Diario de León

SUPERDOTADOS

Aquí hay mucha materia gris

tener un cociente intelectual superior al del común de los mortales tiene sus ventajas, pero muchos lo ocultan para evitar sentirse fuera de lugar. carmen, sheila y omar cuentan su experiencia

Carmen de Celis, Sheila Morán y Omar Flores son tres de los 15 miembros de la asociación de superdotados Mensa en León.

Carmen de Celis, Sheila Morán y Omar Flores son tres de los 15 miembros de la asociación de superdotados Mensa en León.

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Siempre se han sentido fuera de lugar y muchas veces no han dicho lo que han querido. Son superdotados, personas con un cociente intelectual superior a 148, cuando el promedio adulto no suele superar los 100. Ellos aseguran que es un rasgo como otro cualquiera, aunque reconocen que, una vez desvelado su ‘secreto’, mucha gente no les trata igual, mientras que otros muchos se sorprenden de su ‘normalidad’.

Carmen de Celis, Sheila Morán y Omar Flores son tres de los 15 leoneses —11 chicos y cinco chicas— que pertenecen a Mensa ( www.mensa.es ), una asociación que acoge a las personas más inteligentes y que cuenta con 120.000 socios en todo el mundo. A pesar de la cifra, la superdotación sigue siendo un tema tabú en España y ellos mismos reconocen que no está tan bien visto ser superdotado como parece. «A veces la gente no te entiende y optas por el ‘paso de ti’», aseguran. Por eso, la presidenta de Mensa España, Mila Espido Freire, señala que «no hay muchos socios españoles conocidos debido a la mentalidad mediterránea, que no valora demasiado la inteligencia. La mayoría no quiere identificarse porque dudan si serán bien interpretados».

Sheila Morán tiene 28 años, trabaja desde casa como ‘trader’ de Bolsa mientras estudia 3º de Física en la Uned. Acabó derecho en la Universidad de Salamanca no sin esfuerzo «porque me aburrí mucho». Reconoce que siempre le interesó la economía y los temas bursátiles, aunque no es lo único: «me gustan cosas muy diferentes». Precisamente este es un rasgo común en la mayoría de los superdotados, el querer aprender de todo constantemente. Asegura ser la más radical de los tres. «Me molesta tratar con gente que no tiene más intereses o temas de conversación que quién se ha casado con quién o qué equipo pasa a primera», explica

La superdotación se la descubrió su padre, con quien desde los cuatro años hacía test de inteligencia. Con seis años ya debatía sobre la existencia de Dios y, con ocho, devoraba a Julio Verne. Para ella el hecho de ser superdotada no le cambió apenas la vida porque lo sabe desde pequeña y está acostumbrada a ser diferente.

Entre ellos se entienden muy bien y aseguran que da igual la edad, la profesión o los intereses de cada uno porque cuando se reúnen apenas hay barreras para profundizar en cualquier tema. «Precisamente, una de las funciones que ofrece Mensa es la de encontrarse entre pares, entre iguales, lo que permite una mejor sintonía entre personas con el mismo cociente intelectual y donde se acepta a todo el mundo por igual», aclara Freire.

Omar Flores, a sus 22 años, estudia Biología en la Universidad de León y Matemáticas también por la Uned. «Siempre sospeché que tenía altas capacidades, pero nunca le di importancia», explica. Ya conocía Mensa antes de formar parte de ella, pero fue un verano cualquiera cuando «tenía tiempo libre, me metí en su web y empecé a informarme». A partir de entonces, supo con certeza que era superdotado.

Los tres coinciden en que siempre tuvieron intereses diferentes al resto de las personas de su edad, aunque matizan que a ellos también les gusta divertirse, como a cualquiera.

«Siempre me ha llamado mucho la atención el funcionamiento de las neuronas, el cerebro y el comportamiento humano, y un día leyendo un reportaje sobre Mensa, me interesé, hice el test preliminar y me sorprendió gratamente terminarlo antes del tiempo establecido. Asi que luego probé con el test supervisado y aquí estoy, disfrutando de conversaciones realmente interesantes y gente encantadora», comenta Carmen de Celis. Ella es la ‘mensista’ más mayor de los tres. Fue en la Universidad cuando se dio cuenta de su capacidad intelectual. Ella es periodista y tiene 41 años y dos hijos. Explica entre risas que su vida es muy normal y que su condición de superdotada hace que le toque muchas veces hacer números. «Nunca me he considerado una fuera de serie, sé que tengo una gran capacidad, pero no me gusta presumir de ello», añade.

Carmen, Sheila y Omar están más tranquilos desde que saben que son superdotados y, sobre todo, su nueva condición les ha aportado nuevos contactos con los que poder hablar y compartir sus inquietudes. Los tres coinciden en que, aunque se sienten perfectamente integrados en su entorno, muchas veces se han sentido solos, aunque matizan que nunca discriminados. «Escribir bien y razonar no debería ser algo extraordinario», aseguran. En España lo es, si bien en Estados Unidos los superdotados están muy valorados y cuentan con el respaldo social. Aquí, estos tres leoneses mensistas lo tienen claro: la sociedad española no está preparada para apoyar a los superdotados.

Mujeres y hombres

Llama la atención el hecho de sólo el 18,8 por ciento de los socios de Mensa en España sean mujeres, mientras que los hombres representan algo más del 81 por ciento, un aspecto que resalta la presidenta de los mensistas: «Es curioso, pero las socias que entran en Mensa suelen ser muy activas en la asociación y ejercen de coordinadoras, supervisoras de test, etcétera». Es el caso de Sheila Morán, que se encarga de revisar las pruebas de los leoneses que desean entrar a formar parte de este selecto club, en el que entraron cinco personas en el ejercicio 2010-2011. En otras Mensas la diferencia entre mujeres y hombres también es notable, pero en un 35-40 por ciento, un dato mucho más comedido que el español. ««Quizás aquí nos queda mucho por recorrer en igualdad», asegura Freire.

En España se conoce poco sobre la superdotación. Sólo un pequeño porcentaje —alrededor del uno por ciento— de los superdotados saben que lo son y muchos de los que lo saben lo ocultan. «Aquí no está bien visto que seas más listo que el jefe», señala Sheila. Sin embargo, ellos aseguran que les da menos vergüenza reconocer que no saben de algo que al resto de los mortales. «No ves la importancia de no saber algo».

De los 28 países que conforman Mensa Internacional, España ocupa el noveno puesto por número de socios, con 1.512, mientras que en Alemania superan los 10.000 y en Estados Unidos los 55.000.

Pero esta condición también tiene sus inconvenientes. En contra de lo que muchos piensan, a no pocos superdotados no se les da bien los estudios y son poco constantes. Su rapidez a la hora de comprender y razonas hacen que vayan más rápido que el resto y que, en muchas ocasiones, se aburran y dejen lo que están haciendo. «Ser superdotado no es algo para pregonar ni para presumir», alegan. Para Freire «la fama de despistados de los mensistas a veces parece que no es vana» y cuenta como anécdota que, en una visita a Inditex en el 2010, en el interior de las naves de Arteixo se perdió inexplicablemente la mitad del grupo en unas escaleras de emergencia. «Probablemente sigan contándolo en las visitas de Inditex», añade.

En las reuniones anuales de Mensa ellos se sienten como pez en el agua. La puesta en marcha oficial de esta asociación fue en 1992, aunque en el año 89 se produjo ya la primera reunión de sus socios. Desde entonces, los 1.512 ‘mensistas’ que hay en España están convocados a la cita que celebran cada año en una ciudad distinta durante cuatro o cinco días. «Aprendes de los otros y siempre hay alguien que comenta algo en lo que se puede profundizar. Vamos un poco más allá», argumentan. En sus encuentros, las discusiones suben de tono más de lo normal —«son más virulentas porque estamos muy seguros de nosotros mismos», matizan los leoneses—.

Los integrantes del grupo de Castilla y León son para la presidenta de Mensa España «unos expertos gourmets, capaces de hacer bastantes kilómetros para conocer un rincón donde se coma bien y se disfrute de una conversación inteligente».-

Y es que la actividad de Mensa es muy intensa de puertas adentro. Tienen una revista que se publica diez veces al año realizada con las colaboraciones de los socios, listas de correo de los temas más variados y cuentan, además, con un grupo dedicado a resolver los problemas relacionados con la informática, otro de empresas de mensistas...

Bien por toda esta actividad o bien por sus intereses en común, lo cierto es que surgen bastantes parejas entre los mensistas, según desvela su presidenta. «Tenemos un grupo de rock de mensistas, que actúan en el encuentro que hacemos cada año. Una de las parejas que surgieron fue de estos músicos y su primer bebé nació justo el día de la cita anual», narra Freire.

Esta asociación tiene mucho de una segunda familia para sus propios socios, pero también va abriéndose a la sociedad. Para ello, celebra torneos de juegos inteligentes, pruebas informáticas para el entrenamiento de la memoria funcional o cualquier otra iniciativa que contribuya al beneficio social de la inteligencia. Para todos.

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