el viaje de sus vidas

Según la estadística oficial de la Asociación Leonesa de Amigos del Camino de Santiago, este año se cerrará con 972 peregrinos brasileños por la ciudad de León, 259 más que en 2012 y 504 más que en 2011. La publicación del libro de Paulo Coelho cambió, en buena medida, la mirada del gigante de América del Sur sobre la ruta milenaria, hasta el punto de que Brasil se encuentra entre los países con más caminantes no europeos, aunque ya no sea el primero. Tanto ha impactado al otro lado del Atlántico que el Camino de Santiago ya tiene hasta su propia versión brasileña: 12 kilómetros que quieren servir como entrenamiento para aquellos que buscan conocer el pálpito vital de la peregrinación desde Roncesvalles a Compostela.

San Antonio de Patrulha, una localidad situada a 70 kilómetros de Porto Alegre, al sur del país, se ha convertido en sede de la experiencia. Inaugurada oficialmente el pasado 19 de octubre, en la ruta no falta de nada, ni siquiera un sistema de credenciales para que los peregrinos brasileños puedan sellar su paso por los distintos puntos del recorrido, como ocurre en la senda europea. Como ocurre, sin ir más lejos, en la parte leonesa desde Sahagún al Bierzo.

Tan a pecho se lo han tomado en esta localidad brasileña que el Camino de Santiago aparece en su web oficial como un hecho relevante y, sobre todo, como un recurso turístico muy a tener en cuenta en el futuro. «Este camino estaba abierto ya; nosotros lo hemos acondicionado para que, a partir de ahora, esté disponible para todas las personas y grupos que quieren tener esta experiencia jacobea en Brasil», dice el alcalde, Paulo Roberto Bier. El recorrido, que se inicia en la avenida de Borges de Medeiros, 456, se pueden hacer en dos horas y media, más o menos.

El conocido diario Jornal do Brasil se preguntaba ya en 1994 por la indefinible e irrefrenable pasión brasileña por el Camino de Santiago: «846 km de barro, piedra, montaña, asfalto, florestas y desierto. Una caminata que dura -mínimo- un mes, atraviesa toda España y termina en la ciudad santa de Santiago de Compostela, en Galicia. ¿Locura?».

No es que sea una locura. Para muchos brasileños es la ruta de sus vidas. El propio Paolo Coelho explicaba hace unos años que hacerlo, aunque haya terminado confesando que sólo llegó hasta León y después continuó en bus, le cambió su visión del mundo. «El Camino es más importante que el caminante y cuando lo haces te cambia la perspectiva de vida», señaló en una entrevista.

San Antonio de Patrulha no es que tenga grandes cosas en común con Santiago de Compostela. Tiene unos 40.000 habitantes y un carácter industrial. Su elección ha sido por otros motivos, como el parecido del paisaje de Río Grande del Sur, la zona en la que se localiza, con las últimas etapas jacobeas, la zona gallega y, en parte, el Bierzo.

La versión brasileña del Camino no es que tenga tampoco grandes complicaciones orográficas. Es un pista de tierra que discurre por suaves colinas arboladas y campos de cultivo. Eso sí, para que no falte de nada tiene hasta miradores, como una vista sobre la laguna denominada de Barros. Además, una de las paradas para sellar la Compostela está situada en la casa de un agricultor, Ari Nunes da Silva, que fiel al espíritu jacobeo les da agua. Y, por supuesto, no faltan las clásicas flechas y placas con la señal amarilla de por dónde continúa la ruta.

Todo el entusiasmo jacobeo de esta zona de Brasil se ha traducido también en la creación de una asociación -www.acasargs.com.br-, que organiza y fomenta la ruta jacobea española. La Asociación de Amigos del Río Grande del Camino de Santiago del Sur, que así es su denominación oficial, está vinculada a la Federación Española y reconocida oficialmente por la Xunta de Galicia. «Nuestros objetivos son muy claros: apoyar toda iniciativa que muestre interés en el aprendizaje, la investigación o la peregrinación a Santiago de Compostela», señalan desde Acasargs. En su página en Internet hablan de los monumentos y paisajes que el peregrino se encontrará si hace el Camino Francés, con una mirada especial a León, a San Isidoro y al Panteón de los Reyes.

«Esta ruta de peregrinación a Santiago, como Jerusalén y Roma, era una red de comunicación auténtica y eficaz, que sirvió como vehículo unificador, tanto cultural como comercial en la Edad Media, en una Europa que resurgía tras la caída del Imperio Romano», concluye la invitación de Acasargs para hacer la ruta española, en la que pide también «levar uma pedra para deixar na Cruz de Ferro». En León.