Una fiesta sinvergüenza, traviesa y alborotadora

|||| Es domingo de antruejo, un día distinto a todos los demás: los guirrios de Llamas se visten con sus mázcaras de vistosos colores a modo de abanicos que abren y cierran con grandes brincos y se adueñan del pueblo junto a una legión de seres fantásticos no sujetos a ninguna ley: el diablo , el pellejo , el toro , la Rosita , las madamas , los gochos , los enanos , los gitanos y traperos , los entiñones , el hombre de la zarza , cometiendo todo tipo de tropelías: asustando a los críos, entiñando de cernada la cara de los vecinos, golpeándolos con sus tenazas, propinándoles fuertes ñalguetazos (o golpes en las ñalgas , en leonés nalgas, culo), metiendo la cachiporra o piedra en el cocido de las comadres o deslizando el cachumbo o hueso en la chaqueta de algún vecino: quien acabara con el cachumbo entre sus ropas debía invitar a vino en la cantina. Y así ha venido siendo desde siempre, y desde siempre la imaginación se imponía: en una ocasión aparecieron unos vecinos vestidos de traperos subidos en el burro; uno de ellos iba friendo en una sartén los cagayones del asno. Mientras, en Velilla tiene lugar un rústico pero delicado baile en el toreo de sus guirrios con los toros, tras de lo cual el guirrio torea a la moza en un claro rito propiciatorio de la fertilidad. Después surgirá el variopinto y fantástico cortejo de las gomias , osos y enanos . Pero será en Alija del Infantado donde el rito adquirirá caracteres casi cósmicos, cuando la legión de malvados jurrus , que destrozan todo lo que encuentran a su paso, son vencidos por la benéfica Doña Cuaresma, y su líder, el Gran Jurru , muere un año más quemado en la hoguera.