Diario de León

hospitaleros voluntarios

Solidaridad en pleno camino

atienden de forma altruista, durante quince días, a los peregrinos en los albergues del camino de santiago. ¿su objetivo? hacer la travesía un poco más cómoda a cambio de la voluntad. en león, siete albergues les dan cobijo

Desde mayo a septiembre son los meses de mayor afluencia de peregrinos y de mayor trabajo en los albergues. Mientras los extranjeros prefieren la primavera y el otoño, los españoles se decantan por el verano.

Desde mayo a septiembre son los meses de mayor afluencia de peregrinos y de mayor trabajo en los albergues. Mientras los extranjeros prefieren la primavera y el otoño, los españoles se decantan por el verano.

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León

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Aquí se ofrece hospitalidad sin ninguna discriminación; das 15 días de tu vida al año a los demás». Así describe Luis Gutiérrez, presidente de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de León, la labor de los hospitaleros voluntarios. Son personas que se encargan de forma altruista de atender, durante dos semanas, algunos albergues que salpican la Ruta. Su labor, además de llevar la gestión del centro lo mejor posible, incluye la recuperación de albergues donde poder ejercer la hospitalidad al estilo tradicional. «Nos ofrece a los antiguos peregrinos la posibilidad de tener una visión de la peregrinación desde el otro lado que nos ayuda a entender mejor las cosas que pasan en el Camino», explican desde la asociación leonesa. Y es que este viaje sigue dejando huella en quien lo recorre.

En León, los hospitaleros voluntarios están en Bercianos del Real Camino, El Burgo Ranero, Calzadilla de los Hermanillos, Rabanal del Camino, Foncebadón, El Acebo y Ponferrada. En cada uno de ellos, dependiendo de la época del año y de la afluencia de peregrinos, una o dos personas se encargan de que todo esté a punto apara recibir al peregrino, salvo en el de Ponferrada, que lo llevan hasta cinco personas debido a su gran capacidad. En la ciudad, hay hospitaleros en las Carbajalas y en la Fundación Ademar, si bien no forman parte del grupo de voluntarios que agrupa la Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago.

Luis Gutiérrez, antes dedicado a la Educación como profesor y director, preside hoy la rama leonesa de esta institución. Hasta aquí llegó de forma también voluntaria por dos razones: «La necesidad de un presidente por la importancia de esta asociación y mi implicación en el Camino de Santiago». Él, que también ha sido hospitalero voluntario, tiene claras las ventajas de cambiar tu vida por 15 días. «Convives con personas de todas las nacionalidades que llegan a ti necesitados de todo tipo de ayuda, donde el peregrino y el turista se acercan al espíritu jacobeo haciéndoles reflexionar sobre una peregrinación a un lugar sagrado, donde desarrollas la riqueza humana que tienes y tienen».

Para poder experimentar estas sensaciones de las que habla el presidente de la asociación leonesa es necesario cumplir una serie de requisitos. Además de querer ser hospitalero voluntario, debe haber hecho el Camino de Santiago (total o parcialmente) y asistir a uno de los seis cursillos sobre la materia que se ofrecen en España (también en Francia, Italia, Canadá o Estados Unidos) ¿El perfil? «Un hombre o una mujer que quiera devolver al Camino lo que este le dio, es decir, alegría, amor, acogida, reflexión y satisfacción», explica Luis Gutiérrez.

Son valores que por lo general cumple el peregrino, solidario por naturaleza. Y es que las encuestas que cada año hace la federación entre estos caminantes se valora a los hospitaleros voluntarios con un notable alto. No en vano, cada vez son más las personas que se ponen en contacto con la federación para colaborar con esta tarea.

La solidaridad se lleva, pero no es nada nuevo. De hecho, fue en los años 80 cuando, debido al aumento de peregrinos, se hizo necesario atener al caminante de una forma más cercana. De ahí que la Federación decidiese entonces, además de seguir con su labor de promoción, información y señalización de los caminos a través de las distintas asociaciones, encauzar parte de sus esfuerzos en atender al peregrino. Así nació la figura del hospitalero voluntario.

De eso hace ya más de 23 años, una minucia en la larga historia de la Ruta Jacobea, pero cuyo papel de mantener limpios los albergues y atender con cariño se ha convertido ya en algo fundamental. Parece lo más normal del mundo, pero no siempre se ha hecho así, pues hasta la última década del siglo XX no existían los albergues o bien si los había nadie se ocupaba de ellos.

La figura del peregrino ha cambiado mucho en los últimos años. Ahora hay muchas formas de llegar a Santiago y posiblemente hacerlo a pie y por fe sea la menos común. Tampoco se hace el recorrido sólo por motivaciones religiosas o penitenciales ni el albergue es el único lugar en el que encontrar cobijo. Pero muchos coinciden en que es la mejor forma de conectar con una realidad apenas conocida en la vida habitual de vivir deprisa. Lo que está claro es que recorrer el Camino es toda una experiencia que se realiza, fortalece y encuentra sentido en muchos casos a través de la hospitalidad.

Pero esta forma de acogida no consiste, tal y como explican desde la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de León, sólo en ofrecer un lugar donde dormir, comer o lavarse como una simple parada más, sino que es «un servicio con un significado mucho más trascendente y profundo porque aporta las claves para entender lo que se está experimentando en el Camino». Y es aquí donde se enmarca la tarea de los hospitaleros voluntarios.

Y es que desde la asociación aseguran que sin ellos ahora sólo quedaría los albergues públicos o con intereses comerciales. Ellos ofrecen al caminante una acogida gratuita a cambio de un donativo voluntario, pues «no se trata de un itinerario más de tipo cultural o deportivo, sino que es otra cosa» en la que se recibe a cambio «una experiencia personal muy importante», explica Luis Gutiérrez.

Él se prepara para los meses más movidos, ya que desde mayo hasta septiembre es siempre la época más fuerte porque, mientras los extranjeros escogen la primavera, el final del verano y el otoño; los españoles, en su mayoría, se decantan por los meses de estío para emprender la Ruta.

Asegura que, en general, «el peregrino es bueno y si la hospitalidad que se le brinda es buena, aún más. Cuando se les da acogida están eternamente agradecidos y al volver a su país hablarán maravillas de los hospitaleros, del Camino de Santiago y de España en general». La Ruta no acaba aquí.

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