El concejo de los tres ríos
Por la tierra de los Argüellos
La cabecerra de tres ríos leoneses, el curueño, el torío y el bernesga, delimitan esta zona argollana
Nuestra tierra leonesa, depositaria de las más rancias esencias de la España surgida tras el descalabro sarraceno, mantiene aún la fragancia y colorido de unos hechos, el protagonismo de un paisaje, y la memoria histórica de sus gentes para dar fe de todo ello. La montaña de los Argüellos, cuna de recios y plantados personajes, viene hoy a nuestro espacio como tributo a sus muchos merecimientos.
Ocupa la zona de los Argüellos la cabecera de tres saltarines ríos leoneses: el Curueño, el Torío y el Bernesga, que delimitaron desde siempre la jurisdicción argollana: el Concejo de Argüello, -propiamente dicho- , con su capitalidad en Lugueros; el de La Mediana, cuya cabecera se sitúa en Cármenes, y el de La Tercia del Camino, que se administró, hasta no hace mucho tiempo, desde Rodiezmo, hoy integrado en el municipio de Villamanín. Cuentan las leyendas, que allá por los albores de la Edad Media, los señores de horca y cuchillo que señoreaban aquellas tierras, mantenían a los siervos rebeldes con argollas atadas al cuello, como castigo y aviso a posibles insumisos, y que de aquella situación nació el nombre de Argüellos.
Otros quieren ver, que tal nomenclatura está relacionada con el arca de nogal que guardaba los documentos nobles de la Merindad, cerrada con tres potentes argollas representativas de las tres regiones hermanadas. Pero ninguna de estas populares versiones ha podido resistir el más elemental análisis etimológico. El estudio y seguimiento de este distinguido topónimo leonés, nos lleva a su primera aparición en documentos firmados por Alfonso III el Magno en el año 891, que recoge el Padre Risco en su España Sagrada : « In foris montes, in arbolio, busto quod dicitur fontun» .
Más tarde, en el año 1036, el rey Fernando I hace aparecer en su testamento varias heredades que otorga a la iglesia de San Salvador de Oviedo, ubicadas todas ellas in Arbolio , tales como Formigoso, Villan Manni, Villa Sempliz y Rivulo de hermo (Rodiezmo). Todavía tardarían dos siglos más en ver la luz los primeros documentos, sellados por Fernando IV, en los que se puede leer textualmente el topónimo Arvuello, en una denuncia hecha por los vecinos de Oviedo quejándose de la morosidad de los habitantes de aquel territorio para el pago de los portazgos correspondientes.
Finalmente, y al hilo de la Historia, transcribimos literalmente el curioso documento expedido en el año 1462, en Toledo, por el rey Enrique IV: «mandamos que los jueces y justicias que hubiesen de ser en la nuestra tierra de Argüello, que sean nombrados y deputados solamente por doce buenos hombres de la misma tierra, los quatro de la Tercia parte de la dicha tierra, y los otros de las dos Tercias partes, y que ninguno otro más y allende de los susodichos no sea osado de se entrometer a nombrar o deputar juez; y el que lo contrario hiciere, o fuere contra el nombramiento fecho por los buenos hombres, pierda todos sus bienes y sean aplicados a nuestra Cámara».
El señorío territorial, y la inestabilidad de los espacios conquistados, obligaron a mantener una línea defensiva en torno a los valles montañeses, así aparecen los castillos-fortaleza de Luna, Alba, Gordón, Aviados y Montuerto; considerado este último como guardián de la tierra argollana adscrita al Alto Curueño, y que a lo largo de su existencia recibió los nombres de Castillo de Arbolio -según se desprende de la Crónica General de España de Alfonso X publicada por Menéndez Pidal- y Castillo de San Salvador, cuyo nombre pudo haber adoptado a partir de la donación que el rey Alfonso V hizo de este castillo al obispo de León en el año 999, inmediatamente después de su coronación en la ya destartalada catedral románica.