Diario de León

Castilla y León se apunta a la arquitectura de vanguardia

Las nuevas tendencias arquitectónicas, firmadas en numerosas ocasiones por destacados nombres, se hacen hueco junto al indiscutible bagaje patrimonial histórico

NORBERTO

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MARÍA MARTÍN | texto
León

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Castilla y León ya no es sólo un territorio privilegiado por su bagaje patrimonial e histórico. Las últimas tendencias arquitectónicas van abriéndose paso en la comunidad, junto a las innumerables joyas de piedra dejadas por el románico, el gótico y el barroco. Así, junto a catedrales, monasterios, murallas y plazas, las ciudades dejan sitio a un nuevo concepto de construcción, moderno, pragmático y ambicioso. La comunidad, quizá consciente de que no se puede vivir del pasado, se rinde ahora ante los arquitectos de renombre, aquellos que tienen en sus manos el poder de modelar la imagen del futuro de Castilla y de León. Desde Norman Foster a Richard Rogers, de Fernández Alba a Miguel Fisac, Alejandro de la Sota, Rafael Moneo, Mansilla y Tuñón y Ricardo Bofill, entre muchos otros, destacados profesionales de este ámbito han dejado en la comunidad diseños de edificios que constituyen la vanguardia de la creación urbanística de esta autonomía. Esta explosión de nueva arquitectura que se está notando en los últimos años es un fenómeno extensible al conjunto del país. En palabras del director del Departamento de Teoría y Proyectos Arquitectónicos de la Escuela de Arquitectura de Valladolid, Juan Carlos Arnuncio Pastor, «en España se está haciendo la mejor arquitectura de Europa y de hecho nos quieren copiar en muchos sitios», afirma. La vanguardia ha llegado con fuerza a la arquitectura de España y también de Castilla y León, circunstancia que no está pasando desapercibida ante los ojos del resto del mundo. De hecho, el propio Museo de Arte Moderno (Moma) de Nueva York dedicó este mismo año una exposición a la nueva arquitectura española, incluyendo dos proyectos made in Castilla y León: el Musac de León, diseñado por Mansilla y Tuñón entre 2001 y 2004; y el Centro de Exposiciones y Congresos de Ávila, actualmente en construcción. La comunidad mira al futuro Si en Ávila esperan a la finalización de este proyecto como elemento revitalizador para la capital, en otras ciudades también están en marcha proyectos arquitectónicos de gran envergadura con los que las nueve provincias quieren avanzar hacia el futuro. Las obras más importantes se están produciendo en Burgos, con el Museo de la Evolución Humana diseñado por el arquitecto santanderino Juan Navarro Baldeweg, y con el futuro centro cívico de San Agustín, destinado a ser el principal elemento dinamizador de los barrios del sur de la capital. Por otra parte, grandes proyectos transformarán la ciudad de Valladolid, con el nuevo modelo de urbanismo que plantea Richard Rogers para la zona soterrada por el AVE, así como en el área de Villa del Prado, donde se instalará la nueva sede de las cortes autonómicas, con un diseño de Ramón Fernández-Alonso, y el auditorio planeado por Ricardo Bofill. Además, en el ámbito vinícola, Rogers está ultimando las nuevas instalaciones de la Bodega Protos, en Peñafiel (Valladolid), mientras que otro prestigioso arquitecto, el británico Norman Foster, trabaja en la construcción de una bodega para el Grupo Faustino en el municipio burgalés de Gumiel de Izán. Transformación La actual transformación de León y Castilla desde el punto de vista arquitectónico es el resultado de una paulatina apertura a los cambios que tuvo su punto de inflexión en la Transición. A partir de este periodo, proliferan las escuelas de arquitectura y la carrera se pone de moda. Al mismo tiempo, nace la necesidad de construir edificios emblemáticos, una tarea a la que los nuevos profesionales se ponen manos a la obra. En Castilla y León se produce un tímido despertar hacia nuevos conceptos de diseño, con emblemas como el edificio Duque de Lerma de Valladolid, el único rascacielos de las dos regiones, de 76 metros de altura. El actual techo de la comunidad será superado en 2007 cuando se concluya el proyecto de la Torre de la Rosaleda que se está construyendo en Ponferrada. Con 100 metros de altura y 28 plantas destinadas a viviendas, será el edificio privado más alto y uno de los más vanguardistas, con una estructura que simula la corteza de un árbol. Mientras se construía el Duque de Lerma, el arquitecto salmantino Alejandro Fernández Alba contribuyó a dar forma a la nueva Valladolid, con los proyectos de la Escuela de Arquitectura, la Facultad de Económicas y la de Ingenieros, todas en Valladolid entre 1974 y 1985, mientras que Alejandro de la Sota erigía en León el edificio de Correos (1981) y el Museo Provincial (1990). En la década de los 90 comienza la proliferación de edificios singulares en la comunidad. Una de las primeras actuaciones se produjo en Salamanca, donde Juan Navarro Baldeweg diseñó el Palacio de Congresos (1992), que se integra en el conjunto monumental gracias al uso de la piedra de Villamayor, tan característica en los edificios históricos salmantinos, aunque a la vez rompe con el entorno por el contraste de las formas y los volúmenes. Por su parte, Mansilla y Tuñón construyeron entre 1994 y 2001 el Auditorio Ciudad de León, una vanguardista construcción que juega con los tamaños de las ventanas, alojadas en cubículos heterogéneos y que propone un nuevo orden visual. Los mismos arquitectos son responsables del proyecto del Museo Provincial de Arqueología y Bellas Artes de Zamora (1996) y del Musac de León (2001-2004). Fusión En el ámbito cultural se han desarrollado importantes actuaciones en la última década. Además de los ya citados, Segovia tiene como construcción modernista el edificio del Museo Esteban Vicente, que ocupa parte del antiguo palacio de Enrique IV. La misma idea de fusionar lo antiguo y lo nuevo la ejecutó Manuel de las Casas en el Centro Cultural Hispano-Luso de Zamora, sede de la Fundación Rei Alfonso Henriques, que recupera las ruinas del Convento de San Francisco e incorpora elementos de nueva construcción; y Juan Carlos Arnuncio en el Museo Patio Herreriano de Valladolid, ubicado en el antiguo Convento de San Benito rehabilitado. En Soria, donde aún no se ha producido el salto hacia la revolución arquitectónica, se inauguró en 1991 el Palacio de la Audiencia, conservando las fachadas de los antiguos edificios del siglo XII y rehabilitando su interior como centro cultural. El proyecto fue ejecutado por tres arquitectos: Javier Maroto, Ricardo Jiménez y Mariano Magíster. Otros edificios que han transformado la imagen de Castilla y León recientemente han sido el Museo de la Ciencia de Valladolid, el Centro de Artes Escénicas y Musicales (CAEM) de Salamanca, el Centro de Arte de Burgos (CAB) y también los diseñados por Rafael Moneo en la Plaza del Mercado Grande de Ávila, cuya ejecución en 2003 levantó una gran polémica en la ciudad por el impacto visual que supuso la nueva construcción. Lo que trajo el siglo XX Pero el concepto, de modernidad en la arquitectura en Castilla y León arranca mucho antes, hace más de un siglo, cuando el genial arquitecto catalán Antoni Gaudí eligió la capital de León para albergar una de sus escasas obras fuera de Cataluña: la Casa de Botines (1891), de estilo neogótico y con cierto aire afrancesado. Unos años antes, en 1887, había recibido el encargo de proyectar un nuevo edificio para el Palacio Episcopal de Astorga, que dejó sin terminar tras enfrentarse con la Junta de Obras. Finalmente, Ricardo García Guereta continuó los trabajos tratando de ajustarse al proyecto de Gaudí y concluyó el palacio en 1913, con apariencia de castillo medieval, en contraste con las otras edificaciones de la capital maragata. Gaudí fue, sin duda, el principal valedor del modernismo en España, estilo caracterizado en la arquitectura por las construcciones de grandes formatos y la ausencia de líneas rectas, cuya principal influencia se produjo en Cataluña. Por eso, algunos autores formados en Barcelona, como el palentino Jerónimo Arroyo, fueron los responsables de construir en Castilla y León conforme a los cánones del modernismo burgués implantado en Cataluña. Así, pertenece a Arroyo la modernista Casa del Príncipe (1906), considerado uno de los edificios más elegantes de Valladolid; la actual sede de Correos (1916) de esta ciudad, de estilo ecléctico; y en Palencia, el Colegio de Villandrando (1911), neogótico; y el Palacio neorrenacentista de la Diputación, finalizado en 1914. Asimismo, de principios del siglo XX y conforme a los cánones del modernismo se erige frente al río Tormes la Casa Lis de Salamanca, un palacete privado construido en 1905 a iniciativa de don Miguel de Lis por el arquitecto Joaquín Vargas que constituye un bello ejemplo de la arquitectura metálica modernista, basada en el hierro y el cristal, material este último que conforma impresionantes vidrieras en las ventanas y en el techo del patio central. Los racionalismos En las primeras décadas del siglo XX, llegó a Castilla y a León el racionalismo moderno, que rechaza los estilos históricos como fuente de inspiración y busca la simplificación de la forma. El primer edificio vinculado a las corrientes racionalistas fue el Matadero Municipal de Valladolid, de Alberto Colomina y Botí (1931-1936), que presenta austeridad ornamental y pureza de volúmenes, aunque, sin duda, el ejemplo esencial de este tipo de construcciones en la ciudad es la Casa del Barco, diseñada por Constantino Candiera en 1935. Construida para acoger las oficinas de la refinería de aceites Hipesa, sus formas náuticas están muy vinculadas a las vanguardias del momento y, pese a que la rehabilitación que convirtió a este edificio en centro de salud acabó con algunos aspectos esenciales del edificio (como el gris original de la fachada, sustituido por el rojo), la Casa del Barco supone uno de los mejores ejemplos de arquitectura racionalista ejecutados en Valladolid. Más adelante, ya en la posguerra, Miguel Fisac «marcó de modo muy claro los principios renovadores de la arquitectura moderna con uno de sus edificios proyectado en 1951 que le valió su reconocimiento internacional, el Colegio Apostólico de los Padres Dominicos en las Arcas Reales», destaca el arquitecto Daniel Villalobos. Esta obra «aportó creatividad y frescura» a una capital a la que una década más tarde regresó para hacerse cargo del proyecto del Instituto Núñez de Arce. Otros proyectos significativos de esta etapa fue el Convento del Rollo de Salamanca (1963), por el que Fernández Alba obtuvo el Premio Nacional de Arquitectura; la Universidad Laboral de Zamora (1953), de Luis Moya, a imagen de la que construyó en Gijón; la fábrica de embutidos El acueducto, en Segovia, diseñada por Francisco de Inza en 1966; y las viviendas que Alejandro de la Sota construyó en la céntrica calle Prior de Salamanca. Todos ellos y muchos otros han contribuido a lo largo de los últimos cien años a diseñar una imagen diferente de Castilla y León, afrontando el futuro desde las vanguardias arquitectónicas de cada periodo histórico y plantándole cara orgullosa a unas épocas pasadas que siempre formarán su gran patrimonio cultural, pero nunca el único.

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