CANTO RODADO
Salvar un pueblo, salvar el planeta
La activista sueca Greta Thunberg ha conseguido movilizar a la juventud europea con sus sentadas frente a la sede del Gobierno. Mientras los gobiernos, de aquí y de allá, siguen con sus políticas de ‘greenwashing’.
Greta Thunberg representa la toma de conciencia y la acción simbólica frente a la debacle ambiental. Esta joven sueca se planta cada viernes frente a la sede de su Gobierno para exigir que tome medidas frente al cambio climático. Y ha contagiado a la juventud europea.
El vídeo en el que regaña a los líderes mundiales se ha hecho viral y nos ha conmovido. El caso de Greta Thunberg me ha recordado a las activistas ambientales. Y especialmente a las que, como Berta Cáceres, fueron asesinadas. O a doña Chica, Francisca Ramírez Torres, la activista nicaragüense que ha plantado cara a la obra que suponía abrir en canal el país centroamericano, para mayor ganancia de los inversores chinos.
Doña Chica vive ahora escondida en algún lugar de Centroamérica para proteger su vida. Y aún así no está segura. Berta Cáceres se había opuesto, en Honduras, a un polémico proyecto hidroeléctrico de capital internacional, la represa de Agua Zarca. La mataron en 2016. El agua, a la que como a la primavera, la poesía, la felicidad, el síndrome de Down y otras muchas causas, recordábamos esta semana, es un bien preciado que desata guerras que no se libran en campos de batalla.
Hace unos días iba camino de La Bañeza y una inmensa nube de polvo envolvió un tramo de la carretera. A un lado y a otro de la vía que discurre desde Hospital de Órbigo, los campos cultivados y los postes del lúpulo en expansión dan cuenta de la actividad agrícola.
Grandes extensiones de terreno cultivadas por tres o cuatro explotaciones agrarias con maquinaria de última generación. La agricultura convencional, aparte de los ingentes consumos de agua y contaminación de los suelos por efecto de los pesticidas, no genera un gran arraigo demográfico en los pueblos.
El riego se puede controlar desde una computadora y una máquina es capaz de hacer en pocas horas lo que antaño llevaba largas y numerosas jornadas con mucha mano de obra.
La agricultura y la ganadería ecológicas se han erigido esta semana en León como una palanca contra la despoblación de la provincia. Agrele ha pedido la complicidad de las personas que viven en las ciudades, como consumidoras, para apoyar a un sector aún emergente que en León tiene un ancho campo por abonar. Un nuevo nodo de economía rural para que los pueblos no mueran del todo.
Piensa globalmente, actúa localmente. Fue el eslogan del protoecologismo de los años 70. Sigue vigente. Lo mismo que aquella frase de Petra Kelly que definió la política como el «poder de amar, el poder de sentirnos unidos en la nave espacial Tierra». ¡Qué lejos queda esto de la miseria electoral!
Salvar un pueblo con actividades económicas sostenibles, desde la producción agrícola, ganadera, artesanal, etc., hasta el pequeño comercio, pasando por la generación de servicios para el cuidado de las personas es, hoy por hoy, salvar el planeta. Ya no se trata de lo que comemos, sino de cómo se produce y qué impacto produce lo que comemos y lo que vestimos en el planeta. Acabo de leer que los aguacates de Chile están desecando este país donde el agua es 100% privada. Nos llegan como un producto sano y nutritivo, sí. Pero, ¿es sostenible?
En la provincia de León, las tierras menos contaminadas están en las reservas de la Biosfera, en la montaña de este a oeste. La cuestión es si la economía sigue apostando por la especulación del aguacate y por construir polígonos fantasma, ahora en la Azucarera.
El ladrillo ha vuelto. Pero, ¿dónde está la gente? ¿Van a volver todas las personas que emigraron? ¿Vamos a dejar entrar a emigrantes para que sus hijos e hijas crezcan aquí? Ciertamente, Houston, tenemos un problema.