Diario de León
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Ni siquiera había que clavarle una aguja, solo un par de gotas debajo de la lengua. Dijeron que no. Su pediatra, agobiado de trabajo y temeroso de la reacción de los padres, no insistió. A los 18 meses, la niña contrajo poliomielitis, una enfermedad que hoy la tiene postrada en una silla de ruedas de la que nunca podrá escapar. Es incomprensible que en un mundo civilizado siga existiendo la mentalidad de que una vacuna puede ser perjudicial. Han pasado ya 16 años desde que el médico Andrew Wakefield se inventase el bulo de que la vacuna triple vírica causaba autismo a los niños, pero muchos siguen aún una peligrosa moda que no para de aumentar. Estrellas de cine, músicos y algún otro memo de fama fácil y abultada cuenta corriente apoyan el movimiento antivacunación, que ya ha llevado a un 20% de estadounidenses a pensar que las vacunas son perjudiciales. Lo natural es lo mejor, dicen ellos. Ese Ferrari del que te acabas de bajar no parece muy natural, pienso yo.

Las reglas de la vida son muy sencillas. En consonancia a una actitud estúpida siempre se produce un resultado negativo. En este caso es directamente catastrófico. Rubéola, polio, paperas, todas ellas aumentan. Incluso el sarampión está regresando. Sarampión. Suena inofensivo hasta que recordamos que en 1999 mató a un millón de personas, y es altísimamente contagioso si no estás vacunado.

Cada vez hay más gente que no vacuna a sus hijos porque un médico desequilibrado como Wakefield genera un fraude, una estrella descerebrada como Jim Carrey le da credibilidad y un grupo de mercachifles sin escrúpulos extienden el veneno con vistas a llenarse los bolsillos. Y eso no sólo es perjudicial para los niños que, como María, terminan en una silla de ruedas, desfigurados o muertos. Lo es para toda la humanidad, porque la única manera de erradicar una enfermedad grave es a través de la inmunidad de grupo, que se logra a través de ese cortafuegos que es la vacuna.

Mientras tanto, aquí en España estamos dando los primeros pasos hacia el abismo. Hemos comenzado retrasando la vacuna de la varicela e impidiendo su venta en farmacias, lo que ha arrojado ya 65.000 casos en lo que va de 2014, un repunte del 17% respecto al año anterior. Una enfermedad más leve, pero que si se complica puede acabar en muerte, como le sucedió hace semanas a una niña en Álava. Pero lo terrible es que este bloqueo de la vacuna de varicela no se da por ignorancia, sino porque no hay dinero y retrasar su aplicación, por malas consecuencias que tenga, sale más barato. Así de sencillo. Y aún más inaceptable porque quienes toman estas decisiones en los despachos no la toman sobre sus propios hijos, sino sobre los hijos de los demás.

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