Diario de León

La resurrección del suelo calcinado

Los cambios producidos por el fuego en el suelo tienen una gran influencia en el resto de los componentes del ecosistema y juegan un papel decisivo en la recuperación de la vegetación

Publicado por
M. PORRAS | texto
León

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Cuando se produce un incendio forestal, el efecto más patente es la destrucción total o parcial de la vegetación. El impacto del fuego en el suelo es menos visible, de acción más lenta pero en muchos casos de difícil recuperación. Los cambios producidos van a tener una gran influencia en el resto de los componentes del ecosistema y a jugar un papel decisivo en la recuperación de la vegetación. El fuego genera en los ecosistemas una amplia variedad de respuestas que dependen de la interacción de factores como intensidad, temperatura, cantidad de combustible, grado de combustión, tipo de vegetación, clima, pendiente, topografía, características del suelo y tiempo transcurrido desde el último incendio. Su impacto sobre el suelo se produce en dos fases. La primera corresponde al momento de la combustión y las modificaciones se deben a la temperatura alcanzada durante el incendio y su tiempo de permanencia en el suelo. De forma general, exceptuando los grandes incendios, la producción de calor es intensa pero de corta duración. La segunda abarca desde el final del incendio hasta que el suelo comienza a restablecer sus características originales. Su duración es muy variable dependiendo del daño causado pudiendo oscilar entre un año en incendios de baja intensidad o no recuperarse nunca. Los factores que más influyen son la cantidad de cenizas depositadas y las precipitaciones que se producen tras el incendio, las cuales permiten la incorporación de aquellas al suelo. Quemas experimentales En el Área de Ecología de la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales de la Universidad de León, la profesora Elena Marcos investiga sobre los cambios a corto y medio plazo que se producen en el suelo tras un incendio. Dado que las temperaturas alcanzadas y su tiempo de permanencia van a influir en esos cambios, las quemas experimentales permiten conocer de manera directa ambos factores así como las condiciones ambientales, del combustible y del suelo existente durante el desarrollo del incendio. En una quema experimental realizada en un brezal de Erica australis se ha comprobado que la temperatura más alta (800ºC) se alcanzaba en la vegetación, mientras que en la capa de hojarasca y en la superficie del suelo mineral era inferior (300-500ºC), y en el interior del suelo mineral (los dos primeros centímetros) la máxima fue de 100ºC. Como el desarrollo del incendio fue muy irregular debido a la distribución de la vegetación las temperaturas tanto en la superficie como en el interior del suelo fueron variables. Esta irregularidad se observa a simple vista por el grado de destrucción del combustible, la presencia de cenizas blancas (indicadoras de elevadas temperaturas) o de cenizas negras (bajas temperaturas) y de rescoldos activos durante mucho tiempo. Parte de los nutrientes acumulados en la vegetación y la hojarasca son depositados en forma de cenizas, que normalmente tienen elevados contenidos de macronutrientes, responsables del incremento de fertilidad del suelo. Las cenizas recogidas presentaron un contenido de nutrientes muy variable, siendo el más abundante el potasio. El carbono disminuyó allí donde el paso del fuego fue lento y con muchos rescoldos. Sin embargo, donde se desarrolló con rapidez se detectó un incremento en carbono debido a la deposición y posterior incorporación de restos parcialmente carbonizados. Asimismo, se observó un aumento de fósforo, calcio, magnesio, sodio y potasio y del pH debido a la adición de las cenizas resultantes tras el fuego.

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