Diario de León

Una anónima en León, una estrella en Italia

Laura Barriales triunfa en el cine y la televisión del país vecino Ahora se empieza a oír su nombre en España por su relación con el piloto de motos Sete Gibernau, pero en Italia es al revés, es Sete el novio de Laura Barriales, la española que

Laura Barriales, durante un reportaje para una revista italiana.

Laura Barriales, durante un reportaje para una revista italiana.

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Triunfar en la pasarela. Ese fue el sueño de Laura Barriales desde muy pequeña. Se crió en el barrio leonés del Ejido y fue allí donde comenzó a imaginarse desfilando como una top más. Aún no había cumplido diez años y sus padres no daban importancia a la insistencia de la niña, que se empeñaba en decir que lo único que quería era «subirse a la pasarela». Lo que ninguno sabía entonces es que el sueño se iba a convertir en realidad.

Pero el camino hasta lo que es ahora Laura, una ex modelo consagrada y presentadora venerada en Italia además de estrella de la televisión y actriz, ha sido largo «y muy duro», se encarga de añadir su madre. Ella, Luci, ha sido la sombra de su hija desde que con 14 años, hicieron las maletas y se fueron a Madrid para cumplir una promesa. «Siempre iba muy mal en Historia y le dije que, si me traía buenas notas, intentaríamos lo de ser modelo». Cual fue la sorpresa de Luci cuando la niña trajo todo aprobado. «No me quedó más remedio que hacerlo», recuerda con resignación.

Con poco más que unas fotos bajo el brazo pusieron rumbo a la capital. Allí llegó el primer jarro de agua fría cuando entraron en una agencia de publicidad y les aconsejaron volver a casa sin más. «Y si les hubiese hecho caso, cuánto hubiéramos ganado», señala Luci con los ojos llenos de lágrimas. Resulta extraño, tras haber alcanzado el sueño de su hija, que Luci se entristezca al recordar lo pasado. Pero ella insiste: «ha sido muy duro, si no se ha pasado por esto, no se sabe lo que es». Lo que tenía claro desde el principio era que a su hija no la iba a dejar sola. Fuese a donde fuese.

En Madrid logró desfilar en Cibeles con quince años, pero se vieron desbordadas por la situación. Apenas salían trabajos y llegó un momento en el que decidieron volver a casa. Y al instituto. «Las campañas buenas se las llevaban las que se habían acostado con algún famoso, y ese no era nuestro camino», explica Luci.

Pero el empresario Pepe Barroso había visto algo en Laura y la invitó a ir en verano para participar en los showroom de Don Algodón. Así dos años. Era lo que le quedaba para no desvincularse del mundo de la moda.

«Tuve que cerrar la librería que tenía cerca de la Catedral y dejar a mi marido y a mi hijo para acompañar a Laura por el mundo», señala Luci. Asegura que el sacrificio «fue enorme». «Gastamos dos millones de pesetas de aquella, unas 1.300 pesetas diarias entre taxis, comidas y demás y ella misma se dio cuenta de que aquello no podía ser».

Pero apenas había pasado un año desde que volvió a León cuando surgió una nueva oportunidad. Un conocido de la familia les puso en contacto con la agencia catalana de modelos Traffic, una de las más importantes de España. El sueño parecía acercarse de nuevo y Laura puso rumbo a Barcelona. Esta vez sola. Pasó la prueba de todos los diseñadores de la pasarela Gaudí y de allí se fue a Alemania, donde estuvo un mes participando en varios proyectos. De la Ciudad Condal, a Ciudad del Cabo con su madre. Estuvo tres meses con muchísimo trabajo porque la luz de este rincón africano lo convierte en el sitio ideal para los reportajes paradisíacos que tanto gustan a las revistas de moda.

Pero ella ya iba un paso más allá. Se le había metido en la cabeza que tenía que ir a Milán. «Allí es donde triunfan todas las grandes», repetía una y otra vez a su madre. Y como casi todo lo que se ha propuesto en la vida, también lo consiguió. Con 19 años probó suerte en la ciudad italiana. «Echamos un órdago y nos fuimos las dos con el dinero que ella tenía ahorrado de su trabajo. Fuimos a por todas. Nos pateamos cada rincón con dos bocadillos en el bolso». Pero no funcionó a la primera. «Milán es un mundo de lobos», aclara su progenitora. Los gastos allí eran enormes y el primer año no la cogieron en ningún casting. Luego pasó a hacer algunos trabajos pequeños con los que apenas podía pagar los gastos que le generaba su nueva vida en Italia.

Una modelo se cotiza cuando se gana la pasarela internacional en Milán. Y Laura había ido allí a por todas, dispuesta a hacer lo imposible por ver cumplido su sueño. «Es una luchadora empedernida, además de sencilla, humana y transparente», afirma su madre.

Y le llegó la oportunidad que le cambió la vida y la lanzó a lo más alto de la pasarela. Era el principio de una carrera plagada de éxitos. Y le había costado lo suyo. Fue el diseñador italiano Luciano Soprani el que confió en ella.

Poco a poco fue haciendo más contactos en el mundo de la moda y aparecieron nuevas campañas, entre ellas Intimissimi o Max Mara, que hicieron que el caché de Laura Barriales subiera como la espuma.

Ahora sale todas las semanas en las revistas italianas, donde es venerada y también criticada por algunos medios por su defensa del papel de la mujer y su rechazo a ser una simple 'florero' en un país eminentemente machista en el que los escarceos amorosos de su primer ministro, Silvio Berlusconi, copan las portadas de los periódicos desde hace meses.

Ha desfilado para grandes como Armani, Valentino, Versace o Gaultier, pero su carrera dio un giro hacia la televisión, que combina con sus primeros papeles en el cine. «Empezó apareciendo cinco minutos en un programa de televisión -explica Luci- y allí se hizo amiga de todo el mundo». Llegaron ofertas interesantes -como I Raccomandati , junto a Carlo Conti; Scorie , Shake it o Buona la prima -" hasta que consiguió su consagración en la pequeña pantalla: Controcampo , un programa de fútbol en el que fue co-presentadora y con una enorme audiencia en Italia. Desde hace dos años, presenta los sábados y domingos en directo Mezzogiorno in Famiglia en la cadena televisiva pública Rai, un formato que no se descarta trasladar a España.

Su humildad sigue como cuando era una niña. Al menos así lo cuenta su madre. «Laura siempre dice que en la televisión hay dos caminos, el de la guapa o el de la simpática y ella siempre dice que es la simpática». De hecho su trayectoria en la tele comenzó, en buena medida, gracias a eso. Ella misma cuenta a este periódico que siempre era la animadora de los desfiles, la que ponía la chispa de simpatía en los competitivos backstage. «A las otras modelos les daba vergüenza que yo las entrevistase, por ejemplo, pero a mí eso siempre me ha dado igual», relata.

El nombre de Laura Barriales comienza a sonar en España por su relación sentimental con Sete Gibernau, que comenzó poco antes del verano. Sin embargo, en Italia, el piloto de motos no es más que el novio de Laura.

Quiere que se la describa como presentadora y actriz, más que como modelo -«Eso lo dejé hace tres años» argumenta-.

La semana que está a punto de comenzar la pasará en España. En Madrid estudiará algunas ofertas para televisión. Quién sabe si la estrella de Italia empezará a brillar por fin en casa.

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