Diario de León

El Museo de la Fauna Salvaje puede convertirse en un gran atractivo turístico

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|||| El Museo de la Fauna Salvaje ha nacido con la voluntad de contribuir a una mayor concienciación sobre la importancia de la fauna y la flora, con una vertiente completamente didáctica y expositiva patente a las 25 salas que forman el complejo museístico, en las que se muestran más de 8.000 especies animales: grandes mamíferos, felinos, primates, reptiles, aves, insectos... todas ellas naturalizadas, recreando su hábitat y querencias mediante pintura artística, flora autóctona y otros recursos escénicos que reflejan fielmente cada ecosistema, desde las selvas tropicales a los paisajes helados de los polos. El museo cuenta además con todos los avances tecnológicos, sala de audiovisuales, biblioteca, tienda... y una galería de arte en la que se muestras obras de grandes artistas que tienen como motivo principal la naturaleza. El director del Museo, Lucas Morán Rodríguez, explica lo que pretenden es que el Museo sea algo más que la muestra de una importantísima serie de animales que ciertamente en muchos casos parecen cobrar vida, quieren que «la naturaleza que rodea el Museo sea uno de sus principales atractivos. Para ello contamos -dice- con varias hectáreas de terreno en los alrededores, donde se podrán contemplar diversas especies en condiciones de semi-libertad. Por ejemplo tenemos ya tres lobos y llegarán muchos más, de las mismas camadas que se hicieron famosas en los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente, y que vivirán en una pequeña isla que hay en el pantano, justo enfrente de las instalaciones de la Fundación, y que serán uno más de los atractivos que tendrá un viaje en barco por el embalse. Después, alrededor del Museo, habrá ciervos, rebecos... infinidad de especies que habitarán un espacio convenientemente vallado. Con ello intentamos que cuando alguien nos visite tenga la oportunidad de vivir una jornada completa conociendo la naturaleza, primero la autóctona y después la fauna salvaje tan bien representada en el interior del Museo». A pesar de la espectacularidad de las enormes moles de los elefantes los rinocerontes e hipopótamos (que tuvieron que colocarse en sus salas antes de concluir los tejados de las instalaciones), lo que más impresiona de la visita al museo es la sensación de vida que emana de las figuras expuestas y sorpresas puntuales como la diminuta presencia de un colibrí del tamaño de un abejorro, una tarántula con 16 patas, enormes escarabajos y la presencia sorprendente de dos monumentales jirafas de tamaño descomunal. Los frescos que decoran las paredes ayudan a crear la impresión de que el visitante se encuentra en plena naturaleza

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