Diario de León

F430, los amores de «Il Cavallino»

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|||| Con el F430 nace una nueva generación de motores de ocho cilindros en Ferrari. Un modelo que desarrolla la experiencia del Cavallino en la tecnología del aluminio, nacida con el 360 Modena, y que, a la vez, presenta una serie de innovaciones directamente derivadas del monoposto Ferrari de Fórmula Uno. El F430 se puso de largo en París con la expectación propia de una marca legendaria, hace tiempo mitológica, y con innovaciones que suponen una auténtica traslación de la pista a la calle: diferencial de control electrónico (E-Diff), que permite explotar plenamente el par motor optimizando los valores de la tracción -propulsión... por favor- a las ruedas y el mando giratorio ( manettino ) en el volante que permite al conductor -ocasional «piloto»- intervenir sobre el control dinámico del coche, tal que si de un Fórmula Uno se tratase. La última realización de Maranello, derivado del 360 Modena, monta un motor enteramente nuevo: V8 de 4,3 litros (frente los 3,6 del 360) que rinde 490 caballos, lo que significa disponer de 114 caballos por litro de cilindrada y, lo mejor, con un par de 47,7 metros/kilo a 5.250 vueltas. La consecuencia prestacional es que el F430 sólo necesita 4 segundos para acelerar de cero a cien y su punta se sitúa en los 315 por hora. Las aplicaciones tecnológicas de última hornada no acaban en el diferencial y en el manettino , también puede dotársele opcionalmente de un equipo de frenos con discos de compuesto cerámico y fibra de carbono. Incluso la caja de cambios automática flirtea con los supuestos de la competición pura, dada la implantación de un optimizado sistema que rebaja hasta 0,15 segundos el paso de una relación a otra. La aerodinámica es otra de las guindas del F430: fondo plano y espectaculares extractores zagueros enmarcados, estos, por cuatro escapes cromados, que propician el suficiente apoyo aerodinámico como para que el F430 se pegue materialmente al suelo. En suma, que la herencia genética sigue más viva que nunca, máxime cuando la magia del Cavallino Rampante es capaz de poner en pie a millones de aficionados en todo el mundo y cuando, además, el presidente de la firma, Luca di Montezemolo -«auxiliado en las bandas» por Jean Todt y Amadeo Felisa- ha puesto en marcha un singular planteamiento productivo que en Ferrari han bautizado «Fórmula Uomo» -jugando con las fonías de la competición- para subrayar el hecho de que el centro productivo, los históricos «talleres» de Maranello, garantizan el bienestar profesional de sus empleados, sus salarios y el entorno de trabajo. Como si dijéramos, trabajar en y para Ferrari... es otra cosa. Al final, la magia ha devenido en epopeya y la epopeya... en mitología.

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