León revela el primer indicio en Europa de la glaciación de hace 444 millones de años
Juan Carlos Marco muestra fragmentos de origen glaciar en fondo marino fangoso, ya solidificado.
Las obras de la variante de Pajares descubren que la glaciación de hace 444 millones de años en el polo sur del antiguo macrocontinente de Gondwana alcanzó Europa. El Centro Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, halla paleovalles al norte y sur del puerto de Pajares que demuestran que Iberia emergió del mar.
Rocas glaciares identificadas en Telledo (Asturias), Pontedo, Casares de Arbás y Viadango de Arbás (León) demuestran que la península estaba en superficie en el Ordovícico Superior y que fue afectada por una invasión de hielo que desencadenó en una extinción masiva de especies, mayor a la de los dinosaurios, según publica la agencia de noticias científicas Dicyt. Es el primer indicio de la llegada de este fenómeno al Viejo Continente.
Esta investigación, liderada por los geólogos Juan Carlos Gutiérrez-Marco y Enrique Bernárdez, reescribe el lugar de la Península Ibérica hace 444 millones de años, como si se tratara de la última pieza de un rompecabezas sobre la posición de las masas terrestres en el periodo en el que la vida comenzaba a colonizar la tierra desde el mar.
Fue entonces cuando Gondwana, que reunía los territorios de las actuales Sudamérica, África, Península Arábiga, India, parte de China y Australia, sufrió la glaciación. La perforación de la Cordillera Cantábrica para construir la línea del AVE ha destapado que también llegó a Iberia, que hasta este descubrimiento se pensaba que en esos momentos estaba situada bajo el mar. «La glaciación se produce exclusivamente si existe tierra, como, por ejemplo y en la actualidad, en Groelandia o la Antártida. Esto quiere decir que si existen sedimentos glaciomarinos en la Cordillera Cantábrica es que estaba sobre el nivel del mar», explica Gutiérrez-Marco.
Piedras rasgadas por el hielo y listadas con marcas blancas demuestran la existencia de glaciares en León. Los científicos consideran que una capa de centenares de metros, hasta casi un kilómetro, se extendía al norte de la provincia y el sur de Asturias.
