Diario de León

¡Lo que Dios ha hecho!

Así rezaba el primer mensaje por telégrafo, enviado por Morse en un día de mayo hace siglo y medio. Era el inicio de una revolución que ha llegado hasta hoy

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EVA CONDE CORBAL | texto ANA SEGRET | texto
León

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Las nuevas tecnologías han acabado con el reinado de algunos revolucionarios inventos. Y con la forma de trabajar de muchos profesionales. Por ejemplo, hace ya años que los periodistas no trabajan con la técnica de la pirámide invertida según la cual la información más importante debía ir en la parte alta de la noticia y el interés de la información debía disminuir a medida que se avanzaba en la lectura de los párrafos. Esta forma de trabajar, incorporada a la agencia de noticias Associated Press en la década de 1870, tenía un sentido. El telégrafo. Y el Código Morse. Entre 1861 y 1865, durante la Guerra de Secesión norteamericana, este aparato nacido de la mente de Samuel F.B. Morse se convirtió en pieza clave para el periodismo mundial. En aquel momento los sistemas de transmisión eran muy vulnerables a los avatares de la guerra y a las inclemencias meteorológicas. Los periodistas que cubrían los conflictos bélicos tenían que ser extremadamente precisos: no daban su opinión ni entraban en detalles. Se conformaban con enviar a sus medios los acontecimientos más importantes. Y la clave para mantener ese orden era informar de acuerdo a la pirámide invertida. Fue precisamente un 24 de mayo el día que Samuel F. B. Morse eligió para enviar el primer mensaje en morse de la historia. Tras haber inventado el telégrafo en 1838, Morse desarrolló el código lingüístico que lleva su nombre. Seis años después de que consiguiera la creación de un nuevo sistema de comunicación con el uso de la electricidad, lo puso en funcionamiento con éxito. Aquel viernes de 1844, Morse emitió un mensaje gracias a la sugerencia que le hizo Annie Ellworth, la joven hija de un amigo. El texto rezaba un versículo de la Biblia: «¡Lo que Dios ha hecho!» (Núm., 23:23). Fue remitido desde la sala de la Corte Suprema del Capitolio de Estados Unidos, en Washington D.C., hasta Baltimore, donde se encontraba su asistente, Alfred Vail. El sistema más antiguo de morse reproducía en un papel una serie de puntos y rayas. Cada una de las combinaciones de estos símbolos equivalía a una letra del abecedario. Una vez recibido el mensaje, el operador lo traducía según una tabla, era el llamado Código Morse. El uso de este nuevo invento se extendió con gran rapidez y se convirtió pronto en algo muy popular al alcance de todos. Incluso los camareros aprendieron a descodificar los mensajes por el sonido que emitía la palanca marcadora. Con el tiempo, el telégrafo de Morse dejó de ser un sistema de comunicación escrito para convertirse en uno acústico. También se desarrolló, con el mismo código, un sistema de comunicación marítimo mediante señales luminosas. Desde que Samuel F. B. Morse envió el primer mensaje a través del telégrafo, el uso de este invento de principios del siglo XIX se expandió por todo el mundo. En 1853, la red telegráfica que existía en Estados Unidos era muy extensa. En aquel momento, tan sólo un estado, Florida, no estaba conectado por telégrafo. Medio de comunicación En 1861 las líneas telegráficas cruzaron el continente americano, y en 1866, el cable transatlántico conectó, por fin, América con Europa. Fue entonces cuando el telégrafo se convirtió en el medio de comunicación más preciado. Sobre todo para los periodistas. En una época de revueltas, los corresponsales y reporteros de guerra ya podían transmitir sus últimas informaciones a sus respectivos periódicos de manera rápida y eficaz. En la actualidad, el código morse ha caído en desuso en el sector de la radiotelegrafía y ha sido sustituido por los sistemas telegráficos de impresión, el fax y la tecnología digital. Sólo el código internacional de señales sigue vigente en la navegación marítima. Y por supuesto, ya no es necesario seguir la fórmula de la pirámide invertida, lo que también ha supuesto una revolución para la redacción periodística. «Yo no la utilizo jamás», asegura un periodista español recién llegado de Marruecos. Gracias a los avances tecnológicos, los corresponsales y enviados especiales pueden mandar sus informaciones al medio de comunicación correspondiente desde cualquier parte del mundo en un tiempo antaño impensable. Nadie ya maneja el morse en una redacción. «Con un ordenador existen varias posibilidades de emisión. La del correo electrónico, vía Internet, es la más común, pero también la más lenta, y no siempre accesible», asegura el enviado especial quien matiza que lo más eficaz es el programa de transferencia de archivos (FTP). «Este sistema combina el uso del ordenador con la telefonía, fija, móvil o satélite. Aunque es más caro y depende de la cobertura de la zona, permite enviar la noticia y comprobar que ha sido recibida en el periódico en tiempo récord» sentencia.

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