Diario de León

Los burros españoles también sirven para curar

El primer centro de a sinoterapia (trabajo terapéutico con burros) de Galicia empezará a funcionar en breve en Pontevedra. La asociación Abufa defiende en la vecina comunidad a los pollinos de raza autóctona

VICTOR MEJUTO

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XOSÉ CARREIRA | texto
León

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Nos quedamos sin burros de cuatro patas. Un buen número de pollinos españoles emigró en los últimos años a Francia. Otros, después de prestar un servicio inestimable en las aldeas, acabaron convertidos en cecina, previo paso por el matadero, y también los hay que fueron directamente a las garras de las fieras de algún zoo. Ésta es parte de la radiografía de una especie que puede que acabe siendo historia. Menos mal que ya hay unas cuantas asociaciones dispuestas a que esto no ocurra. En León hay colectivos creados para defender la raza local, el zamorano-leonés, un animal que cada vez cuenta con mayor «prestigio»: se incentiva su crianza y hay hasta quien los mantiene como animal de compañía. Pero, ¿qué ocurre en otros lugares? Hay censos de todo menos de burros. A finales de los años 80, una sección de la Universidad de Córdoba hizo un estudio que atribuía a Galicia un total de 26.041 cabezas. Hoy, los especialistas en la materia aseguran que en la vecina comunidad no quedan más de 8.000 pollinos. El descenso es pues, alarmante. De todos modos, hay serias dudas de la fiabilidad del estudio hecho por los cordobeses. Así, desde la Asociación de Defensa dos Burros Fariñeiros de Galicia (Abufa), su fundador y coordinador, Jacobo Pérez Paz, aseguró que resulta muy difícil de creer que hubiese 26.000 burros cuando hay un censo que refiere la existencia de 21.000 cabezas de ganado caballar en los montes gallegos. Los datos manejados por diversos expertos en la materia apuntan a que, a finales de los años 90 había 12.000 cabezas y que ahora deben quedar unas 8.000 o incluso menos. En cualquier caso, Pascual Rovira, presidente de la Asociación para la Defensa del Borrico (Adebo), que tiene su sede en Rute-Córdoba, no duda de que la comunidad gallega es la primera de España en número de burros. ¿Quién acaba con los asnos gallegos? Es una pregunta que, según los especialistas, tiene fácil respuesta: la maquinaria o, si se quiere, la técnica. Los paisanos dieron prioridad a los tractores y a los «pascualines» y los burros fueron quedando relegados. Tanto, que muchos propietarios no supieron qué hacer con ellos y acabaron vendiéndolos a algún tratante para que los llevase al matadero. Algunos pollinos, incluso, acabaron siendo abandonados. Mientras esto sucedía, en otros países como, por ejemplo, Inglaterra y Francia e, incluso, en otras comunidades españolas, llevaban años funcionando asociaciones proteccionistas. En el país galo, según Pascual Rovira, se pusieron de moda como grandes mascotas. Tanto es así que, en los últimos años, comenzaron a aparecer por las ferias gallegas tratantes que compraron los mejores jumentos, a precios de ganga, y los enviaron a Francia donde cotizaban como si fuesen caballos. De hecho hay una red de compradores europeos que se mueven por algunos países para satisfacer la demanda de los franceses. En Rumanía, por ejemplo, los adquieren a 30 euros y en el país galo los venden a más de 400, dependiendo de la edad y la calidad del ejemplar. «En Francia comenzaron a defender el borrico en el año 89 y se popularizó mucho, tanto es así que ya tienen unos 30.000 ejemplares. Se celebra, incluso, un salón internacional en plena puerta de Versalles, en París; en Normandía hay un encuentro internacional cada año...», explicó Rovira. Subvenciones europeas En algún momento se llegó a especular con que esta emigración asnal gallega al país vecino se debía a la concesión de subvenciones. Sin embargo, desde distintas asociaciones explicaron que únicamente estaban financiadas las razas reconocidas y en peligro de extinción por parte de la Unión Europea. Galicia no tiene borricos de tanto nivel. Son cruces. La asociación Abufa promueve el reconocimiento del burro fariñeiro , llamado así porque era utilizado para transportar el cereal hasta los molinos, pero sus directivos reconocen que hay muchas dificultades por la necesidad de gran cantidad de documentación y certificados. De todos modos, Jacobo Pérez Paz, advierte que solicitarán de la Xunta apoyo institucional para los burros, lo mismo que ya sucede con el caballo autóctono. «Se trata de conservar la memoria etnográfica de Galicia. Estos animale fueron utilizados, y todavía lo son en zonas por las que ni siquiera entra un caballo, como, por ejemplo, los acantilados», dijo. En España están reconocidas las razas andaluza-cordobesa, con origen en Egipto; la zamorano-leonesa, en la región de León; la catalana, la mallorquina, la de encartaciones (en la zona del País Vasco) y la majorera (canarias). De burros, nada Los burros, según los expertos, no tienen un pelo de tontos. «Son más inteligentes de lo que pensamos, incluso más que los caballos», recordó Rovira. Este experto, en nombre de la asociación que preside, llegó a solicitar a la Real Academia de la Lengua que cambiara la definición que aparece en el diccionario sobre el burro. Refiere que es «rudo o de poco entendimiento» y la asociación Adebo pidió que figurase inicialmente algo así como:«animal noble y milneario, amigo de la humanidad». Los académicos no les hicieron ni caso. «Además de ser inteligente, es un animal independiente y lo demuestra con su tozudez. Es un ejemplar ácrata», explicó Rovira. También recordó que los pollinos eran auténticos melómanos. De hecho, su asociación organiza periódicamente conciertos de música clásica para burros. Llevan una orquesta sinfónica a un prado de Rute y allí los asnos disfrutan. «Se puede comprobar como cambian la posición de las orejas, dependiendo del tipo de sonido. Les entusiasma la música. Además, rebuznan en 20 tonos distintos y pueden llegar a escuchar un rebuzno a 11 kilómetros de distancia», contó. En Galicia estamos lejos de que podamos ver conciertos o romerías para burros pero parece que vamos por buen camino porque en Santa María de Curro, en Pontevedra, en unas instalaciones bautizadas con el nombre de El Parador de Ti Mismo, tiene su sede la Asociación Nacional para la Defensa, Recuperación y Estudio Terapéutico de la Raza Asnal (Andrea), cuyo presidente es el terapeuta David Lema Costas. En este colectivo llevan a cabo diferentes estudios relacionados con la asinoterapia (trabajo terapéutico con burros) y, en el mes de octubre, esperan celebrar las primeras sesiones, supervisadas por un equipo de psicólogos y terapeutas psicocorporales. «La asinoterapia es una alternativa terapéutica que se desarrolla en diferentes países desde los años 50. Los estudios demuestran que es beneficiosa en el cuidado y tratamiento de personas con problemas físicos y mentales. Concretamente revelan que el contacto repetitivo con burros mejora el equilibrio, contribuye al desarrollo de los músculos finos y, gracias a la interación con el animal, se estimula el vocabulario, se reduce la hiperactividad en los niños, la falta de atención...», explicó David Lema. Este terapeuta no duda en asegurar que el burro, con su pachorra, «nos puede ayudar a vivir despacio en un mundo lleno de prisas y estrés; la tranquilidad que nos transmite, sus movimientos lentos, nos pueden ayudar a parar». Centro de acogida En Andrea detectaron que en Galicia existía «un comercio ilegal y poco amistoso de jumentos de edad avanzada para la venta para circos, zoológicos o comida para perros, donde después de una vida entera de trabajo dedicado al hombre, eran tristemente utilizados para fines ilegales y poco dignos». También encontraron numerosos casos de abandonos o malos tratos. Por estas razones se pusieron manos a la obra para crear un asilo para jumentos. Sería el primero de estas características que funciona en Galicia. «Creemos que lo que nos debe ocupar todo el tiempo es buscar los medios necesarios para que el centro de acogida para burros viejos, abandonados y/o maltratados y su mantenimiento sea una realidad», señaló David Lema.

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