Diario de León

NUEVO GOBIERNO | TOMA DE POSESIÓN

De la Vega abrió la puerta al cambio

Zapatero precipitó la crisis tras saber que la vicepresidenta estaba dispuesta al sacrificio inmediato

Zapatero, Rubalcaba y Chaves conversan con el Rey tras el acto de promesa de los nuevos cargos

Zapatero, Rubalcaba y Chaves conversan con el Rey tras el acto de promesa de los nuevos cargos

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paula de las heras | madrid
León

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«La decisión sólo se produce cuando descuelgas el teléfono y llamas a la primera persona a la que entiendes que debes llamar». Cuando José Luis Rodríguez Zapatero justificó así el haber negado de manera explícita y hasta el último minuto su intención de acometer una profunda crisis de Gobierno, estaba dando una pista de cómo se desencadenaron los hechos.

Sólo la convicción de la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, de que había llegado el momento de ser sacrificada, empujó al jefe del Ejecutivo a tomar la decisión.

Cuando el domingo por la tarde regresó de celebrar un mitin y tomarse un café con periodistas en Ponferrada, llamó a su entonces número dos para mantener con ella una larga reunión que se prolongó por casi tres horas. En ese momento, según fuentes conocedoras de la conversación, la idea de una crisis gubernamental en toda regla era sólo una opción en la cabeza de Zapatero. No había tomado aún la determinación de dar la vuelta al ala política de su gabinete, aunque llevaba varios meses pensando en qué cambios serían los idóneos para dar impulso a la acción de Gobierno.

Fue la vicepresidenta quien le desbrozó el camino al mostrar su convicción de que debía aprovechar el relevo del ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, para hacer un cambio de calado y, ahora ya sí, después de seis años largos y mucho resistirse a los empellones de auténticos pesos pesados del PSOE -"nunca estuvo en la órbita de José Blanco y Alfredo Pérez Rubalcaba-", prescindir de ella. «Cuando uno pertenece a un Gobierno democrático -"señaló en su despedida la propia Fernández de la Vega-" siempre debe estar con la maleta hecha».

Intocable. Es cierto que la voluntad de la vicepresidenta ha sido siempre intocable para el líder del PSOE. En el 2008, frenó sus planes de desposeerla del ministerio de la Presidencia para otorgárselo a su jefe de gabinete, José Enrique Serrano. Y para el recuerdo quedan golpes de autoridad como la renovación en el cargo del jefe del CNI, Alberto Sáez, en contra de los deseos del ministro del Interior y la de Defensa, Carme Chacón, o su negativa a llevar el almacén nuclear a la Comunidad Valenciana cuando ya el ministro de Industria, Miguel Sebastián, daba el proceso por concluido. Con todo, esta vez se han vuelto las tornas. María Teresa Fernández de la Vega se marchará a trabajar en el Consejo de Estado porque así se lo ha pedido el presidente y no porque sea el destino con el que siempre soñó.

Es probable que se embarque además en otros proyectos pero, pese a asegurar que estaba preparada para irse, aún no ha tenido tiempo para pensarlo. El miércoles pasó seis horas reunida con su sucesor al que este jueves se veía exultante durante el intercambio de carteras. Para la ex portavoz del Gobierno fue, en cambio, un día de emociones encontradas. Como probablemente, lo fue -"aunque en menor medida-" para la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, ahora ministra de Sanidad e Igualdad. El trío en la jugada.

Sus detractores ven como un triunfo el hecho de que ya no ocupe un puesto de tal relevancia en el partido, pero Zapatero sigue considerándola uno de sus valores. Estaba, de hecho -"junto a los grandes triunfadores, Blanco y Rubalcaba-" en la «jugada» de la crisis. Fue una de las primeras en ser informadas de sus pormenores y Zapatero consultó con ella el nombramiento de su sucesor, Marcelino Iglesias. «He tenido la suerte y la responsabilidad de compartir con él, en calidad de secretaria de Organización del PSOE, este cambio, esa idea de reforzar el Gobierno con mucha determinación para darle una salida contundente y política a la crisis», señaló la flamante ministra en RNE.

El momento. Ya en junio Zapatero tenía pensado hacer algo así. Sólo esperaba el momento adecuado. El tropezón de las primarias de Tomás Gómez hizo pensar a algunos que los planes de poner en manos de Blanco y Rubalcaba las riendas del partido y el Gobierno se venían abajo. «Los muertos que vos matáis gozan de buena salud», ironizó el vicesecretario general del PSOE y ministro de Fomento ayer en su blog.

Pasado el disgusto y visto que el horizonte de estabilidad parlamentaria se despejaba gracias al pacto con el PNV, el jefe del Ejecutivo retomó su idea.

Con la vía libre dada por María Teresa Fernández de la Vega, el jefe del Ejecutivo ya se puso en manos de sus dos principales estrategas políticos. Primero, amarró el acuerdo presupuestario con los nacionalistas vascos y canarios, y el martes se dedicó a comunicar al grueso de los afectados sus planes. Aunque en algún caso, como el de la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, olvidara levantar el teléfono. Según algunos testigos, la ya secretaria de Estado descubrió el pastel el miércoles por la mañana al salir de una entrevista en un medio de comunicación y cuando todo estaba ya publicado.

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