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León

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La tradición arriera de los pueblos argollanos se remonta a los orígenes del asentamiento romano en tierras leonesas. El aislamiento montañés de los pueblos astures determinó estas salidas para efectuar el trueque de productos de la tierra por aquellos que escaseaban o se desconocían en sus latitudes. La cita de estos rudimentarios mercaderes se celebraba en torno a la naciente población que la Legio VII propiciaba en la confluencia de los ríos Torío y Bernesga.

La necesidad del intercambio, como complemento, descubrió la posibilidad de negociar con el excedente de la mercancía propia. De esta manera, en su doble función de trueque y venta, nació la arriería argollana que llegó a tener gran predicamento en mercados provinciales y nacionales.

El ilustre historiador, Sánchez Albornoz, recoge en su libro «Estampas de la vida en León hace mil años», una escena del mercado leonés donde presenta a lo arrieros de Arbolio ajustando unas botas para el vino, tanteando los cueros de buey o de caballo y regateando unos «folles caprunos» o pellejos e cabra, que necesitaban para renovar los desgastados en los frecuentes viajes de sus recuas.