Diario de León

La sangre altera

Blanca Romero, Lara Dibildos y Genoveva Casanova son víctimas de los románticos efluvios de la primavera

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León

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|||| Esta primavera se lleva la combinación. Concretamente, la combinación de futbolista y actriz, actriz e hijo de buena familia, hijo de afamado escritor y condesa y, por supuesto, ex Miss España y torero. Esta primavera se lleva, en realidad, lo que se ha llevado siempre: enamorarse.

Los japoneses saben que la primavera ha llegado gracias al sakura (floración de los cerezos) y nosotros, además del consabido anuncio de unos grandes almacenes, contamos con otro tipo de eclosión primaveral: la cantidad de nuevos flechazos que invaden el papel cuché.

Hay amores que ya empezaron a gestarse en invierno y ahora afloran a la superficie, como el de Cayetano Rivera y Eva González o el de Francisco Rivera y Elisabeth Reyes. Están los que apenas tienen unos días de vida, como el de Lara Dibildos y un apuesto catalán llamado Óscar, que acaban de disfrutar de un cálido fin de semna en Marbella.

Los hay que casi se han convertido en la crónica de un romance anunciado, como el de Blanca Romero y Jaime Barnatán, hijo de la peletera Elena Benarroch.

Otros que irrumpen con la fuerza de un vendaval de marzo, como el de Sergio Ramos y Amaia Salamanca, y alguno que aún balbucea y anda a gatas (o a tientas) como la «amistad especial» entre Gonzalo, hijo del escritor Mario Vargas Llosa, y Genoveva Casanova, ex mujer de Cayetano Martínez de Irujo.

Igual que piezas de caleidoscopio que se juntan y separan en un baile imprevisible, hay vínculos que se rompen para crear otros nuevos, pero siempre dentro del mismo círculo.

Amores bohemios

Jaime Bernatán trabaja como ayudante de dirección. Delgado y con bigote y perilla, el chico tiene un look a lo Gustavo Adolfo Bécquer, que encaja perfectamente en el amor bohemio y romántico, «muy pasional, sin estructura ni rutina», que andaba buscando Blanca, según sus propias palabras.

Mucho más cautos y discretos, de Genoveva Casanova y Gonzalo Vargas Llosa sólo puede decirse que se han convertido en muy buenos amigos.

La condesa de Salvatierra y el hijo del escritor han compartido cenas y sesiones de cine durante los días en que Gonzalo, que vive en Nueva York, se ha desplazado a Madrid, donde residen sus padres.

Además de sus posibles afinidades culturales, la mexicana y el chileno (Gonzalo nació en dicho país) tienen mucho en común.

Ambos están separados y son padres de dos hijos. Los dos poseen un arraigado espíritu solidario (él trabaja en Acnur, y ella colabora regularmente en dicho organismo) y los dos comparten también la afición por los viajes a lugares exóticos.

Vargas, que de jovencito fue rastafari, ha vivido un sinfín de aventuras en distintos países e incluso ha residido en lugares tan dispares como Bosnia, Suiza y Afganistán.

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