Algunos consejos

La iluminación racional y eficiente es un pilar básico del desarrollo sostenible, porque tiene una incidencia directa en el consumo de las fuentes energéticas y posibilita el ahorro de energía. De lo contrario, aumentan los gastos de mantenimiento (hace falta más energía para compensar la que se pierde) y un perjuicio para el medio ambiente ya que un mayor consumo incrementa las emisiones nocivas y aleja de cumplir con Kioto. En España, la legislación y la normativa referentes a la contaminación lumínica son casi inexistentes y sólo existen a nivel autonómico. La primera iniciativa jurídica ha sido la Ley del Cielo (1988) sobre Protección de la Calidad Astronómica de los Observatorios del Instituto de Astrofísica de Canarias. En Cataluña se ha promulgado la ley de Protección del Medio Nocturno y en Madrid la de Impacto Ambiental, que todavía no tienen reglamento. El Ministerio de Fomento ha editado una guía para regular el alumbrado de carreteras y el IDAE otra para regularizar el alumbrado exterior, que están siendo ignoradas por administraciones, empresas y particulares. Mientras se elabora un marco legal que limite el derroche energético sería deseable utilizar luminarias bien orientadas (evitando la dispersión de luz hacia el cielo), sustituir las ineficientes y reducir la potencia de las lámparas (garantizando la seguridad); contratar tarifas más económicas; apagar a ciertas horas los alumbrados innecesarios y, si no es posible, utilizar reductores de flujo que disminuyen hasta en un 50% su nivel de iluminación y, por tanto, la factura eléctrica y el consumo energético.