Diario de León

De ADN... a DNA

Deportividad en clave de biplaza radical . Dimensiones compactas, chasis de fibra de carbono, propulsión trasera… puro Alfa. Un concepto excepcional en el que su creador, Lorenzo Ramaciotti, recoge el testigo que ha hecho célebres a las realizaciones de la «Anonima Lombarda» y rinde culto a los más famosos diseñadores… que en el mundo han sido.

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javier fernández
León

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El risorgimento. En sólo cuatro metros y con un contenido motor de 1.750 centímetros cúbicos —de aluminio… por descontado— el prototipo 4C, cuya historia es ya tan larga —aunque ni siquiera haya pisado la cadena de montaje— como las «intenciones» de Alfa Romeo en la vuelta a sus más genuinas fuentes que, dicho sea de paso, el Biscione tampoco ha descuidado nunca y que muy bien podría haber nacido bajo el símbolo del escorpión de Abarth, se perfila -nunca mejor dicho- como una suerte de convergencia modernista trufada en tecnología de vanguardia que, amén de mostrar al mundo lo mejor de la filosofía alfista, se convierte en una de las grandes apuestas de futuro para un fabricante que busca volver a enamorar… si es que alguna vez dejó de hacerlo.

Con el dibujo de quien dirigiese durante más de 20 años —Ramaciotti— los destinos estilísticos de la compañía Pininfarina (que estos días llora la muerte Sergio quien heredó de su padre, Gian Battista «Pinin», una de las empresas con mayor prestigio internacional en el mundo del estilismo automovilístico) y que ahora se ocupa de los trazos del Grupo Fiat y de Maserati, Alfa vuelve a destapar su particular tarro de las esencias y del más puro ADN de un fabricante emocional.

El caso es que nos encontramos, hasta donde la imaginación pueda alcanzar, ante uno de los modelos más apasionantes —y apasionados— que pueblan el panorama automovilístico europeo; no en vano del lápiz, y la dirección técnica de Lorenzo Ramaciotti, ha salido lo más en la producción de Ferrari.

Ahora, otro reto, y no precisamente pequeño: en menos de cuatro meses, el Alfa 4C pasó del boceto —pinceladas... nada más— a la pieza terminada y en fase de prototipo experimental firmado por el Centro Stile Alfa, en clave de «deportividad compacta» y contemporánea.

Así, el 4C, un biplaza de motor central acoplado al cambio de doble embrague TCT, que Alfa Romeo monta ya en diversos modelos de su catálogo, se convierte -lo hará cuando pase a producirse en serie- en un experimento real de lo que nos depara del futuro… devenido en presente.

Poco más se sabe del sugestivo biplaza 4C, salvo que su mentor, Lorenzo Ramaciotti, se ha dejado influir —bendita influencia— por las herencias de Sergio Pininfarina y —tampoco le duelen prendas...— por esa línea filosófica de la deportividad compacta que hiciese célebre a uno de los constructores que, en propia confesión de Ramaciotti, fue uno de sus héroes de juventud: Colin Chapman, con la satisfacción añadida (sic) de poder ver al Alfa 4C producido en serie... y circulando por las carreteras del mundo.

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