Diario de León
Publicado por
Enrique vázquez
León

Creado:

Actualizado:

Es sabido que Trump es del todo ignorante en asuntos de política internacional y en la práctica deja hacer a sus profesionales: Rex Tillerson en la Secretaría de Estado y el general Herbert R. MacMaster como asesor de Seguridad Nacional. Pero ellos han de coexistir con los hábitos del jefe, incluidas declaraciones extemporáneas, promesas incumplibles y, en fin, su valoración de los genuinos adversarios de EE UU. La lista la encabeza, sin sorpresa, Corea del Norte, sigue tal vez Cuba, y se ha ganado el tercer puesto Irán. Lo de Irán tiene alguna lógica en cuanto que asunto heredado pero la herencia debería incluir el extraordinario acuerdo sobre el programa nuclear iraní. Fue, junto a la conferencia de París sobre Oriente Medio de diciembre pasado, la gran hoja de servicios dejada por el gobierno demócrata en el escenario internacional. No se olvide que, lo mismo que en el caso del conflicto palestino-israelí, la administración Obama tuvo buen cuidado de que el acuerdo con Teherán sobre su programa atómico fuera un acuerdo del Irán con el resto del mundo, no un arreglo solo bilateral. Trump ha dicho ya del Irán y su gobierno las peores cosas audibles y cree que en Teherán vive el diablo. La explicación de que Trump habla por cuenta de los intereses israelíes no sirve, aunque ayude a entender la situación. En efecto, el peso regional de la vieja Persia es de tal calibre que los saudíes, con su flamante rey Salman ha pasado a la ofensiva: ha montado una operación brutal para aislar política y diplomáticamente a Qatar, un Estado fuera de su control y cuya autonomía en política exterior le resulta intolerable y creado una especie de grupo de trabajo ad hoc, con los Emiratos Arabes Unidos, Bahrein, Kuwait y Egipto. El lector debe anotar que la presencia egipcia es hija de su dependencia financiera de Arabia Saudí, cuya asistencia le permite llegar a fin de mes y ha hecho de El Cairo, sede de la Liga Arabe, un país secundario, sin medios y privado de su vieja influencia regional.

La última y pintoresca hora de este cuadro es la revelación de medios norteamericanos de que para contrarrestar el peso iraní vuelve a escena un viejo conocido de los servicios secretos, Michael d’Andrea, una antigua estrella de la CIA en los buenos tiempos del Iraq de Bush jr. Trump ve a Irán como el enemigo a batir y se supone que autorizará todas las operaciones necesarias para desestabilizarlo. Debe saber a estas alturas que la operación es de dudoso éxito. Ya hubo en su día otra leyenda de la CIA, Kermitt Kim Roosevelt, nieto del presidente Theodor Roosevelt, que se las ingenió para derribar en agosto de 1953 al gobierno del Dr. Mossadeq. Fue un éxito relativamente breve: en enero de 1979 la revolución popular inspirada por el ayatollah Jomeini obligó a exiliarse al Shah y fue proclamada la República que aún dura. El Irán de hoy es una fortaleza político-institucional, está blindado con su acuerdo con el mundo y resistirá bien al pintoresco dúo Trump-D’Andrea.

tracking