Diario de León
Publicado por
enrique vázquez
León

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Sería desalentador y poco explicable que la conducta de Barack Obama o de Mitt Romney ante el huracán ‘Sandy’ decidiera la elección presidencial en los Estados Unidos. La jefatura ejecutiva, política y militar de la superpotencia mundial sería atribuida a aquél que durante cuatro o cinco días hubiera asumido un papel juzgado más positivamente por los electores. Pero así son las cosas y eso podría ocurrir, aunque solo o muy principalmente, porque la diferencia en la intención de voto popular es mínima y el desenlace, imprevisible.

Los ensayos de encuadrar el episodio oscilan entre la indigestión provocada por un ternurismo desproporcionado ante la desgracia (muy pequeña comparada con las grandes catástrofes naturales que sacuden al mundo cada año con decenas de miles de muertos) y los análisis más ponderados, de naturaleza técnica y dimensión política mensurable en un asunto desaparecido en la campaña: qué piensan los aspirantes sobre cómo manejar un terremoto, un maremoto o la erupción de un volcán.

Los dos equipos vieron la eventual importancia del asunto y reunieron de inmediato sesiones de emergencia para decidir qué hacer y qué debía decir el candidato respectivo. Aquí la ventaja era para Obama que, como jefe saliente, debía dar la prioridad a la asistencia, la coordinación y eventualmente la presencia sobre el terreno. Hizo algo más: pedir a sus donantes, por cierto muy generosos en las últimas semanas, que desviaran los donativos hacia la Cruz Roja.

Así, queda claro que en la democracia post-moderna creada por los medios y que, aunque sea tácitamente, recoge y administra el consenso moral vigente, el nuevo escenario suscitado por ‘Sandy’ era muy peligroso y actuar con tino y solvencia en él, en la gran representación casi teatral que es la campaña, de importancia capital. El esfuerzo técnico en el debate se limitó a recordar que Romney también piensa en cortar a fondo el presupuesto federal para combatir los desastres naturales y los prefiere trasladados a los estados. Y eso, que no es poco, fue todo. Todos los diagnósticos indican que Obama lo hizo todo muy bien.

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