la última frontera
De martes a martes. El primer ministro griego consiguió superar el pasado martes la cuestión de confianza a la que se había sometido. Pero fue una victoria pírrica. Contó tan sólo con los votos de su partido. Es decir, 155 de los 300 posibles. Las victorias por los pelos también son victorias, pero a veces hace falta más. Ahora el parlamento griego tendrá que aprobar este martes, día 28, un serio plan de reformas, de contención del gasto y de privatizaciones. La troika formada por el FMI, la UE y el BCE no pondrá más dinero para Grecia si las decisiones más duras de ajuste se toman sin el voto de la oposición. No vale sólo con los votos socialistas. Sin pacto político no habrá rescate. Parece una amenaza... y lo es. Es necesario por tanto que el gobierno de Papandreu y la oposición conservadora hagan causa común, se traguen los sapos, las culebras y las ruedas de molino que tengan que tragarse, y aprueben las duras medidas de ajuste y el plan de privatizaciones. Ese es el requisito para que se liberen los 12.000 millones de euros de ayuda de emergencia que necesita Atenas para no suspender pagos. Los mercados financieros de medio mundo, en consecuencia, se duelen por la incertidumbre, a la espera del resultado de esa votación.
Existe el riesgo cierto de que se rompa ese delicado juego de equilibrios y de que Grecia no pueda hacer frente a sus próximos pagos. Así que el futuro de Europa y la estabilidad de los mercados se juega esta semana en Atenas. Grecia, cuna de la civilización, puede convertirse en el catafalco de la Unión Europea. Lo que ocurra en Grecia repercutirá en el resto de Europa. Ya lo está haciendo, sobre todo en los países periféricos. A saber Portugal, Irlanda, España... e Italia. El país transalpino, la tercera mayor economía de la zona euro, se ha subido a este furgón de cola después de que la agencia de calificación de riesgos Moody-™s haya puesto en revisión el rating de su deuda soberana ante un posible un recorte. De hecho en las últimas horas el diferencial entre los bonos italianos y los alemanes, la prima de riesgo de Italia, ha superado los 200 puntos básicos. Mala señal. Crece el peligro de contagio.
Si cuaja el rescate a Grecia, subirán las bolsas, bajarán las rentabilidades en los mercados de deuda pública, se estrecharán las primas de riesgo y subirá el euro. No se solucionarán los males de fondo que afectan a la eurozona, pero servirá de bálsamo para tranquilizar las cosas en el corto o medio plazo. Será el árnica necesaria para frenar el deterioro. Un bálsamo muy necesario porque ya no quedan muchas balas en la recámara.
Pero si Grecia finalmente quebrara, se produciría una masiva oleada de ventas en los mercados financieros mundiales de deuda y de acciones. Caería el euro y seguramente se congestionaría el mercado mundial de crédito. De ahí al pánico hay un paso.