Diario de León
Publicado por
Andrés aberasturi
León

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Debe ser cosa de la edad, que uno ya —según va pasando de mayor a muy mayor— entiende menos las cosas de los jóvenes, ese ímpetu que a ellos les sobra y que a nosotros, a mí al menos, me falta cada día más. Debe ser eso porque a estas alturas de mi vida no es que no me resulte fácil entender ciertos discursos, es que me entra como una especie de desconcierto cuando leo y/o veo ciertas cosas que poco tienen que ver no ya con una altura política exigible a los dirigentes de un país, sino con eso que antes se llamaba dignidad, honradez, educación, buenas maneras, un poquito de cultura, un cierto interés por la verdad, la demagogia justa —a ser posible poca— y el no afán de un protagonismo constante. Pero es lo que hay y parece que todos tienen su público.

Medio país se frota las manos —y los ojos, porque apostaban a que no iba a ocurrir nunca— viendo a una infanta de España sentada en un banquillo porque la doctrina jurídica que fue válida para un banquero, no lo es ya para una infanta. La casa Real guarda esta vez un impecable y respetuosos silencio y uno se sigue preguntando que pudo llevar a Urdangarín —y veremos si a su esposa— a querer más y más cuando ya tenía casi todo. El ser humano es impredecible.

Lo del PP de Valencia es un nuevo chorro de agua sucia en ese charco de estupidez política que viene de antiguo persiguiendo a los de Génova de forma obstinada. Naturalmente pasa algo muy parecido con el PSOE en Andalucía y el escándalo eternamente inacabado de los famosos Eres o con el famoso 3% de Convergencia del que nunca más se supo.

Y el PSOE a punto de explotar en una voladura que será controlada porque no parece que a estas alturas las verdades de Corcuera sean lo mejor para el partido. Pero la obsesión de Sánchez por llegar la Moncloa como sea y con quien sea a cambio de lo que sea, empieza a ser ya preocupante fuera y dentro del PSOE.

Y en Madrid siguen con el cambio de calles teóricamente franquistas pese a la humillante lección de Historia con la que el edil del PP, Pedro Corral, dejó en ridículo a la concejala de Cultura Celia Máyer y a una especie de cátedra de la Memoria Histórica dependiente de Complutense y responsable de no pocos errores y desatinos.

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