinillos de café y pimienta, bicicletas, motocicletas y automóviles han marcado los tiempos productivos de un fabricante que, al día de hoy, toca todos los palos de la movilidad; con el león como bandera -"el emblema tomaría carta de naturaleza en 1889-" y el triciclo a vapor «Serpollet-Peugeot» presentado en la Exposición Universal de París (1889) como pionera seña de identidad, un par de años después comenzarían a venderse los primeros automóviles firmados por la marca asentada ya en la región gala del Franco Condado.

Y las carreras, como expresión de libertad y escaparate para publicitar sus productos desde los albores de la marca: en 1895, un Peugeot Type 7 ganaba la primera carrera de coches del mundo, la París-Bordeaux-París.

Del trigo al acero, en una Francia eminentemente agrícola, una familia de innovadores apuesta por la tradición industrial y abandona la explotación de la tierra. Desde el siglo XV se documenta la presencia de los Peugeot en la región de Montbéliard, en la localidad de Vandoncourt (actual región de Doubs); campesinos entonces los Peugeot, que contaban también entre sus filas con artesanos, tejedores y militares.

En los albores del XIX, la empresa «Fréres Peugeot et Jacques Maillard-Salins» se convertiría en «Peugeot-Frères et Compagnie», dedicada en cuerpo y alma a la producción y manipulación del acero, cuyas manufacturas se exportaban entonces a Suiza, Italia y Turquía. Tampoco el consorcio industrial descuidaba otras actividades más caseras: ballenas para corsés, varillas para paraguas, molinillos de café (aún hoy sigue vendiéndose una sugestiva réplica de aquel célebre molinillo producido entre 1840 y 1965), las famosas herramientas del león y los primeros miriñaques-¦ aquellas cómodas armaduras metálicas ligeras para hinchar los vestidos que lucían las damas a finales del XIX.

A partir de entonces, Peugeot comenzaría a mirar -y mimar- definitivamente al mundo del automóvil...

El «0» central

La aparición (1929-1934) del modelo 201 marcaría el punto de inflexión en la imagen de la marca: la nomenclatura del «cero central», vigente en la actualidad, y el invento del techo rígido descapotable (coupé-cabriolet) hoy tan en boga.

En el Salón de París de 1929, Peugeot adoptaba los tres dígitos con, definitivamente, el «0» central: nacía el 201 y la primicia de la suspensión delantera independiente.

Tres años después (1932), el lanzamiento del 301 y la victoria del 201 en el Rallye de Montecarlo, acabarían por catapultar la imagen de marca. Y eso que -¿quién dijo crisis?- sería aquel uno de los peores años en la trayectoria de la compañía por la crisis que afectó a los fabricantes de automóviles: producción rebajada de 43.000 a 33.000 unidades entre 1930 y 1931 y hasta las 28.000 en el año 32.

Doce meses después (1933) la recuperación se traduciría en 26.000 unidades, con la «línea aerodinámica» enseñoreándose de los catálogos del fabricante: faros en «obús», rejilla del radiador abombada y ligeramente inclinada, aletines envolventes-¦

Toda una filosofía estética que se traduciría en uno de sus máximos exponentes: Peugeot 301, cuya zaga presentaba también un particular perfil vestido de cola muy celebrado en la época.

Eso, por no hablar del 601 (1934), un 6 cilindros de alta gama que supondría otro punto de inflexión en los catálogos de la compañía; como el primer descapotable realizado sobre chasis del 401: el Eclipse. Una preciosista realización a tres bandas: el diseñador Paulin, el concesionario Peugeot Darl´Mat y el carrocero Pourtout que, una vez producido en serie, acabaría convirtiéndose en uno de los automóviles más originales de la producción mundial en su época: techo duro descaptable-escamoteable; genial idea posteriormente recogida por Ford en los años cincuenta, por Mercedes en los noventa y de nuevo retomada por Peugeot con le 205 Coupé-Cabriolet en 1999.

Entre mediados y finales de la década de los treinta, la «estética Sochaux» hacía furor: carrocería de líneas fluidas y rejilla frontal en forma de escudo que enclaustraba en su interior los faros delanteros.

Y las carreras... en junio de 1938, un aerodinámico biplaza conseguiría la victoria de clase (1.500-2.000 cc.) en las 24 Horas de Le Mans y al año siguiente... el desastre: el principal enclave fabril de Sochaux, localidad cercana a la entonces conflictiva frontera germana, con la II Guerra Mundial como telón de fondo, trasladaba la producción a Bordeaux-Mérignac.

En 1940 se cumplían los peores presagios: las tropas alemanas ocupaban las instalaciones de Sochaux que, bajo la dirección de Ferdinand Porsche, se dedicarían a la producción de furgonetas.

Tres años más tarde, en la noche del 15 al 16 de julio de 1943, los Lancaster de la RAF bombardearían Sochaux, arrasando las instalaciones fabriles y dejando tras de sí un trágico balance: 125 muertos y 250 heridos entre la población civil.

Se iniciaba entonces un plan de sabotajes que daría con varios directores, jefes y trabajadores de la resistencia deportados a Alemania.

En 1944, las tropas francesas al mando del general Lattre De Tassigny, liberarían las fábricas y la ciudad de Sochaux: empresa saqueada, talleres en ruinas y una plantilla reducida a la mínima expresión, era lo que quedaba, tras el conflicto bélico, en la «casa madre» de Peugeot.

La recuperación...

Durante la segunda mitad de los años cuarenta, Peugeot propone una berlina monocasco: el 203, con el que arrancaba la política de «pétalos en modelo único»: familiar, descapotable, coupé... Y no sólo la carrocería monocasco, también el motor de culatas hemisféricas (Alpax) y válvulas en cabeza, inclinadas en V y con las bujías en un distribuidor central, marcarían los avances técnicos del 203; sustituido a mediados de los cincuenta por el 403, que marcaría el inicio de la colaboración con el carrocero turinés Pininfarina, que se mantiene hasta hoy y que, en el 403, también marcaría tendencias: parabrisas «abombado», primera berlina de gran serie con motor diésel y primer millón de unidades en el haber de Peugeot.

Si con los modelos «4» Peugeot iniciaba una andadura que se ha mantenido hasta nuestros días (407) a punto de sustituirse por el ya próximo 508 (febrero de 2011), el «2» se convertiría en icono con el 205 nacido en 1983; para la mayoría de observadores, el auténtico resurgir de la empresa como fabricante tecnológico, y popularizador de tecnologías automovilísticas, a caballo entre dos siglos.

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