Diario de León

CANTO RODADO

Morenas

estamos en ese crucial momento en el que un paso adelante o un paso atrás significará recoger nuestras ‘morenas’ o ser piezas del sistema

León

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Morenas se llaman los lotes de madera de los montes comunales en Tierra de Campos. Una tradición que se pierde en la noche de los tiempos hasta toparse con el dominio monacal del monasterio de San Benito de Sahagún. Los poderosos monjes detentaban tierras y derechos. A la plebe sólo le quedaba la oportunidad de recoger palos y rastrojos para hacer atados y venderlos en la plaza de Sahagún para arrojar las glorias.

Todo esto lo cuenta Andrés al calor de la hoguera en el Monte Grande de Calzada de Coto. De fondo se oye la monótona melodía de los coches sobre el asfalto de la autovía, hasta que el sonido de un tren de mercancías la rasga entre las sombras del atardecer. El tiempo se ha detenido entre los robles, con sus ramas pobladas de líquenes y el suelo esponjado por el laborioso musgo.

Elementos

L a civilización circula veloz, a ambos lados, sin percatarse de la vida que se agita en el bosque. Hace tiempo que decidió darle la espalda. Y ahora estamos a dos grados del desastre planetario. En París, donde la gente cantaba hace unos días la Marsellesa y ahora se rasca los bolsillos por los efectos económicos del pánico instalado como nuevo huésped de la ciudad de la Luz, se anuncia la última gran batalla de la humanidad: La lucha contra los elementos.

Como si el viento, el agua y el sol tuvieran la culpa del calentamiento del planeta. El lenguaje bélico ha llegado para quedarse, adobado con enemigos que nos acosan por tierra, mar y aire. Refugiados, yihadistas, la temperatura del planeta... La amenaza se cierne sobre nuestras vidas. Un estado de alarma en el que las personas poco pueden hacer, salvo obedecer.

Hasta que alguien dice basta. Como las víctimas del atentado de París que se han negado a seguir el juego macabro de Hollande, con bombardeos indiscriminados de Francia sobre Siria como represalia a unos terroristas cuyos planes se conocían y al parecer no se lograron parar.

Piezas

En algún momento de la historia, al que la tradición oral no puede poner fecha, los pueblos conquistaron la propiedad de sus montes y establecieron un sistema de reparto de sus riquezas, como la madera. Y por razones que muy pocas personas sabrían explicar, se mantiene viva esa tradición en muchos pueblos leoneses. Son ejemplos de economía sostenible, de democracia directa y de fraternidad.

Corre el siglo XXI y estamos en ese crucial momento en el que un paso atrás o un paso adelante significará poder gobernar nuestras vidas, recoger nuestras morenas, o quedar definitivamente al albur del Gran Hermano, como meras piezas del sistema que si dejan de funcionar acabarán en los extremos de la marginación.

Tambores

Lo primero es no dejarse engañar por los salvadores de patrias y los vendedores de humo electoral. Rajoy, el presidente que llegó al poder prometiendo una bajada de impuestos y subiéndolos nada más sentarse en el sillón, ofrece cheques a discreción a cambio de un cheque un blanco.

Borrón y cuenta nueva. Aquí no ha pasado nada. Como si desahucios sin piedad, recortes a discreción en la cultura y los servicios públicos, la salvación de la banca y el 100% del PIB convertido en deuda impagable hubieran sido una broma pesada.

Y, por si fuera poco, en los aledaños de Génova, el señor de las Azores, la sombra del Gobierno. agita los tambores de guerra en nombre del bienestar de Europa. Alentando a la población a pasar del austericidio al genocidio. No en nuestro nombre.

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