Diario de León

Cuidado del entorno

Abejas buscan padrino

La empresa leonesa Urzapa lanza una iniciativa que busca aportar un granito de arena en su lucha contra la desaparición de las abejas, un problema que afecta y preocupa al mundo

Urbano González, gerente de Urzapa, supervisa una de las colmenas que tiene distribuidas por la provincia.

Urbano González, gerente de Urzapa, supervisa una de las colmenas que tiene distribuidas por la provincia.

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Apadrinar una colmena puede ser un paso más en el largo camino para evitar la desaparición de las abejas. Es un problema que existe, que está ahí, pero que mucha gente desconoce: la colonia mundial de abejas está en peligro. Son los polinizadores más importantes a nivel mundial. Cerca del 80% de la polinización total es obra de estos insectos, que protagonizan un proceso natural que no entraña coste económico alguno. Sin embargo, en la última década los científicos han constatado una disminución dramática en las poblaciones de algunas especies de estos insectos voladores. Y preocupa.

Precisamente contra esto lucha la iniciativa ‘Apadrina una colmena, crea naturaleza’ que ha puesto en marcha la empresa leonesa Urzapa. «Queremos que la sociedad se implique en esta realidad, por eso nace este proyecto», explica Urbano González, gerente de Urzapa y apicultor que conoce de cerca esta problemática de la que no se escapa la provincia. No en vano, León cuenta, como la mayoría de la zona norte de España, con una amplia tradición apícola.

Con esa idea, la de proteger las amenazadas colonias de abejas, Urbano González dio forma a esta iniciativa. Los padrinos pagan una cuota anual de 130 euros, contribuyen al mantenimiento de las colmenas y además reciben 165 euros en productos Urzapa. Entre ellos, miel, polen, jalea, jabones o hidromiel, la bebida alcohólica más antigua de la humanidad, que ahora tratan de meter en el mercado.

La persona que participa en ‘Apadrina una colmena, crea naturaleza’ será el titular de un certificado expedido por Urzapa y de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente, que recibe diez euros por cada colmena apadrinada para su proyecto ‘Consuma Naturalidad’. Para reconocer su labor, Urzapa reunirá cada mes de junio a todos los padrinos y madrinas en una fiesta para que vean las colmenas y conozcan desde dentro lo que se ha podido hacer gracias a su aportación.

Hasta Suiza ha llegado el eco de esta iniciativa que ha convencido a dos personas más en ese país y que comenzó el año pasado de forma experimental. Ahora, cuenta con más de 60 padrinos con un perfil de lo más variado. Desde niños y niñas que lo han recibido como regalo de comunión hasta adultos de cualquier edad.

 

Un problema mundial

Todos ellos aportan así su granito de arena para tratar de paliar el problema que supondría la desaparición de las abejas, cuya población se ha reducido más de un tercio en los últimos cinco años por varios factores como las enfermedades que sufren y que han mermado considerablemente el número de colmenas, la despoblación de los pueblos, que provoca que cada vez haya menos gente que se dedique a la apicultura de forma profesional y otros factores como el empleo de pesticidas que reducen la vida de estos insectos. Tal es la magnitud de esta problemática que La Comisión Europea decidió el año pasado restringir el uso de tres plaguicidas neonicotinoides empleados en el cultivo de plantas y cereales, al constatar que estos productos químicos resultaban muy perjudiciales para ellas.

«Las abejas no son importantes por la miel, el polen o la jalea que producen, sino por la polinización que realizan», explica Urbano González. Y es que nada menos que seis de cada diez alimentos se ven afectados por este proceso natural en el que intervienen estos pequeños animales como parte fundamental que forman colmenas que en un sólo día pueden llegar a ‘fecundar’ millones de flores.

Este trabajo, tan natural como fundamental para la vida, no se está llevando a cabo como debería y preocupa ya a niveles mundiales. «Lo cierto es que las abejas son unas grandes generadoras de riqueza», explica González que gestiona desde Urzapa unas 800 colmenas repartidas por toda la provincia, de donde sacan la materia prima de los productos que elaboran en sus instalaciones de Sueros de Cepeda. Un mundo al que se dedica desde hace 19 años y que le apasiona. De ahí su preocupación por un sector ante el que cayó rendido la primera vez que abrió una colmena. «Fue en el Valle del Silencio y, desde entonces, no lo he dejado», asegura. Se nota que es su pasión cuando habla de apicultura y de todo lo que rodea a las abejas, donde se metió de lleno tras dejar el baloncesto profesional.

Gracias a ‘Apadrina una colmena, crea naturaleza’, podrá montar más colmenas con financiación externa al mismo tiempo que atrae clientes y contribuye a mantener el ecosistema. Todo eso en un solo producto con alma solidaria.

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