Diario de León

BMW 3.0 CSL. 50 años… de pasión

El renacimiento… de un mito.

El renacimiento… de un mito.

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León

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JAVIER FERNÁNDEZ

Rendimiento purista… mítico apellido. Vuelve el mito de los años 70, y su filosofía: de la pista a la calle, aplicando la tecnología de carreras al uso diario… puro placer de conducir.

En una suerte de combinación de lo mejor de cinco décadas, este ‘nuevo’ 3.0 CSL se ha desarrollado con un aura altamente emocional, que acaba por salpimentar su carácter: elegancia exterior, habitáculo de un coche deportivo clásico, dinamismo rutero, motor de 6 cilindros en línea, cambio manual… y propulsión trasera.

Así, un paseo a bordo de este ‘nuevo’ 3.0 CSL, acaba por convertirse en todo un encuentro con la historia y el presente de las letras más potentes del mundo.

Sólo medio centenar de unidades, numeradas consecutivamente, de esta serie especial, lo que convierte a nuestro protagonista en una auténtica pieza de colección. Su producción artesanal durará tres meses, en un elaborado proceso de fabricación en la factoría de Dingolfing, con exclusivos componentes interiores de plástico reforzado con fibra de carbono, que se fabrican a mano tanto en Munich como en las instalaciones de componentes que el Grupo BMW mantiene en Lndshut.

También se ha concebido un proceso específico para la pintura, en el que se complementan la artesanía con avanzadas tecnologías de última hornada, para dotar a cada pieza un característico diseño cromático.

Además, una treintena de técnicos especializados se encargan de la configuración y montaje de los vehículos: 10 días para ocho ciclos de montaje.

Consecuencia: el tiempo de realización para un 3.0 CSL es superior al de un BMW M convencional.

Una vez terminada en la fábrica, cada unidad se somete a un riguroso proceso de inspección de calidad antes de entregarla a cada cliente. Además de ser el mayor centro productivo europeo de la marca, de la planta de Dingolfing salen diversas versiones M, los buques insignia de la Serie 7 y diversos componentes de carrocería para Rolls Royce.

Como reencarnación de un deportivo legendario, para circuito y carretera, el 3.0 CSL puede presumir de ser un coche ‘purista’, encarnando la alegría de la conducción clásica y la conciencia de las tradicionales raíces de BMW M que, desde su fundación, ha venido proponiendo modelos de altas prestaciones.

Ahora, la reinterpretación, con sus clásicas proporciones de coupé, el BMW 3.0 CSL sigue los pasos de su ilustre antecesor: distintivos elementos de canalización del aire, sobredimensionados pasos de rueda, llamativo alerón trasero y otros inconfundibles detalles estilísticos del legendario coupé de los años 70… eterna pasión por las carreras.

Sin olvidar —¡por descontado!— un frontal que no deja lugar a dudas: los inexcusables ‘riñones’ enseñoreándose de la potente parrilla, cuya posición vertical nos remite al diseño del ancestro; también dos sobredimensionados huecos en el faldón delantero, que recuerdan a las tomas de aire del modelo original, garantizan la refrigeración de los sistemas de propulsión y frenado, incluso en conducción extrema; mientras las esculturales aletas de aire en el capó, acentúan sus líneas clásicas.

El largo capó, y la generosa batalla (distancia entre ejes), confiere al 3.0 CSL un aspecto tan elegante como marcadamente deportivo, al que también contribuyen las típicas proporciones de un coupé de la ‘Bayerische’ en una arquitectura de tres volúmenes. Los paneles laterales, especialmente anchos y desplazados en diagonal, subrayan el aspecto dinámico del coupé incluso en parado, con un deflector aerodinámico que se extiende a lo largo de la línea del techo. Una deportiva estética a la que contribuyen las llantas forjadas de aleación ligera con tuerca central (radios en «Y»), de 20 pulgadas en el eje delantero y 21 en el trasero, cuyos neumáticos (Michelin) llevan grabado en sus flancos el «50», como referencia al cincuentenario de BMW M.

Y una sutil conexión con los coches de carreras GT: faros ‘Laser Ligth’ en color amarillo, como el M4 GT3 ganador de los título de Pilotos y Equipos en el DTM de este año 2022, cuya mecánica se basa en el mismo 6 cilindros que equipa al 3.0 CSL; curiosamente, el M4 GF3 de esta temporada, comenzó a apuntalar sus éxito justo al principio de su trayectoria en los circuitos… como antaño su icónico ancestro.

La estética marcadamente deportiva, se traslada también a una zaga presidida por un enorme alerón, que traduce el característico aspecto ‘Batmóvil’… a un moderno lenguaje de diseño y, a la vez, generar mayor carga aerodinámica, optimizando así la propulsión en el eje trasero; combinándose, eso además, con un pronunciado difusor de carbono en el faldón zaguero, en cuya parte central aloja cuatro salidas de escape ‘en flecha’ y con un ligero silenciador de titanio.

Los grupos ópticos traseros adoptan una innovadora tecnología de iluminación que acaba por generar un fascinante diseño nocturno… y un vivo ‘resplandor’, conseguido a base de un afiligranado conjunto de hilos láser, que parecen flotar dentro de las luces, creando un expresivo efecto 3D.

Eso, por no hablar —que hablamos— de los típicos colores que lleva utilizando BMW Motorsport desde comienzo de los 70: azul, morado y rojo; tradición que el 3.0 CSL recoge hoy con un acabado en ‘Alpine White’, en combinación con las clásicas franjas «M», conocidas como ‘librea’ en la jerga técnica.

Seis días emplean los especialistas en ‘dibujar’ la ‘librea’, completando los imprescindibles ocho pasos, incluidos el lijado y enmascaramiento de las franjas de color; resultado: 134 procesos de pintura para cada vehículo, lo que suma un total de 6.700 secuencias de trabajo manual para el medio centenar de exclusivas unidades.

Para redondear… el 6 cilindros en línea más potente jamás utilizado por BMW M y homologado para carretera: 560 CV a 7.200 vueltas (55,7 metros/kilo de par) para los 3.0 litros de este M TwinPower Turbo, unido al cambio manual de 6 velocidades y, por descontado, a la propulsión trasera.

Se permite… disfrutar.

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